Tras la publicación de nuestro amigo David Jackson de un excelente artículo sobre el terrible final del sacerdote de Turre Francisco López Ejea, haciendo referencia a otros párrocos de la zona que también fueron asesinados, hemos pensado en volver a publicar lo que ocurrió también con el de Bédar, José Castaño Galera. Comenta David que el párroco de Bédar fue lanzado por un puente, aunque Francisco Martínez Botella, sarcedote e investigador, publicó un artículo en el número 15 de la revista Axarquía (Sacerdotes asesinados en el Levante Almeriense en 1936, 2ª parte, número 15) nos cuenta lo que pasó:
«Nuestro sacerdote había nacido en Bédar el 8 de noviembre de 1870 y allí fue bautizado al día siguente. Hijo de una familia de labradores, supo desde niño lo que es el duro trabajo del campo, por eso trabajó sin desfallecer ganando sus sutento hasta el último día de su vida.»
«Destacó Don José por su sencillez evangélica: vida de oración, atención a todos sin distinción ni acepción de personas y extrema pobreza. Recuerdan todavía hoy algunos octogenarios de Bédar haber visto al cura ´rebuscar´olivas en el campo para poder sobrevivir, pues debido a la extrema pobreza de los feligreses no obtenía estipendio alguno por sus servicios pastorales»
Al estallar la Guerra Civil fue detenido y obligado a realizar trabajos forzados entre golpes e insultos, sin apenas comida ni bebida.

Finalmente el anciano párroco ya no pudo más. «…don José se encontraba ya muy débil por los duros trabajos, el poco alimento y su avanzada edad; por la tarde se sentó en el suelo y soltó el azadón con el que trabajaba; entonces los milicianos le amenazaron diciéndole que, si no picaba, lo iban a matar, y él respondió: ‘Haced lo que queráis, muero gustoso por Cristo’. Le pusieron varias veces el astil del azadón en las manos pero ya no tenía fuerzas para sujetarlo, y allí mismo entre insultos, blasfemias y golpes lo acribillaron a tiros.»
Queda claro que José Galera no pudo ser considerado como un potencial y peligroso informador del bando nacional. Lo que pasó en esa terrible guerra no tiene ninguna explicación racional más allá del puro y simple odio, y a diferencia de lo que pasa en Turre, no hay ningún memorial que lo recuerde.