Exposición «Montañas al Sur. Sierra Nevada en la mirada europea»

El pasado 15 de abril se inauguró en Granada la exposición «Montañas al Sur. Sierra Nevada en la mirada europea», una exposición conmemorativa del XXV aniversario de la declaración de Sierra Nevada como Parque Nacional (1999-2024). Esta exposición abarca un conjunto amplio y variado de relatos, impresiones, estudio e imágenes elaborados por viajeros, pintores y científicos procedentes de países extranjeros que viajaron al Reino de Granada, adentrándose en sus territorios y sierras y dejaron testimonio de su visita.

En esta importante exposición, que estará abierta hasta el mes de julio, el pueblo de Bédar ha hecho su pequeña aportación, prestando un álbum de fotografías de 1898 de la visita de una expedición minera al Sudeste español y Portugal promovida por la sociedad minera francesa Schneider y Compañía. La riqueza mineral del Sudeste español hizo muy habitual la organización de expediciones de prospección, integradas por ingenieros de minas y personal de las empresas interesadas en su explotación, que se hacían acompañar por guías locales. Las memorias técnicas que elaboraban solían acompañarse de un registro fotográfico más o menos amplio, que incluía no solo los yacimientos visitados, sino las localidades recorridas, las gentes que las poblaban y el recuerdo de las visitas turísticas que complementaban el viaje.

El álbum prestado a la exposición es particularmente rico en este tipo de material. Con más de 300 fotografías, realizadas en 1898, se muestran diferentes lugares desde Murcia hasta Moncorvo, en Portugal, incluyendo diferentes pueblos y grandes capitales como Almería, Granada, Córdoba, Sevilla y Madrid. Con excelentes fotografías, sobre todo de los pueblos de la Alpujarra Granadina, Motril, Berja, Rodalquilar… y por supuesto Bédar y Serena. Los ingenieros de la sociedad francesa buscaban yacimientos de hierro que poder explotar para alimentar sus fundiciones en Cette (la actual Sète), por lo que visitaron las minas de Clifton Pecket en la sierra de Bédar, incluidas las minas Mulata y Santa Catalina.

Minería de Bédar en la Feria de Vera de 2023

Ha llegado nuestras manos un ejemplar del libro de la Feria de Vera de este año 2023. Este prestigioso libro de ferias contiene habitualmente muchos artículos de interés, fuente de información para muchos investigadores.

Este año queremos destacar un extenso artículo que recupera la minería específicamente veratense, en especial sus principales protagonistas, las fundiciones de plomo y la Escuela de capataces de minas, haciendo incidencia en el patrimonio que hay llegado hasta nosotros. Esta minería es indisociable de la la del levante almeriense, que incluye también el importante patriomio bedarense.

Asociado a este artículo, se incluye un extenso reportaje sobre la exposición «Luces y Sombras», de la que hemos hablado en diferentes ocasiones en este blog y de la que la asociación APAMIBE fue organizadora. Con una asistencia récord de más de 7000 visitantes, en esta exposición se mostraron diferentes joyas del patrimonio minero bedarense, algunas desconocidas, como es el caso del escritorio del ingeniero de la Compañía de Águilas, Afredo Dorn, una vagoneta Bleichert original del cable Serena-Los Gallardos o el Sagrado Corazón original de la iglesia minera de El Pinar de Bédar.

Entre los modelos a escala expuestos, destacaba uno de la fundición «La Española», el palacio de Juan Anglada en Madrid y una de las locomotoras del ferrocarril de la Compañía Chávarri, Lecoq y Compañía, la locomotora «Bédar», de la línea Bédar-Garrucha con un vagón de mineral.

Entre los centenares de objetos expuestos, se podían encontrar todo tipo de material minero original, mucho procedente de la minería de Bédar, como carburos, cascos, barrenas… hasta un martillo neumático, pasando por teodolitos, pantómetros y hasta un prisma topográfico original utilizado por los ingenieros de minas en Bédar.

No podemos dejar de dar las gracias al Ayuntamiento de Vera y a los organizadores, en especial a su comisaria Magdalena Navarro Arias.

