Villa romana de Cadima

En el yacimiento romano de Cadima, en Los Gallardos, se diferenciaban dos grandes áreas, un llano y un cerrete donde se asentaba la necrópolis. No creo que a nadie le extrañe saber que dicho cerrete, y por tanto la necrópolis, fue totalmente arrasada hace ya bastantes años. En lo que queda, y según la documentación disponible, se pueden observar estructuras de muros y pavimentos, así como gran cantidad de tegulae (tejas). Se comenta que se podían encontrar abundantes escorias de mineral, ruedas de molino, e incluso una gran piedra labrada que podría ser un contrapeso de una prensa de aceite. El material cerámico era muy abundante, identificándose fragmentos de cerámica púnica, Terra Sigillata, lucernas, fragmentos de ánforas y cerámica común medieval. También se encontraron objetos de vidrio, remaches y punzones de metal.

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La primera referencia al yacimiento es de carácter epigráfico. J. Cuadrado Ruiz recoge la existencia en el Museo de Almería de un bloque de piedra con una inscripción latina hallada en el paraje de «las piezas de Cadímar», en la que se podían leer con seguridad de las cinco líneas que conserva las siguientes palabras:

VR CO
EMIN
ORVMIN
XXV

No se conoce el nombre de esta villa, Juan Grima señala que el topónimo Cadímar procede del árabe «gadima», y significa ser «antiguo». Según este autor, por Cadímar pasaba la vía Herculea (que iba de Cartagena a Villaricos), desde Villaricos pasaba por Cadímar en dirección a Urci y Abdera.

La presencia de restos constructivos, como muros de sillares, ladrillo y mampostería, así como una sucesión de pavimentos, indican la presencia de, al menos, dos fases constructivas de un gran asentamiento tipo villa. También hay otra referencia que habla de un asentamiento íbero-romano, por la presencia de gran cantidad de monedas ibero-romanas que se encontraron allí. Se le asigna al asentamiento, por lo tanto un ocupación ininterrumpida desde el siglo II a.C. hasta la llegada de los musulmanes en el siglo VIII d.C. Las monedas íbero-romanas halladas que se mencionan corresponden a las cecas de Gádir (Cádiz), Carmona, Aipora (Sanlúcar de la Barrameda), Caura (Coria del Río), etc.

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Excavación de urgencia por las obras de AVE (Manu Gallardo)

Parte de este yacimiento fue excavado en 2013, debido a que las obras del AVE cruzaban el yacimiento. La excavación de urgencia de unos 2.000 metros cuadrados dejó bien clara las dimensiones e importancia de Cadímar, única en toda la comarca del Levante almeriense. Según la prensa local (se puede acceder al artículo pulsando en la fotografía que muestran las excavaciones), se hallaron monedas, cerámicas, mosaicos e incluso una almazara. Si duda se trataba de una gran villa romana a la que poco tenían que envidiar ninguna otra del área mediterránea. Para mostrar al público los resultados, se realizó una conferencia en Turre que corrió a cargo de los encargados de la excavación: Óscar López Jiménez, Francisco Llidó López y Victoria Martínez Calvo. Las excavaciones mostraban tres etapas bien definidas: una ibérica tardía, la romana y otra califal.

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Excavación de urgencia por las obras de AVE (Manu Gallardo)

Según la información facilitada a la prensa, se habla de una villa romana entre los siglos I a.C. y IV d.C. Entre ellos una casa señorial de época imperial con un gran patio central con columnas, a partir de la cual se distribuían las habitaciones. En una de estas salas se encontró un mosaico con motivos geométricos y vegetales. También se describe una «alcaría» o «zona industrial» donde se elaboraba el aceite y el vino (con restos de una almazara). En la excavación de urgencia se recuperaron alrededor de 300 piezas que, según se comenta, se llevarían al Museo de Almería con el fin de poder ser conservadas e incluso exhibidas. La intención, como no, era la de poder exponer en su lugar los hallazgos arqueológicos, para lo cual se creó la Asociación de Amigos del Museo de Turre (como primer paso). Esto ocurrió en 2013, pero un turista eventual en la zona que quiera saber algo sobre este yacimiento (y no digo ya ver algo) en 2015, lo tiene más que difícil.

