Aunque no es, desde luego, el único motín provocado por los bedarenses, es sin duda muy significativo de lo que fue Bédar y ya no es.
Antes, si el Alcalde no daba debida cuenta de en qué se gastaba el dinero, la gente se cabreaba. Si encima el susodicho Alcalde se mostraba prepotente se podía liar parda.
Arqueología: antigua bomba de agua de lavadero minero, Bédar siglo XIX
Aunque el hecho se publicó en diversos periódicos de la época, es hasta el momento (que yo conozca) la Voz de Menorca el que más detalles da, en su edición del Sábado 20 de Enero de 1912 (página 1, Año VII, Número 2.384, para todos aquellos que gustan de concoer las fuentes)podemos leer lo que sigue:
Motín en Bédar.
El vecindario de Bédar (Almería) había pedido al alcalde en imponente manifestación fuera suprimido el impuesto de Consumos y se diese publicidad á la inversión de los fondos municipales.
El alcalde ofreció solemnemente, desde el balcón del Ayuntamiento, que accedería a las justas pretensiones de sus administrados.
Los manifestantes redactaron un escrito expresando sus deseos, y lo enviaron al Gobierno civil.
Como pasaba el tiempo y los ofrecimientos del alcalde no se cumplían, y los vecinos de bédar oían constantemente las bravatas del alcalde de que no haría más que su voluntad, el pasado día 6, á las once de la mañana, sin previo aviso, sino como natural consecuencia del malestar que existía en el pueblo, un pequeño grupo de personas, que comentaban la frescura del monterilla, fué engrosando poco á poco, hasta formar una imponente manifestación. finalmente, unas mil ó mil quinientas almas, en actitud amenazadora, se dirigieron a las Casas Consistoriales, donde en aquel momento se hallaba reunida la Corporación municipal.
compactos grupos de hombres, mujeres y niños se introdujeron en el salón de actos, y otros rodearon el edificio, pidiendo á gritos las cuentas, la dimisión del alcalde y la de todos los concejales.
El alcalde, Francisco Castaño, rogó, suplicó é hizo mil promesas de que accedería á cuanto el vecindario pidiera; pero éste, lejos de creer en las promesas de la primera autoridad municipal, aumentaba sus gritos de protesta, hasta que el alcalde se vió precisado á firmar la dimisión y desaparecer del pueblo con toda precipitación, no sin que antes visitara al juez municipal de la villa para darle cuenta de lo ocurrido.
Firmada la dimisión por el alcalde, los manifestantes pidieron á los concejales que aceptasen la renuncia del señor Castaño.
Los ediles trataron de convencer á los manifestantes, pero éstos no creyeron tampoco en los ofrecimientos de los concejales, y tuvieron necesidad de aceptar la dimisión del alcalde y de dimitir ellos también sus respectivos cargos.
Hallábanse los manifestantes en las Casas Consistoriales cuando llegó á ellos la noticia de qeu el juez municipal estaba instruyendo un sumario en contra de determinadas personas á quienes el alcalde había acusado de promotores de los sucesos que se estaban desarrollando, é irritado el vecindario por lo que ellos calificaban de injusticia, se dirigieron al domicilio del juez municipal, de quien solicitaron que rompiera las diligencias sumariales que, por recomendación del huído monterilla, estaba instruyendo.
El juez, bien sea porque lo creyese justo ó bien porque temiera las iras populares, entregó el sumario á las mujeres, y éstas, seguidas de compactos grupos de hombres y de chiquillos, corrieron á la plaza del pueblo, donde hicieron trizas los papeles, entre horrible gritería.
El famoso alcalde se trasladó á la ciudad de Vera, desde donde dirigió telegramas al Gobierno civil, relatando lo ocurrido y culpando de ello á los que mayores odios le inspiraban.
Una vez conseguido que fuerzas de la Guardia civil se trasladaran á Bédar, el señor Castaño regresó á su domicilio, confiando su tranquilidad á la fuerza armada.
Las últimas noticias que de Bédar se tienen dicen que los ánimos están cada vez más exacerbados, debido á que el vecindario cree que el señor Castaño insistirá en ser alcalde contra la voluntad del pueblo.
Se da por seguro que se reproducirán escándalos de no ser destituido oficialmente el actual Ayuntamiento y si no se da cuenta á los vecinos de la inversión de los fondos del Municipio.
Curiosa noticia, de un tiempo donde una manifestación podía contar con más personas de las que ahora viven en el pueblo (y con diferencia) y en las que los alcaldes «chulitos» que acababan cabreando al personal al final la pagaban, y todo por exigirle que diera cuentas de lo que hacía.
Por cierto que «monterilla» no es un insulto, sino que se llaman así los alcaldes de lugares rústicos o de labriegos, y eso que en una manifestación se podían juntar hasta 1.500 personas ¿Cómo lo llamarían ahora?
Desde luego, como ha cambiado la cosa.