Los increíbles sellos de caucho mineros bedarenses de la exposición «Luces y Sombras» de Vera

Volvemos para analizar de los muchos objetos extraordinarios mostrados en la exposición «Luces y Sombras» celebrada hace los pasados meses de abril y mayo. Los que se dedican al estudio de la historia minera de nuestra provincia sabe lo difícil que es encontrar documentación original perteneciente a las muchas compañías mineras que se formaron, pues más difícil aún es contar con el material de oficina utilizado para generar esos documentos. Nos referimos a los sellos de caucho, imprescindibles para rubricar dichos documentos que ya son, de entrada, difíciles de encontrar.
Entre las muchas maravillas que pudimos ver en dicha exposición había varios sellos de caucho, cinco que fueron expuestos y dos que no. Hoy vamos a echarles un vistazo y sobre todo, volver a utilizarlos, algo que no se hacía con alguno de ellos desde hacía más de 100 años.

El primero de ellos estaba expuesto en «medicina y minería» y por una muy buena razón. Cuando lo volvemos a utilizar, nos aparece el sello de un médico, concretamente del médico bedarense Don Antonio Bolea, un personaje muy conocido en Bédar (una plaza del pueblo le está dedicada). No podemos olvidar que no solo fue médico del pueblo sino que también trabajó para la sociedad minera Unión Bedareña como médico perteneciente a la mutualidad Hispania. Un auténtico vestigio histórico.

Este otro sello estaba algo deteriorado por el mucho uso y los muchos años pasados, pero al volver a utilizarlo no tuvimos problemas en reconocer de qué se trataba por haberlo visto ya antes en algunos documentos. Se trata del sello de una de las sociedades cooperativas de mineros más antiguas, la sociedad La Igualdad de El Pinar de Bédar.

El siguiente sello es simple, pero hace referencia a la que fue una de las compañías mineras más importantes, la todopoderosa Compañía de Águilas, un sello que hemos visto en muchos certificados de trabajo de mineros de la misma, aunque normalmente con tinta roja.

La siguiente nos muestra otra de las sociedades mineras más importantes, la propietaria del cable aéreo Bédar-Garrucha. Se trata de la Sociedad de Explotación de las minas de hierro de Bédar, una filial de la Compañía de Águilas. Se trata también de un sello sencillo que se utilizaba básicamente en cartas y certificados para mineros, aunque a diferencia de la anterior, se solía utilizar con tinta azul, seguramente para evitar errores con la anterior.

El siguiente es quizás uno de los sellos de caucho más impresionantes y elaborados. Se trata de un sello de nuevo de la Compañía de Águilas-Sociedad Minera Anónima. El sello es también de mejor calidad, con una marca de latón en el pomo más elaborada (para identificar rápidamente la posición correcta del mismo) que se utilizaba para cartas más importantes. Como curiosidad, se indica «Apartado Vera Provincia Almería», por lo que podemos saber que se trata de uno de los últimos sellos de esta compañía minera utilizado en el levante almeriense, a pesar de lo cual ya sobrepasa los 100 años.

El siguiente sello no llegó a ser expuesto por falta de espacio, pero sí estuvo entre los objetos cedidos a los que hemos podido acceder. Se trata de un sello más moderno que los anteriores y que, por las informaciones que poseemos, posiblemente perteneció a un ingeniero de TRAMISA (Tratamientos Minerales SA), una empresa que se dedicó al lavado de minerales en Bédar y en la zona de Cabo de Gata. Lo único que se puede leer es «Ángel Vicente Grespo» y «Almería«. El resto del sello ha sido deliberadamente borrado, seguramente para poder seguir utilizándolo tras un cambio de empresa y de dirección, que podría tratarse perfectamente con la empresa minera mencionada.

El último sello, compañero del anterior y seguramente del mismo dueño. La utilidad es evidente.

La vagoneta del cable Bédar-Los Gallardos vuelve a Bédar

Tras la finalización de la exitosa exposición «Luces y Sombras» en Vera (que han disfrutado más de 5.000 visitantes y con una importante repercusión en diferentes medios, incluidas la televisión), uno de sus reclamos principales emprendió ayer su regreso a Bédar.