Esta intervención de emergencia, realizada por la empresa Gipsia en 2009-2010, no ha sido publicado todavía. Puso de relieve la existenciqa de un espacio habitado desde el siglo III y readaptado para la realización de actividades productivas agrícolas, con espacions para la producción de aceite y de almacenamiento. El lugar se conocía y frecuentaba desde el siglo II, pero es a partir del siglo III que se define como zona industrial. Del siglo IV-VI se identificaron dos estancias delimitadas por muros y pavimento en las que se encontraban instalaciones como hornos, silos, una balsa de decantación y un molino. Esto indica que la actividad productiva en Cadima se mantuvo desde los siglos III-IV como primera fase documentada, existiendo ya en esa fase un área de molienda, balsas de decantación, hornos y depósitos circulares. Todas estas zonas de producción estaban organizadas en torno a un espacio al aire libre, que se mantuvo hasta el siglo VI.

En época Tardoantigua casi todas estas estructuras cerradas ,estuvieron cubiertas por materiales vegetales, con una estructura que serviría de almacén. Conformaban una unidad productiva de autoabastecimiento marcada por el uso de formas constructivas locales.

En época islámica se instaló una necrópolis de los siglos X-XIII, utilizándose algunos espacios como vertederos y un posible hogar

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Pavimento «opus spigatum».

Este yacimiento se está destruyendo de una forma lenta pero constante. Por efecto de la erosión natural, parte de las estructuras se han desplomado sobre el curso del río Aguas. En estas fotografías podemos ver diferentes vistas de los restos de Cadímar tal y como se presentan en el corte vertical producido por el río, observándose restos de muros y pavimentos, algunos en opus spicatum.

En este yacimiento también se han encontrado monedas de entre los siglos I y IV d.C. Hoy presentaremos una pequeña cantidad de estas monedas que hemos podido estudiar y que corresponden al periodo comprendido entre los siglos III y IV d.C.

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Tras la muerte del emperador Alejandro Severo en el año 235 d.C., se inició un convulso periodo en el que el Imperio tuvo que lidiar con amenazas tanto externas como internas, en un contexto de una grave crisis económica. En esta etapa, conocida como de «Anarquía Militar», y hasta el ascenso de Diocleciano en el año 284, ocuparon el trono un total de veintiséis emperadores, que eran tan rápidamente proclamados como depuestos (vía asesinato, por lo general) por el ejército.

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Piedra labrada.

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Fragmento de tegulae romana.

A parte de una moneda de Caracalla y otra de Herennia Etruscilla, el grueso de monedas empieza con Galieno, que gobernó en solitario entre el 260 al 268 d.C. Estamos en plena crisis del siglo III, con el Imperio a la defensiva, con una gran inestabilidad política y una crisis económica condicionada por la disminución del aporte de esclavos y productos que proporcionaba la expansión romana. Fruto de esta crisis se crearon los Imperios de Palmira y el Imperio Galo, en el año 260 d.C., que no fueron sometidos a la autoridad de Roma hasta el año 272 y 274 d. C. respectivamente.

216 d. C. Denario del emperador Marco Aurelio Severo Antonino Augusto (Caracalla).

249-251 d.C. Antoniniano de Herennia Etruscilla (mujer de Trajano Decio). Acuñada en Roma.

La inflación era enorme, ya que los gastos para mantener el ejército y la administración del Imperio eran inasumibles, y la moneda romana había ido devaluándose para poder asumir los enormes costes. El denario de plata, la moneda romana por antonomasia, mantuvo su valor hasta el 64 d.C., pero a partir de ahí empezó a perder peso en plata. Finalmente, el emperador Caracalla (211-217 d.C.) introdujo el “antoniano” (a raíz del nombre del emperador, Marcus Aurelius Antoninus, Caracalla solo era su seudónimo), cuyo valor se fijaba en dos denarios de plata, a pesar de la pobre cantidad de plata que contenía, lo que provocó que se fuera devaluando paulatinamente. Con Gordiano III (238-244 d.C.) la nueva moneda sustituyó completamente al antiguo denario de plata y, finalmente, se acabó acuñando solo con bronce. Esta devaluación de la moneda agravó aún más la inflación, de manera que empezaron a cobrarse impuestos en especie e incrementó el comercio a través del trueque. Esta situación no acabó hasta que Diocleciano, ya en el s.IV d.C., suspendió el uso del denario y lo sustituyó por el “argenteus”, reestructurando la economía y la política monetaria.

CLAUDIO

275 d.C. Antoniniano del emperador Galieno.

