Seguimos investigando al respecto del extraño hallazgo numismático procedente del Castillico de los moros de Bédar.
Cuando todavía había accesos practicables para poder llegar a las ruinas del castillo, era casi una especie de tradición el subir para «buscar tesoros». Siempre se podía encontrar algún trozo de cerámica o algún trozo de plomo. Como siempre, corrían los típicos rumores sobre lo «otros» habían encontrado, que si una espada por ahí, que si una vasija por allá…
Ruinas de la torre principal del Castillico de los moros en Bédar
Nos llegaban muchas de estas fotografías, algo que se incrementó gracias sobre todo a las facilidades que dan los móviles con cámara, por lo que nos propusimos intentar recopilar el máximo de fotografías de todos los «hallazgos» casuales posibles, para conservar al menos la imagen y evitar que se olvidaran. Claro que algún que otro arqueólogo o historiador se echará las manos a la cabeza ante esta situación, pero es la triste realidad y nos tememos que estas fotografías serán lo único que quede. La erosión va actuando lentamente sobre la cima amesetada del cerro donde se encuentra el castillo; es bastante desolador, tras subir por las riscas como un mono para llegar, ver como poco a poco los escombros del viejo castillo derribado por los Reyes Católicos se van escurriendo cerro abajo, arrastrando trozos de cerámica medieval. Lo peor es saber que un estudio profesional será muy complicado, ¿qué se puede esperar en una provincia en la que las autoridades ni siquiera se interesan en yacimientos de importancia internacional como los de El Argar de la vecina Antas? ¿Qué esperanza hay para un pequeño castillo roquero, un hisn hispano-musulmán?
Pequeña figurita de barro cocido, probablemente un juguete de origen mozárabe procedente de las cercanías del despoblado morisco de Teresa, en Turre.
Pequeñas pinzas que se utilizaban para realizar intervenciones en la piel. Castillico de los moros de Bédar
Aunque mucho se habrá perdido, hemos conseguido documentar un más que interesante grupo de objetos hallados allí arriba, Destacan varios restos de cerámica esgrafiada al manganeso, conchas perforadas usadas como decoración, unas impresionantes pinzas para realizar pequeñas intervenciones quirúrgicas sobre la piel, varios e interesantes fragmentos de plomo, y una punta de flecha. Por suerte, los que los encontraron nos han podido dar bastantes datos al respecto del sitio exacto donde los hallaron. Así sabemos que las pinzas, una de los restos más intrigantes por lo inusual, aparecieron en lo que debió ser la torre principal de la fortaleza.
Aunque en un principio lo considerábamos como un claro ejemplo de castillo roquero típico de la época nazarí (de los construidos cerca de la frontera), el (re)descubrimiento de las pinturas de la Balsa Alta, que pudieron estar relacionadas, ya nos hace sospechar de que pudiera tener más antiguedad, remontándonos al siglo XI-XII. El hecho del descubrimiento de las pinzas ya nos indicaban que este castillo quizás fue algo más que una sencilla fortaleza roquera de un pequeño poblado perdido en la sierra. No en vano ¿quién podía entonces permitirse un médico?
Aljibe del castillico de los moros.
El último descubrimiento del que hemos tenido noticia es de una moneda. Pero, para nuestra sorpresa, cuando vimos la fotografía nos dimos cuenta de que no se trataba de una identificable moneda de la época nazarita, como es el caso de las varias encontradas en el cercano castillo homólogo de Serena. Era algo mucho más raro y, curiosamente, también procedente del mismo lugar donde se encontraron las pinzas.
Se trata de una pequeña moneda de bronce con cospel casi cuadrado, de 2,2 x 2 cm y 1,2 gramos de peso, por lo que nos indicaron. Los caracteres son muy poco visibles. Lo primero que llama la atención es que no se trata de una moneda hispano-musulmana, salvo la presencia clara de un resello , que podría tratarse del final de la palabra Allah ( الله ), una l y una h; o quizás de la palabra LAHU, que significa EL, refiriéndose a Dios.
Será a partir del 720 d. C. con la reforma de Al-Malik que se impone el clásico patrón musulmán para las monedas, con las típicas leyendas unitarias y mencionando al profeta. Antes de esta fecha y ante la falta de moneda propia, los nuevos pobladores musulmanes se vieron obligados a utilizar la moneda que existía previamente; sin embargo, los resellos de este tipo son rarísimos.