La vagoneta recién instalada delante de la entrada a la exposición con el bastidor construido por el equipo de mantenimiento municipal de Vera. Tras su instalación, tuvo que ser limpiada de óxido, especialmente la «canasta» y se le aplicó posteriormente un producto para evitar la oxidación, necesario para su exposición, especialmente en exteriores.

Miembro de APAMIBE durante las tareas de restauración y resultado final.

Extrañamente, y a pesar de la gran representación que la minería de Bédar ha tenido en esta exposición, ésta no ha tenido gran repercusión en la localidad, donde a duras penas ha sido comentada en las redes sociales más activas del municipio, si no tenemos en cuenta la propia difusión realizada por este humilde blog. Por supuesto, cabe destacar la colaboración del Ayuntamiento cediendo el vagón de la vagoneta y la presencia de su alcalde en la inauguración, pero la falta de interés en Bédar contrasta vivamente con el enorme interés que ha generado la exposición, en un contexto de interés y revalorización creciente de la historia y patrimonio minero y geológico de la comarca cuyo mayor exponente es, hoy día, la geoda gigante de Pulpí, que está proporcionando pingües beneficios a los pulpileños. Siendo uno de los pueblos con más patrimonio arqueológico-minero de todo el levante y cuyo porvenir está ligado necesariamente al turismo, es difícil explicar este desinterés y desidia en algo con tanto potencial. La recuperación por parte del ayuntamiento de la vagoneta que ha estado expuesta en Vera, uno de los principales atractivos de la misma, servirá para medir la temperatura del interés real en Bédar por su patrimonio. Se trata de una vagoneta completa, recuperada gracias al trabajo desinteresado de la asociación Correcaminos de Turre, el equipo de mantenimiento del ayuntamiento de Vera (que la ha ensamblado e instalado un bastidor) y la asociación APAMIBE, que se ha encargado de restaurarla y aplicarle una cobertura antióxido (necesaria para su exposición en exteriores), todo esto sin coste alguno para el municipio de Bédar ¿Será instalada en un lugar prominente de Bédar con un acto inaugural como merece o quedará arrinconada sin pena ni gloria en algún rincón discreto de Bédar, o peor aún, en algún almacén? Sería un triste destino para la que creemos es la única vagoneta aérea de este tipo recuperada y expuesta públicamente.

Miembros de la asociación Correcaminos de Turre, completando la restauración. Fueron también los encargados de la dura tarea de recuperar el pesado carretón y suspensor, que se encontraba en un lugar de difícil acceso en la sierra de Bédar.

¿De qué se trata exactamente? pues se trata de una verdadera reliquia del cable aéreo que se instaló desde las minas de Serena hasta Los Gallardos, en el punto de la Venta del Empalme de la Carretera de Almería-Murcia (Las Canteras), con 3.849 m. de longitud horizontal total. En Los Gallardos se contruyó un cargadero de 500 toneladas de capacidad desde el que se cargaba el mineral en camiones. La capacidad de transporte de este cable se era de 35 toneladas/hora.  La construcción del cable se prolongó durante dos años bajo la dirección de Joaquín Larragoiti Larragoichea, ingeniero de la empresa vizcaína instaladora (García de Legarda, Hijo, domiciliada en Bilbao) y empezó a funcionar en 1956.

Vagoneta ya cargada en el camión para su transporte a Bédar, fotografía efectuada el 05/06/2023.

Se trataba de un bicable del sistema del fabricante Bleichert, en la que la vagoneta, provista de un sistema de suspensión, se desplazaba sobre un cable fijo «portante» por medio de un carretón. El movimiento se aseguraba gracias a un cable tractor móvil, movido por un motor instalado en Serena, al cual las vagonetas se enganchaban por medio de un ingenioso sistema de mordaza patentado por Bleichert que se accionaba por el propio peso de la vagoneta.

Acabamos de recibir una fotografía de la ubicación actual de la vagoneta:

¿Se trata de si ubicación definitiva o es simplemente temporal hasta que se decida dónde ubicarla? ¿Parece el lugar más adecuado para sacarle partido a dicho bien?

