Estas celebraciones se llevan a cabo en septiembre en honor la patrona de Bédar en el cerro de la ermita. Es posible que, según los autores del libro Turre. Historia, cultura, tradición y fotografía (por Ana Alarcón, Josefa Alarcón y Juan Grima,1996 pp. 219-220), el inicio de esta tradición tuvo lugar en el siglo XVIII, en una época en la que se produjo un aumento de población y ruralización de todo el Levante almeriense, como una forma de superar la época anterior, marcada por la despoblación (producida a raíz de la expulsión de los moriscos) y el miedo a los ataques de los corsarios procedentes del norte de África, dando moral a los habitantes. Las fiestas de moros y cristianos de Bédar son muy similares a las que se celebran en otras localidades de la zona como las de Cabrera y La Carrasca (Turre) o El Marchal de Lubrín.
Las fiestas de moros y cristianos de Bédar, según un trabajo de investigación de Don Miguel Flores González-Grano («Fiestas de Moros y Cristianos en la Villa de Bédar» Cuevas del Almanzora, 1936. Revista Axarquía n.º 4, verano 1999, pp. 155-157. Este artículo fue reproducido íntegramente en el programa de fiestas del año 1999 y los que estén interesados en leerlo pueden encontrarlo en esta misma página) citado en la obra anteriormente mencionada la celebrada en la Carrasca provendría de una que se realizaba antiguamente en Los Gallardos (y por lo tanto de Bédar); los autores apuntan, sin embargo, que lo más seguro es que las fiestas de moros y cristianos que se celebran en Bédar, Los Gallardos, Carboneras y La Carrasca provengan de la que se celebraba antiguamente en Cabrera. Al respecto del origen de esta fiesta en Bédar podemos leer lo siguiente en el artículo del anteriormente mencionado Miguel Flores: «La primera obra de que se tiene noticia, según las personas más ancianas de la localidad, pues no se encuentra documento alguno que a ella haga referencia, ha desaparecido y no se sabe de donde pudo traerse, ni quién la pudiera escribir; la segunda que es la que se representa en la actualidad, fue aportada hacia el año 1886, por un maestro de Escuela llamado David Camacho, ignorándose si fue compuesta por él, o de donde la copiara, inclinándonos a aceptar este último supuesto.»
El Ayuntamiento es el que se encarga de elegir a los 4 o 5 mayordomos, que son los que se encargan de preparar las fiestas y de velar por que todo salga a pedir de boca. Ellos son los que hacen el programa y son los encargados de la recaudación de fondos (entre los vecinos y comercios del pueblo) así como de su gestión.
Los moros y cristianos de Bédar se compone de dos actos: en el primero la Virgen sale en procesión con los cristianos desde la iglesia; cuando llegan al cerro de la Virgen son sorprendidos por los moros que los vencen y se quedan con la Virgen, tras lo cual los cristianos se retiran. Los moros vuelven a la iglesia llevando la Virgen celebrándose entonces una misa. En el segundo acto son los moros quienes salen de la iglesia con la Virgen, pero los cristianos vuelven y vencen a los moros, recuperando la Virgen. El segundo acto acaba con el general moro pidiendo el bautismo. Cuando la representación acaba todos, moros y cristianos, marchan a la iglesia para celebrar otra misa. Participan, uno por cada bando: un general, un embajador, un espía y un abanderado. Antiguamente se disfrazaban como podían: los moros con sábanas y toallas, los cristianos con uniformes del ejército regular, montaban caballos, tanto los moros como los cristianos (un burro en caso de espía) y llevaban sables, rifles y escopetas. Últimamente la cosa ha mejorado mucho en estos aspectos, los trajes son cada vez más elaborados y espectaculares.
