Hoy nos ha dejado Antonia Vilches, la Retratista. Ante todo queremos dar el pésame a toda su familia y que sepan que los acompañamos en el sentimiento en estos momentos tan difíciles.
Antonia nació el 29 de noviembre de 1925 en Guarromán (Jaén), siendo la cuarta y única hija entre los 10 hijos de la familia formada por José García Valero y María Vilches Pareja. Dedicada durante su juventud a las responsabilidades propias de una familia numerosa, también ayudó a la economía familiar, dedicada a la venta de barquillos, caramelos y helados en as ferias y verbenas de la zona.
Durante la Guerra Civil tuvieron que adaptarse a la carestía de productos y comenzaron a realizar retratos con las populares cámaras del minuto. Fue al finalizar la Guerra Civil cuando Antonia conoció a quien sería su marido Cristóbal Martínez López, natural de Lubrín, con el que contrajo matrimonio cuando contaba 20 años de edad. Fue por esos entonces cuando aprendió el oficio de peluquera en Cazorla, formándose también para utilizar las cámaras minuteras para los retratos.

Finalmente, la pareja decidió trasladarse a Bédar cuando una de las hermanas de Cristóbal contrajo matrimonio con Bernardo Ortega Carrillo, que poseía un cortijo y terrenos de cultivo, de esta manera podían ayudar el cultivo de esos terrenos. Cuando Antonia advirtió que no había ni peluquera ni retratista en Bédar ni Los Gallardos, decidió empezar a ejercer ambas profesiones en ambos pueblos, ampliando su radio de acción también a Lubrín, Turre, Vera y Mojácar. Supo adaptarse en todo momento a la evolución técnica de las cámaras fotográficas, pasando de los retratos a los reportajes fotográficos.
Antonia se ganó rápidamente la estima y el cariño de todos los habitantes, y aunque tuvo que dejar el oficio de peluquera por sus problemas de salud, ejerció el de retratista y fotógrafa desde 1945 hasta 1990 por su más que merecida jubilación, 45 años de retratos y fotografías que han dejado un patrimonio fotográfico inmenso y han retratado toda una época que nunca volverá. Pero para los que la conocimos, nos deja también una huella indeleble, por su humanidad y gentileza.

Hoy nos ha dejado, estando acompañada de sus seres queridos. Su recuerdo y sus fotografías quedarán con nosotros, junto con todos los recuerdos atrapados que vivirán siempre en ellas. La recordaremos como a ella le gustaría, con la alegría que siempre mostró, hasta en los momentos más difíciles. Y hoy lo hacemos como sin duda ella lo hubiera querido, con sus propias fotografías, de las que incluimos unas cuantas en este post.
Como ella misma dijo:
«Yo siempre tengo a Bédar y a todos sus vecinos en mi pensamiento, siempre me habéis tratado con cariño y respeto, como yo a vosotros. He pasado ahí casi toda mi vida y eso no se puede olvidar.
Ya se me han echado los años encima y muchas dolencias, pero doy gracias a Dios que mi cabeza me riega como un ordenador.«
Extracto de una carta escrita por Antonia al músico Diego Rubio. Otoño de 2017.
Descanse en paz.
