Hacía tiempo que no teníamos noticias del importante yacimiento arqueológico romano que se encuentra en Los Gallardos.
Tras informarnos de la aparición de una pequeña moneda de bronce procedente de Cadima, y creyendo que sería una de las habituales monedas del emperador Constancio II, procedemos, tras conseguir las fotografías y medidas, a que las analice nuestro numismático de cabecera.
En el reverso de esta moneda se representa a una Victoria en marcha, a la izquierda arrastrando un cautivo. Como ceca se indica ANTΔ, la cuarta oficina de Antiochía. Pese a su pequeño tamaño (14 mm) presenta representado un Crismón (monograma de Cristo).
La sorpresa viene cuando recibimos el diagnóstico: se trata de una fracción de centenional de Flavio Arcadio Augusto, acuñada en la oficina cuarta de la ceca de Antiochia (Síria) entre el 392 y el 395 d. C. Se trata, pues de la moneda más tardía del Bajo Imperio romano conocida procedente de este yacimiento, superando a la que hasta ahora ostentaba este récord, un medio centenional del emperador Valentiniano II acuñada en Sisciak (Croacia). La presencia de monedas con cecas de la parte oriental del imperio demuestra la importante actividad económica de la antigua villa romana que conocemos actualmente como Cadima, o «Cardinar», como aparece en planos más antiguos.
Flavio Arcadio Augusto, más comúnmente conocido como Arcadio, fue el hijo mayor del gran emperador Teodosio I. Nacido en el 377 d. C, fue elevado al rango de Augusto del imperio por su padre en el 383 d. C. A la muerte de su padre en el 395 d. C, fue nombrado emperador de la pars orientalis del imperio, mientras que su hermano Honorio lo fue de la occidental.
Esta fue división fue la definitiva, el imperio nunca más volvió a estar unido. Arcadio sería, por lo tanto, el primer emperador del Imperio romano de Oriente.
A diferencia que su padre, Teodosio I el Grande, Arcadio era débil de carácter y siempre fue dominado por otros personajes influyentes, que afortunadamente siempre le fueron leales. A su muerte, lo único bueno que se pudo decir de él es que tenía buena letra manuscrita. A decir de sus contemporáneos, era tonto por encima de toda medida, además de débil y enfermizo. A pesar de todo, el reinado de su hijo Teodosio II y de la emperatriz Pulqueria, aseguraron una larga vida al Imperio romano de Oriente.