En el año 1991 y con el objetivo de preservar esta vieja tradición se publica un librito con el texto completo de los Moros y Cristianos de Bédar. Hasta entonces se guardaba, escrito a mano, en algunas libretas. Veamos ahora el texto de los Moros y Cristianos:
A continuación reproduzco un texto de los moros y cristianos un poco más antigua, encontrado en una vieja libreta y escrito por Juan Bolea González posiblemente en la década de los 50 o 60 a juzgar por los demás papeles entre los que se encontraba, y aunque al parecer faltan párrafos (si lo comparamos con el recientemente editado) es muy interesante observar las pequeñas diferencias que se observan respecto al anterior:
A continuación, el artículo de Miguel Flores González Grano de Oro:
(*) Este artículo, todavía inédito, fue escrito por don Miguel Flores en junio de 1936 para ser publicado en el mes de octubre siguiente en la Revista «África». El inicio de la Guerra Civil y el asesinato de este escritor durante su transcurso, impidieron que el artículo viese finalmente la luz (Original en Archivo de García Guirao) FIESTAS DE MOROS Y CRISTIANOS EN LA VILLA DE BÉDAR (ALMERÍA) MIGUEL FLORES GONZÁLEZ GRANO DE ORO (1879-1936) Académico correspondiente de «La Historia» Al grito de -¡Santiago, cierra España!- los intrépidos adalides de la Cruz, después de continuo batallar, lograron expulsar de la península Ibérica a los guerreros de la media luna que siglos antes la invadieron. Acostumbrándose en aquella lucha los cristianos a mirar la religión como bandera de guerra, y aunque hasta los últimos tiempos éstos no les impedía convivir con los hombres de otros ritos, siendo los diferentes estados peninsulares un campo abierto a mahometanos e israelitas, contrayendo nupcias con caballeros moros princesas cristianas, y en las ciudades más populosas moraban juntamente familias practicantes en cada una de las tres comuniones, celebrando sus cultos sin ser inquietadas ni perseguidas, poco a poco nuestros reyes se volvieron intolerantes, expulsaron a los judíos primero y a los mahometanos después, solamente por serlo o por razones políticas difíciles de precisar, y trataron de extender al mundo entero la religión de Cristo, imponiéndola a sangre y fuego: para convertir a idólatras y a herejes emprendieron portentosas expediciones y conquistas, cuyo principal objetivo era la propaganda del catolicismo, y de aquí puede, tal vez, derivarse la implantación de las fiestas de Moros y Cristianos, que en ciertas solemnidades de los pueblos del mediodía y levante de España son uno de los obligados números de todo buen programa de festejos. Ejemplo: los tradicionales que en Alcoy se celebran en honor de su patrón San Jorge. Don Fidel Fernández en su obra Sierra Nevada (1), asegura que estos romances de tan marcado carácter antiguo, traen su origen de uno de Juan del Enzina (1496), si hemos de dar fe a las investigaciones de Mitjana: se trata de un tipo especial de comedias representadas al aire libre, que tienen como característica destacada la intervención directa del pueblo durante el transcurrir del argumento, pero no abundamos en ese aserto, por encontrar referencias más arcaicas en la Historia bética, escrita por Carlos Verardi y representada en Roma en 1492, con motivo de los festejos que allí se celebraron para solemnizar la conquista de Granada. Es posible que estas comedias bélico-populares se llevasen de unos pueblos a otros, aunque no habría que irse muy lejos para buscarlas, pues en la villa de las Cuevas – hoy ciudad de Cuevas del Almanzora – también se celebraba este festejo: aparece su constancia en el acta capitular del 9 de febrero del 1649, en que, «Esta villa dijo que por cuanto para S. Diego se hacen algunas fiestas y se necesita que para ellas se nombre capitanes, por tanto, nombró esta villa para cabos a Alonso Jofré el Moço, por cabo de los moros, y de los christianos a Juan Rodríguez, ambos venos de la villa, y así lo mandaron y firmaron los qe saben =Gonzalo Pérez-Monte, Juan Flores = Christóbal Capel Casquer, escribano». En Zújar (Granada) representan anualmente una interesante obra, a la que irrespetuoso rimador se permitió al imprimirla, en 1926 (2), enmendar algunos versos, sustituyendo por otras de lamentable factura, menguado fruto de su cacumen, las clásicas estrofas populares, mutilando lo que de bello, valiente e inspirado había en los largos parlamentos que acaso escribiera un anónimo contemporáneo del lorquino poeta-hístoriador Ginés Pérez de Hita. Igualmente se celebraba en Antas, y sigue celebrándose en Bédar, villas vecinas que tienen por Patrona a la Virgen en la misma advocación ¿Podrían ser los romances de esta última villa derivación de los de Zújar? 