Marco Aurelio Claudio Augusto, general de caballería, dirigió las fuerzas del Imperio en la frontera de Iliria durante los reinados de los emperadores Decio, Valeriano y Galerio. Hizo una brillante carrera militar hasta que el año 268 d.C., tras la conspiración que acabó con la vida de Galieno (en la que se sospecha que estaba implicado también Claudio), fue nombrado como emperador. Empieza una etapa que será conocida como la de los emperadores ilirios, que acabaron salvando el Imperio de una manera casi milagrosa.

El Imperio de Claudio estaba dividido entonces en tres grandes zonas, con el Imperio Galo por un lado y el de Palmira por otro. Claudio intentó unificar de nuevo todos los territorios, pero tuvo que defender las fronteras, asediadas por las tribus bárbaras. Especialmente en los Balcanes la situación era crítica, con la invasión de los Escitas y Godos, que estaban causando enormes estragos. Claudio consiguió derrotarlos en Naisso (el valle de Moravia), y se ganó con esto el título de “Gótico”, pero sus exitosas campañas fueron frenadas por su muerte en marzo de 270 d.C.

CLAUDIO II GOTICO

268 d.C. Antoniniano de Claudio II Gótico.

No es raro en este contexto tan inestable de que surgieran muchas “cecas extroficiales” que acuñaron imitaciones de antoninianos. Estas monedas de imitación circularon con total normalidad, siendo muchas de ellas buenas copias de las monedas oficiales. Poco a poco, surgieron imitaciones de peor calidad en el diseño y claramente inferiores en peso y tamaño.

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Imitaciones bárbaras de Cadima de antoninianos póstumos de Claudio con diferentes calidades.

Cuando finalmente el emperador Aureliano (270-275 d.C.) consiguió reunificar el Imperio, prohibió la acuñación y circulación de estas monedas, a pesar de lo cual siguieron circulando. Claudio II fue muy querido en Hispania y estas acuñaciones bárbaras son un hallazgo frecuente en la península Ibérica, junto a monedas posteriores. Se acuñaron hasta finales del s. III en cecas locales indeterminadas y según algunos autores, pudieron haberse continuado acuñando en Hispania hasta el comienzo de la dominación visigoda.

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Enganche de correaje de caballo.

Estas monedas de imitación eran también conocidas como acuñaciones bárbaras. En la serie de Cadímar nos encontramos, junto a un único ejemplar de Galieno, tres monedas oficiales de Claudio II (aunque es difícil a veces de diferenciar de las imitaciones de mejor calidad), y cuatro que son claramente imitaciones del tipo DIVO CLAUDIO (Divino Claudio). La muerte de Claudio II y el creciente desabastecimiento de moneda, parece que afianzó el predominio de estas imitaciones. Estas emisiones de imitación, de hecho, fueron enormemente corrientes en la franja costera mediterránea, síntoma claro de que la actividad monetaria no cesó en esta zona a pesar de la progresiva disminución de la masa monetaria oficial.

Estas emisiones locales son uno de los fenómenos monetarios más enigmáticos de la época imperial. Se desconoce por qué se eligieron precisamente en las imitaciones unas monedas oficiales póstumas muy concretas de “Consagración”.

275-276 d.C. Antoniniano del emperador Tácito.

En la serie de Cadimar y hasta el emperador Constantino Magno, solo hay dos ejemplares de los emperadores Tácito y Probo. Aureliano consiguió restablecer la unidad territorial del Imperio e inició reformas necesarias para superar la crisis, que continuaron Diocleciano y Constantino, consiguiendo de esta manera que el Imperio resurgiera y pudiera pervivir dos siglos más. Diocleciano, al darse cuenta que un solo emperador no era suficiente para atender todas las necesidades, fundó la tetrarquía, mediante el cual el Imperio fue controlado mediante dos “augustos” y dos “césares” subordinados a ellos, repartiéndose así el control y la administración del Imperio.

La serie estudiada de Cadímar presenta cinco monedas de Constantino, dos de su hijo Crispo y una póstuma (seguramente una imitación). Constantino mantuvo las reformas de Diocleciano, pero durante su reinado tuvo lugar dos hechos fundamentales. En el 313 d.C. declaró la libertad de cultos, momento en el cual el Cristianismo empezó el camino en el que acabaría convirtiéndose en la religión oficial de Roma. Además fundó Constantinopla, que convirtió en capital imperial y relegaba a Roma a ser una ciudad secundaria.

324 d.C. Follis de Constantino Magno. Ceca de Thessalonica (Macedonia).

CRISPO

320-324 d.C. Follis de Crispo.