«Luces y sombras, la sociedad del sureste de España en tiempos mineros. (s. XIX y s. XX).»

Este sábado se inaugura la exposición «Luces y Sombras» en Vera. APAMIBE ha colaborado aportando mucho de la historia y restos mineros de Bédar, que podrán contemplarse allí. Queremos destacar la recuperación de un carretón del cable aéreo Bédar-Los Gallardos perdido en el barranco de Serena gracias a nuestros amigos, la asociación los Correcaminos de Turre y su presidente Jacinto Alias. La vagoneta aérea con carretón será expuesta, por primera vez, en esta exposición. No pueden faltar a la inauguración el sábado a las 8:00 de la tarde.

Gracias a todos los miembros de Correcaminos por su trabajo de recuperación de nuestro patrimonio, y a todos los miembros de APAMIBE que han colaborado, especialmente a Antonio González e Ine Thijs. Bédar y su historia minera siempre presentes, asesorando a los coordinadores de la exposición, Magdalena Navarro Arias y José Berruezo García. Gracias, en definitiva, a todos los que han a aportado información y objetos.

Viaje al fondo de los pozos mineros de Bédar

Volvemos tras un periodo sin publicar novedades, aunque no porque hayamos seguido trabajando en diferentes temas ligados al patrimonio de la zona, en especial la recopilación de datos sobre mineros.

Gracias a Bajo los Espartales (https://agjodar.blogspot.com/) y a su administrador Antonio González Jódar y con la ayuda de Francisco Soler, hemos procedido a realizar los primeros descensos con cabria por dos de los pozos mineros más emblemáticos de Bédar: el pozo P de la mina Mahoma y el pozo Esperanza en la demasía a Sagunto.

La cabria, diseñada por Antonio González, dispone de una cámara robotizada y focos, lo que permite explorar con seguridad los viejos pozos mineros, además de recoger muestras de agua si fuera necesario. Habiendo ya sido testada en los profundos pozos de Sierra Almagrera, llegó el momento de «echar un ojo» a los pozos del coto minero de Bédar.

El pozo P, ubicado en el barranco de la Hoya, cerca de la barriada de Los Pinos (Serena) era uno de los pozos de extracción de la Compañía de Águilas (como todos los que fueron designados con letras mayúsculas). Se situaba en el margen de avance de la mina Mahoma en su avance desde el pozo Júpiter, siguiendo el buzamiento de la capa de mineral de hierro en lo que se conoción en 1901 como «fosa de Mahoma». El pozo disponía de un castillete de mampostería para dar soporte a la cabria, accionada por una máquina locomovil a vapor. Dos edificios completaban la instalación, uno de ellos para proteger la máquina de vapor.

De los muchos castilletes que llegó a haber en Bédar, es precisamente el castillete del pozo P el único que se conserva en Bédar, casi de forma milagrosa. Y, por una de esas casualidades, es del único el que hemos podido localizar los planos originales.

El pozo P, de esmerada construcción, presenta unos 60 metros de profundidad. Cerca del fondo se encuentra la galería de enganche, en la que todavía se puede observar una vía para vagonetas.

El pozo Esperanza era el pozo principal de extracción de las labores de la concesión demasía a Sagunto. En su época dispuso de una castillete y máquina se extraccion, provisto de una curiosísima tolva en forma de medio embudo que era el origen de una pequeña vía mienra, conocida como vía Esperanza, que conectaba con la de Vulcano, que llevaba el mienral hasta el cargadero de cable aéreo de la Compañía de Águilas.

Posteriormente y a diferencia del pozo P, la mina fue explotada de nuevo por Hierros de Garrucha a partir de 1952, rehabilitando los mismos elementos (pozo, tolva y máquina de extracción), aunque esta vez utilizando un motor eléctrico (de ahí la presencia de una torre de transformación). El pozo muestras las diferentes reparaciones efectuadas en esta segunda época de extracción.

El pozo, también de 66 metros de profundidad, presenta un primer enganche a 9 metros, un acceso para mineros y material, y otro, el principal, a 58 metros, con un curioso refuerzo metálico con raíles reutilizados.

