Bédar y Serena durante el misterioso periodo comprendido entre 1571 y 1682

Empezaron pronto las deportaciones de los moriscos del reino de Granada tras el fin de la rebelión de las Alpujarras, y no se salvaron ni los que no participaron de la rebelión. Unos 50000 moriscos fueron deportados, de los que se calcula que murieron más del 20% por hambre y enfermedad. Primero fueron trasladados al interior de la península, como preludio de su expulsión general decretada en el año 1609.

En la distribución de los moriscos que se había planeado, según Mármol, los moriscos de Guadix, Baza y cuenca del Almanzora irían a la Mancha, reino de Toledo, Castilla la Vieja e incluso León mientras que los de la tierra de Almería  serían embarcados hacia Sevilla desde donde se repartirían teniendo cuidado que no fueran a Murcia, Valencia y el Marquesado de Villena pues había allí ya muchos moriscos.

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Barranco de la Balsa Alta y de los Chorreadores

El encargado de llevar a los moriscos del valle del Almanzora y de la sierra de Filabres fue el capitán Miguel de Moncada. Según Tapia fueron conducidos a Vera y Almería 3800 personas. El plan consistía en aprovechar un día de fiesta, separarlos en la iglesia y engañarlos explicándoles que lo hacían para poder llevarlos a otro lugar en espera que la situación mejorara y pudieran volver. Primeramente se pretendía embarcarlos en la playa de Vera para llevarlos en galeras hasta Sevilla, tal y como se hizo en el grupo de moriscos llevados a Almería. Pero el mal tiempo evitó que siguieran este camino, por lo que se llevaron a Albacete. El 7 de noviembre de 1570 se inicia la marcha, don Pedro de Padilla lleva a Albacete a 8.000 moriscos que recoge en Vera e informa a su llegada, el 22 de diciembre del mismo año, que ha tenido que dejar a algunos en Lorca y Murcia por estar enfermos y no poder caminar, entregando más o menos unos 6300. En Albacete se instalan provisionalmente siendo después repartidos.

Moneda hallada en Bédar (Jamontar/Dehesa Real). Por su buena factura sabemos que fue acuñada en «el Ingenio» de Segovia. Esta bonita pieza tiene la característica de que se puede ver la moneda «base», a pesar de los resellos, y podemos comprobar que se trata de una moneda de dos maravedís de Felipe III (Philippvs III) de 1601. En cuanto a los resellos, observamos claramente un resello de cuatro maravedís (IIII) y otro de seis (VI). Sabemos que resellos con un IIII se hicieron en los años 1603 (con una corona en la parte superior y la inicial de la ceca debajo) y 1654-5 (llevaba estampado en la parte posterior la fecha). Por la falta de algunos elementos, no sabemos de cual de los dos «IIII» se trata, la ausencia del sello posterior parece indicar que es de 1603, aunque parece que el de «IIII» se superpone a la de «VI». Por otro lado, el resello de VI es más claro, con punto superior y ceca -G- de Granada, con su correspondiente resello posterior que debería indicar un «1641» coronado (se aprecian solo la corona, el primer 1 y parte del 6).

El 7 de diciembre del mismo año 1570 sale una segunda partida de moriscos, entre los que se encuentran los de Sorbas, Lubrín y unos cuantos de Cabrera y Serena. Estos tuvieron peor suerte ya que salieron con condiciones climáticas muy adversas y  se dirigían a Córdoba, a las tierras que allí tenía el Marqués del Carpio. Tan difícil fue la travesía que solo llegaron a  Córdoba 471, el resto murió en el camino o fueron dejados en Lorca, Caravaca, Calasparra, Hellín, Linares y Satisteban del Puerto. De los que consiguieron llegar muchos murieron al poco de llegar, por lo que se informó de que «solamente superaron el trasplante 222, la cuarta parte».

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Barranco de la Cueva Oscura

El apeo de Bédar se hizo junto al de Serena y se realizó muy tarde (empezó el 18 de Abril de 1575) debido al peligro que suponía la presencia de monfíes moriscos en la sierra de los Filabres. Rodrigo Alonso hace traer desde Lorca a Alonso Martinez, un morisco que residía en Serena y que conocía las tierras para poder realizar el apeo de estos lugares.

Una vez el escribano del rey tomó posesión de las propiedades y terrenos en nombre del rey se procedió a dividirlo todo en “suertes”, que se repartían entre los nuevos pobladores. Si por cualquier razón una “suerte” parecía desigual se daba una “refaizión” (seguramente una compensación). Serena quedó sin repoblar después de la expulsión de los moriscos, que fueron deportados hacia Castilla en septiembre de 1570. Serena se unió al municipio de Bédar en 1575, ya que, aunque en el Libro de Apeo se diferencian claramente entre Bédar y Serena, en el repartimiento de las “suertes” se mezclan las tierras de ambos suelos.

Moneda hallada cerca de la Pecera, en Bédar. Se trata de una moneda acuñada a martillo (tosca y con bordes irregulares). Presenta tantos resellos y está tan desgastada que no se aprecia nada de la moneda original. En una de su caras se ve claramente un resello de ocho maravedís (número arábigo). La otra cara es completamente caótica y solo se distingue un resello «VI» y otra vez un «8». Este «8» se aplicó en diversas monedas durante los años 1651-2.