Flavio Julio Crispo, hijo de Constantino I y de su esposa Minerva, se destacó desde edades tempranas por su valor militar. Fue nombrado César de Occidente en el año 317 d.C. En el año 326 el emperador Constantino hizo ejecutar a su hijo Crispo por una supuesta relación su madrastra, que resultó ser falsa. Crispo sufrió la “damnatio memoriae”, no solo fue ejecutado, además se eliminó todo lo que recordara al condenado.

351-355 d.C. Centenional del emperador Constancio II, ceca de Alejandría.

333-335 d.C. Medio Centenional del emperador Constancio II, ceca de Arelate.

En la serie de Cadímar nos encontramos con once monedas de Constancio II, cuatro de su hermano Constante y otra de su otro hermano Constantino II. Tras la muerte de Constantino Magno, el Imperio se repartió entre sus tres hijos. Constancio reinó sobre Constantinopla y todo oriente, mientras que Constante hacía lo propio sobre Italia, África y las provincias ilíricas. Cuando Constantino II murió, toda la parte occidental del Imperio quedó bajo control de Constante, hasta su muerte frente a las tropas del usurpador Magnencio.

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Fragmento de cerámica sigillata romana con decoración en gotas.

Constancio II acabó derrotando a Magnencio en el 351 d.C. En el 353 d.C. y quedó como soberano único. Este emperador emprendió una persecución de los paganos, ordenando la destrucción de todos los templos paganos en un edicto en el 354 d.C. Murió de unas fiebres en Tarsus en el 361 d.C., cuando iba a hacer frente a su césar, Juliano (que sería conocido como el Apóstata), que se alzó en armas y fue proclamado Augusto.

PUNTA

Punta de flecha de época medieval.

Medio centenional de Valentiniano II.

El último emperador de la Serie es Valentiniano II, en un salto de unos veinte años desde Constancio II, tras Juliano el Apóstata, Joviano y Valentiniano. Valentiniano II fue proclamado emperador a los 4 años por las legiones, compartiendo gobierno con su hermano Graciano. Graciano fue derrotado por el general Mario Máximo, proclamado emperador por sus legiones, que a su vez lo fue por Flavio Teodosio, Augusto del Imperio nombrado por Graciano. Teodosio, que sería el próximo emperador, dividiría el Imperio entre sus dos hijos y esta división fue ya definitiva.

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Año 1038-1039. Abd Al-Aziz. Taifa de Almería anexionada al reino de Valencia. Se hace referencia a Al-Nasir.

La serie de monedas descritas nos indica la presencia de un poblado hispano-musulmán en la misma ubicación en la que se encontraba la antigua ciudad romana que conocemos actualmente como “Cadima”, al menos en un periodo comprendido entre finales del siglo X y la primera mitad del siglo XI. Se trata de monedas muy fragmentadas y desgastadas, monedas que han circulado y que seguramente los dueños perdieron durante intercambios comerciales. Dos son fragmentos de época del Califato, una de la taifa de Almería anexionada a la de Valencia y cuatro son fragmentos de dirhams y divisores de dirhams de la taifa de Almería. Destaca especialmente el fragmento de divisor de dirham de Abd al-Aziz, pues se lee claramente Al-Nasir (El Protector). En 1031 el rey de la taifa de Valencia Abd Al-Aziz nombró gobernador de Almería a su hijo Abd Allah, al que dio el título de “Al Nasir”. Sin embargo, Abd Allah murió muy pronto, sin haber dejado ningún rastro de su actuación. Poco después,  en el año 1042, el cuñado de Abd Al-Aziz, Man ben Sumadih se independizó de Valencia, inaugurando la dinastía de los Banu Sumadih. Esta moneda, a nombre de Al Nasir es de especial interés, sobre todo sabiendo que ha sido hallada en Los Gallardos.

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Año 1041-1051. Man ben Muhammad ben Sumadih. Taifa de Almería.

Año 1041-1051. Man ben Muhammad ben Sumadih. Taifa de Almería.

Es precisamente de Man Ben Sumadih que son la mayoría de los fragmentos disponibles, todas recortadas , lo que indica su uso y circulación intensos. En estas monedas lo que importaba era el peso de la plata, por lo que se recortaban para alcanzar el peso necesario para las transacciones. De ahí que la presencia de muchas monedas fragmentadas en un tesorillo, por poner un ejemplo, nos indica que éste circuló bastante. En concreto tenemos dos dirhams recortados y otros dos divisores de dirham también recortados.

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