A diferencia del resello, los rasgos de la moneda solo son parcialmente visibles en el anverso e imposibles de identificar en el reverso. La moneda debió ser recalentada para su resellado, lo que añadido al desgaste propio, hizo desaparecer casi todos los caracteres de la moneda original. Aun así se puede apreciar un busto de frente muy sencillo provisto de armadura (se ven claramente los puntos de la armadura) y con algunos otros elementos alrededor poco claros. Parece que el resello fue aplicado a propósito sobre el rostro del personaje representado en el busto, algo que no debería sorprender que hiciera un invasor obligado a usar esta moneda, ya que su religión prohibía la representación de seres humanos o animales para evitar la idolatría.
Moneda con resello hallada en el Castillico de los moros de Bédar, con un busto de frente en el que es claramente visible la armadura formada por puntos. El resello está aplicado directamente sobre el rostro de la figura.
Diferentes monedas de imitación bizantinas procedentes de la zona de los Balcanes. Obsérvese la simplicidad de los bustos, con trazos gruesos imitando el de las monedas oficiales, similares a nuestra moneda en estudio.
Creímos en un principio que podría tratarse de algún tipo de copia de moneda oficial visigoda. Pero tras una investigación, lo más parecido que hemos encontrado a esta moneda son un tipo de imitaciones locales de monedas bizantinas procedentes de los Balcanes, de un tipo que no nos consta que se hayan encontrado todavía en España.
Pero ¿es posible que hubiera circulación de moneda bizantina en la zona donde se encuentra Bédar? De hecho sí, la presencia bizantina comienza en Hispania con la llegada del ejército de Justiniano en el 552 d. C. a petición del rey visigodo Agila para luchar contra el rebelde Atanagildo. Tras la victoria final de Atanagildo, que fue proclamado rey, los visigodos se volvieron contra los «imperiales», pues así se conocía a lo que no venía a ser más que la continuación del antiguo imperio romano oriental. Sin embargo, no pudieron expulsarlos y los bizantinos se establecieron en el sudoeste de la península, en una franja desde Cartagena (Carthago Spartaria) hasta Málaga (Malacca), incluyendo la ciudad de Baria y todo el valle del Almanzora.
Otra visión ampliada de la moneda del castillico, anverso y reverso. Se observa claramente como la aplicación del resello ha fisurado la moneda. En el reverso se observa también la impresión del resello.
Posteriores reyes visigodos siguieron lanzando campañas contra los territorios controlados por los imperiales en la segunda mitad del siglo VI, cada vez más acuciados por otros problemas en otras partes del extenso imperio Bizantino. Con la llegada al trono del rey visigodo Sisebuto (621-621 d.C.) se llevaron a cabo dos nuevas campañas que reducen este territorio prácticamente a lo que vendría a ser su capital Carthago Spartaria, incluyendo supuestamente todavía la ciudad de Baria. El control definitivo de la península (que no de las islas Baleares y de Ceuta) llega con el sucesor de Sisebuto, Recaredo II, entre el 623 y el 626.
Las emisiones bizantinas son raras y mal conocidas. La escasa cantidad de moneda bizantina que se ha encontrado en la zona se achaca a la refundición y nueva acuñación de moneda por parte de los visigodos. Posiblemente los bizantinos acuñaron moneda en su provincia de Spania, en una ceca oficial que se cree que estuvo en Carthago. Se cree también que se acuñaron pequeñas monedas de pequeño módulo en diversas ciudades bajo dominio bizantino, ante la falta de moneda circulante, pero es algo que todavía está en estudio. En todo caso, la moneda del castillo de Bédar, de confirmarse su origen bizantino, no parece incluirse entre ninguna de las emisiones conocidas.
La posibilidad de que la moneda de base sea bizantina no quiere decir, ni mucho menos, que la fortaleza pueda datar de esa época. Pero lo que llama poderosamente la atención es precisamente el resello, que tuvo que realizarse antes de la reforma de Al-Malik y tras el inicio de la invasión musulmana de la península (es decir, entre el 711 y el 720 d. C.), periodo en el que la moneda debió ser depositada en el castillo. Esto nos hace pensar que la antigüedad del mismo pudiera ser mucho mayor de lo que creíamos (siglo VIII), es decir, en los primeros momentos de la dominación musulmana.