1 Drama rústico en honor de Ntra. Sra. de la Cabeza, Patrona de Zújar, Guadíx, Tipografía de Flores. Los personajes que interpretan la de Bédar se diferencian poco de los que intervienen en otras parecidas, apreciándose que las más están inspiradas en un mismo modelo. Son los cristianos: Ayudante, Embajador, Abanderado, el Espía José Parranda y el General Lara ¿uno de los célebres Infantes de nuestros romances populares? Están los moros representados por cuatro actores: el Espía, el Embajador, el Ayudante y el General Muley Muza; comparsas de moros y cristianos toman parte activa en su ejecución, localizándose la acción en la plaza del poblado en el día 24 de septiembre de cada año, estando sujetas las dos jornadas en que se divide, a las características comunes que concurren en esta clase de composiciones poéticas. La primera obra de que se tiene noticia, según las personas más ancianas de la localidad, pues no se encuentra documento alguno que a ella haga referencia, ha desaparecido y no se sabe de donde pudo traerse, ni quién la pudiera escribir; la segunda que es la que se representa en la actualidad, fue aportada hacia el año 1886, por un maestro de Escuela llamado David Camacho, ignorándose si fue compuesta por él, o de donde la copiara, inclinándonos a aceptar este último supuesto. Bédar, es una villa con Ayuntamiento, enclavada a la mitad de la vertiente meridional de la sierra de su nombre, situada entre las de Filabres y Cabrera; los edificios que forman el núcleo de la población, están distribuidos en diferentes calles irregulares, tortuosas y penosamente pinas; la Virgen de la Cabeza es su patrona desde que el alcaide moro, del entonces lugar de Védar, hizo pleito homenaje en el real que sentó don Fernando de Aragón ante los muros de la inmediata ciudad de Vera, en la primera decena de junio del 1488; es de las llamadas de vestir y nos parece bastante más moderna de la antigüedad que le atribuyen sus férvidos admiradores; los primeros pobladores cristianos celebraron cultos en su honor, unidos a los de Antas, de quién Bédar fue anejo y ayuda de Parroquia en los años que siguieron a la reconquista. Cuando creció la población, los dos pueblos trabaron discusión sobre cual de ellos había de quedarse con la adorada imagen, dando por resultado la controversia, que cada vecindario comenzara a construir una ermita sobre el monte más alto de la demarcación respectiva, a fin de que se llevase la sagrada efigie aquel que primero la erigiese; Bédar edificó su santuario antes que Antas, quedando terminado en el día 23 de septiembre del 1507, y fue el que después se demolió para poner en explotación ricas minas de hierro, trasladando la Virgen a la Parroquia; se acordó en buena armonía, celebrar la fiesta en el primero de los indicados poblados el 24 de septiembre de cada año, y en el segundo el 8 del mismo mes para que, dada la hermandad reinante entre ambos, no coincidiesen los festejos, lográndose así la máxima afluencia de gentes del contorno, atraídas por la fama de las fiestas, y un mayor esplendor para las mismas. En la Cortijada de la Carrasca (Turre), en lo más alto de la Sierra Cabrera, persisten otros Moros y Cristianos; solemnízase con ellos la festividad de la Inmaculada Concepción de María; se importaron de Los Gallardos y tienen muchos versos iguales, pero no coincidentes en la ordenación a los de Bédar, lo que no es de extrañar teniendo en cuenta la proximidad de los tres pueblos. Los Gallardos fueron hasta hace muy pocos años una aldea de Bédar. Desgraciadamente tanto en la precitada villa, como en casi todos los pueblos en que perdura la tradicional Fiesta de Moros y Cristianos, se ha adulterado, perdiéndose mucho del primitivo romance anónimo, que al decaer lamentablemente en algunos periodos, le resta valor documental como pieza folklórica, literaria e histórica. (1) Granada, 1931, parte 6′ cáp. XLVII, págs. 288 a 293 Revista Axarquía, año IV, n.º 4, Verano 1999 – Pgnas. 155-157
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