Por fin ha llegado a mis manos el nº 15 de la Axarquia, que corresponde realmente al número de 2010, aunque por motivos de financiación no ha podido acabar de editarse hasta ahora. En la editorial se explican estos problemas y como, gracias al Instituto de Estudios Almerienses y la Consejería de Turismo y Comercio de la Junta de Andalucía, se ha podido volver a publicar esta revista. Como bien se indica en la editorial:
«En nuestro auxilio ha acudido la Consejería de Turismo y Comercio de la Junta de Andalucía, que ha considerado que nuestro proyecto no puede morir, porque nuestra revista es un referente cultural de primera para un turismo de calidad. En efecto, Axarquía estudia y profundiza en el territorio y en sus gentes, mostrando elementos que van más allá de las informaciones de Internet, las Oficinas de Turismo o las Guías Turísticas; nuestra revista es la avanzadilla, la nutriente, la que difunde elementos desconocidos que revitalizan el valor histórico, cultural y afectivo de lo nuestro, de los valores endógenos de nuestra comarca y sus gentes.»
No puedo estar más de acuerdo. Si no fuera por la Axarquía, que fue una de las primeras junto a la ya desaparecida «La Cimbra» de Los Gallardos, no existiría «ruta minera» en Bédar ni el alcalde y su concejal de cultura podrían vanagloriarse de ella ni de su patrimonio histórico, como a veces hacen. Si no fuera por la Axarquía, los guías de la ruta de la minería de Bédar, si existiera, solo podrían decir «…aquí hay un agujero… aquí hay otro…»
Pero sin embargo, cuando Axarquía pide al Ayuntamiento de Bédar que colabore con la revista, la respuesta es invariablemente negativa. No sé qué han alegado para negarse esta vez, supongo que la excusa falsa de siempre de «no hay dinero». Cuando sí que había dinero tampoco colaboraban. Y no hablamos de grandes cantidades, ni siquiera aceptan el comprar varios ejemplares para que sus propios vecinos puedan leerlo. Ángel Collado como alcalde de Bédar y su concejal de cultura tendrían que plantearse muy seriamente lo que quieren para Bédar y que si de verdad buscan convertir Bédar en una villa eco-turística, como afirman, van muy mal encaminados.
En este número, el número 15, hay un artículo que me ha llamado poderosamente la atención, pues es un tema que siempre ha quedado pendiente. Me refiero al asesinato durante la Guerra Civil del cura de Bédar José Castaño Galera. Ya alguna vez lo había mencionado, creo que al respecto de qué personajes merecían aparecer en calles y plazas. Es muy injusto que no haya en Bédar ningún tipo de recordatorio de este párroco. El artículo lo firma Francisco Martínez Botella, sacerdote e investigador, y aporta la fotografía del sacerdote asesinado. La misma fotografía que una vez estuvo colgada del tablón de anuncios de la iglesia, con un discreto recuerdo a su memoria.
Incluyo algunos pasajes del artículo «Sacerdotes asesinados en el Levante Almeriense en 1936 (2ª parte)»:
«Nuestro sacerdote había nacido en Bédar el 8 de noviembre de 1870 y allí fue bautizado al día siguente. Hijo de una familia de labradores, supo desde niño lo que es el duro trabajo del campo, por eso trabajó sin desfallecer ganando sus sutento hasta el último día de su vida.»
«Destacó Don José por su sencillez evangélica: vida de oración, atención a todos sin distinción ni acepción de personas y extrema pobreza. Recuerdan todavía hoy algunos octogenarios de Bédar haber visto al cura ´rebuscar´olivas en el campo para poder sobrevivir, pues debido a la extrema pobreza de los feligreses no obtenía estipendio alguno por sus servicios pastorales»
Al estallar la Guerra Civil fue detenido y obligado a realizar trabajos forzados entre golpes e insultos, sin apenas comida ni bebida.
Finalmente el anciano párroco ya no pudo más. «…don José se encontraba ya muy débil por los duros trabajos, el poco alimento y su avanzada edad; por la tarde se sentó en el suelo y soltó el azadón con el que trabajaba; entonces los milicianos le amenazaron diciéndole que, si no picaba, lo iban a matar, y él respondió: ‘Haced lo que queráis, muero gustoso por Cristo’. Le pusieron varias veces el astil del azadón en las manos pero ya no tenía fuerzas para sujetarlo, y allí mismo entre insultos, blasfemias y golpes lo acribillaron a tiros.»
Sin duda la crueldad, la maldad y la estupidez son características típicamente humanas que no dependen de las ideas políticas ni religiosas. Los encontraremos en todas las épocas y profesando las mas diversas ideas políticas y religiones. Siguiendo el artículo de Francisco Martínez Botella, pude comprobar hasta qué extremos puede llegar el ser «»humano»», porque lo que hiceron con los curas de Sorbas y Turre solo permite calificar a sus verdugos, desde un punto de vista médico, como de psicópatas asesinos.
Los asesinos no merecen ser mencionados, ni siquiera recordados. En cambio no debemos olvidar nunca a José Cataño Galera, quien en 1936 mostró a unos salvajes (por no dedicarles otros adjetivos) la grandeza del ser humano.
Sirva este post como mi pequeña contribución a la memoria de José Castaño Galera, párroco de Bédar. Recomiendo a todos la lectura del artículo mencionado, disponible en el número 15 de la Axarquía de 2010.