 La expulsión de los moriscos conllevó una grave crisis que duró hasta el siglo XVII. En primer lugar se produjo una crisis demográfica que no pudo se subsanada con la llegada de los repobladores, por lo general pobres escasamente preparados para las labores que debían emprender; y todo esto en un marco de opresión por parte de la corrupta burocracia y oligarquías locales. Muchos repobladores, endeudados y sin tierras, tuvieron que volver a sus lugares de origen mientras que las mejores tierras quedaron en manos de la iglesia, militares y otros poderes locales

Por otro lado estaba la actividad de los monfíes moriscos que actuaban desde sus refugios en las montañas, a destacar la banda del Joraique, que actuó en la zona del valle del Almanzora. La acitividad de los monfies se mantuvo en la zona hasta el año 1577 y fue su presencia en Filabres la que hizo que se retrasaran los apeos y repartos en esas zonas. También estaba el problema de la piratería, el clima de inseguridad que provocaban sus ataques se incrementó tras la expulsión de los moriscos, que aportaron a los piratas información precisa. La actividad corsaria dificultaba en mucho el proceso de repoblación de las ciudades de la costa.

Moneda hallada en Bédar (Jamontar/Dehesa Real). Se trata de una moneda de Felipe III de «el Ingenio» con unos resellos visibles de 1651 y del «8», siendo problemente de 1651-1652.

Como consecuencia de esta situación, las poblaciones de Bédar y Serena permanecieron sin ser repobladas, pero ¿durante cuanto tiempo? En 1573 visitó estas zonas el comisario real Tello Gómez del Aguilar, declarando que para evitar el paso de los piratas se debía establecer una cuadrilla de 40 soldados en Cabrera. El miedo a las incursiones piráticas mantenía una despoblación que, a su vez, favorecía la acción de los piratas. El proyecto de repoblar Bédar con 30 vecinos cristianos viejos no pudo llevarse a cabo porque nadie deseó ocupar aquellos lugares.

Años más tarde, el mismo comisario real redactó lo que venía a ser un parte de defunción de las cuatro pueblos moriscos despoblados: «En la ciudad de Moxacar a dos días del mes de julio de mil e quinientos y setenta e seis años, Tello González de Aguilar mandó se ponga en relación en como los lugares de Bedar y Serena, Teresa y Cabrera están despoblados, en lugares muy peligrosos». Este miedo perduró muchos años, todavía en 1593 los 41 vecinos del lugar de Turre residían en Mojácar, por estar mejor defendida, desplazándose solo para cultivar las tierras y luego retornaban por la noche.

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Barranco de los Chorreadores-de la Cueva Oscura

La despoblación en Bédar y Serena se mantuvo durante mucho tiempo, los archivos parroquiales de la iglesia de Santa María de la Cabeza de Bédar no se inician hasta 1682,cuando en otros lugares cercanos se inician mucho antes, como pasa en Antas (1612) o Turre (1660). Durante este periodo sabemos que se instalaron unos lavaderos del mineral de plomo para el mineral que se explotaba en El Pinar de Bédar. Desconocemos la ubicación de este lavadero, aunque por los registros de escorias registrados a partir de mediados del siglo XIX creemos que pudo estar cerca de la fuente de agua de la Basalta o bien en el barranco de la Cueva Oscura o Bedarín. Según se informa en el asiento para la explotación de las minas de plomo del Pinar de Bédar (desde 1613), cuyo mineral se llevaba a Bédar para ser lavado y fundido, se indica claramente que Bédar estaba despoblada: se llevan los metales á media legua dellas á un despoblado que llaman de Bedar, donde hay abundancia de agua para las fundiciones y lavaderos. Estas minas estuvieron activas, al menos, hasta 1629, aunque desconocemos exactamente hasta qué fecha estuvieron en explotación.

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Barranco de la Cueva Oscura y Bedarín.

Estos son los datos documentales que hemos podido consultar. Desde el punto de vista de los hallazgos numismáticos en Bédar, tenemos constancia de tres monedas, encontrada una cerca de la Pecera (cerca de la Balsa Alta) y otras dos no muy lejos de ahí, en la zona de Jamontar-Dehesa Royal. Se trata de monedas de época de Felipe III-Felipe IV que por los resellos que presentan estuvieron circulando entre 1641 y 1652. ¿Pudieron ser monedas perdidas por los primeros pobladores de Bédar de 1682? Es posible, pero en 1660 la Monarquía decidió abandonar la práctica de los resellos y se acuñaron nuevas monedas (pragmática de 29 de octubre de 1660). Podríamos suponer que estos tres ejemplares pudieron pertenecer a los primeros repobladores que, tal y como ocurrió en Turre, no residían en Bédar por lo peligroso del lugar pero que cultivaban tierras allí. Sin embargo, no parece una hipótesis muy plausible por la lejanía a poblaciones más seguras. Podría tratarse también de los primeros pobladores que ya residieran allí previo inicio oficial de los registros de la parroquia de Bédar, aunque también pudieron haber pertenecido a visitantes temporales, como por ejemplo los trabajadores del lavadero que sabemos a ciencia cierta que trabajaron en Bédar. La cercanía de los hallazgos a los lugares donde sabemos que pudo estar ubicado este lavadero da cierta verosimilitud a esta teoría.

En todo caso, este periodo que comprende el final del siglo XVI y gran parte del siglo XVII es uno de los más misteriosos (sin tener en cuenta los propios orígenes) de la historia de nuestro pueblo.

No puedeo finalizar el post sin acordarme de nuestro gran amigo, el diputado José Luis Sánchez Teruel. Ya saben, el diputado del PSOE que votó en contra de una intervención arqueológica de emergencia en El Argar. Un figura donde los haya.

jlst

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