Una línea de alta tensión amenaza el futuro turístico de Bédar, Serena y Los Gallardos

La nueva red eléctrica prevista cambiará la imagen de Bédar radicalmente.

Las noticias que nos llegan son muy preocupantes en lo que respecta al trazado de la línea de alta tensión que debe alimentar la línea del AVE, concretamente hacia una subestación prevista junto al Cabezo María, en Antas. Los trazados previstos han hecho saltar todas las alarmas, pues la línea de cables y torres de alta tension cruza de lleno la sierra de Bédar, pasando directamente por la pedanía de Serena y pasando prácticamente al lado de uno de nuestros símbolos más reconocibles, la estación de carga de Tres Amigos.

Como una imagen vale más de mil palabras, hemos hecho una reconstrucción de lo que supondrá en Tres Amigos esta obra. Añadimos también los planos con el trazado previsto. En definitiva, un ataque frontal a uno de los elementos más representativos de Bédar. Además del pasar justo por encima de Serena, con todo el riesgo que puede suponer el paso de líneas de alta tensión por una zona poblada como es Serena. Además, la línea cruzará toda la zona de la conocida ruta minera de Bédar, que tanto tiempo ha tomado en estudiar, proyectar y poner en funcionamiento. La línea destrozará el atractivo paisajístico de toda esta ruta.

Tal y como se aprecia en el plano, la líne apasa pegada a Serena y cruza por todo el trazado d ela Ruta minera hasta Tres Amigos.
La línea cruza también el término municipal de Los Gallardos, también justo al lado de su ruta minera, lo que supone de nuevo un deterioro de uno de sus mayores atractivos: el paisaje.
La pedanía de Serena (Bédar) es uno de los pueblos del levante que ha conservado mejor su pasado hispano-musulmán y es el punto de llegada de la ruta minera de Bédar. La nueva línea, que pasará justo al lado, supondrá un grave perjuicio pata todos los vecinos de Serena y para Bédar, en general.

Serena (Bédar): crónica del descubrimiento de un castillo olvidado

Fue en 2010 cuando dimos a conocer el hallazgo e identificación de un nuevo castillo en la pedanía bedarense de Serena, antigua población independiente en época (al menos) nazarí. Escuchando una transmisión radiofónica hace una semana (que hemos publicado en el blog), se volvió a recordar el descubrimiento de este castillo, y nos hemos dado cuenta que vuelve a caer lentamente en el olvido, algo a lo que parece que tiende todo lo que concierne a Bédar y Serena. No esperamos que se promueva ninguna iniciativa de excavación arqueológica, con la cantidad de restos arqueológicos de primer orden de la zona que esperan su turno, sería muy inocente de nuestra parte. Tampoco pedimos que se reconozca su condición de lugar progegido, como toda fortaleza militar aunque sea desconocida, su calificación como BIC es automática por el simple hecho de serlo.

Volveremos a recordar cómo lo encontramos y, sobre todo, cómo podemos afirmar con seguridad que es lo que afirmamos que es. Sería hacia 2004 cuando una idea me empezó a dar vueltas; en esos momentos estaba documentando la mezquita-iglesia de Serena y ya estaba claro que Serena fue una población independiente en época nazarí, incluso hasta más grande que ésta. Tenía su propia mezquita y… ¿no tendría también su propio castillo? Era evidente que debía tener una, ya que durante el reinado del rey de Granada Muhammad V (1354-1358 y 1361-1390) que se construyeron y repararon la mayor parte de las fortalezas de la frontera; se estableció que cada núcleo de población, por pequeño que fuese, debía disponer por lo menos de una torre de refugio para la población.

La clave la encontré finalmente en el Libro de Repartimiento y Apeo, en el que se indicaba claramente la presencia de una «antigua fortaleza», que se encontraba a un lado del gollizno del camino que seguía desde el pago de la Coca hasta el pago de la Mar. Serena es uno de los pueblos de Almería que mejor ha conservado su pasado musulmán, el sistema de riego y los pagos prácticamente no han cambiado. Fue realmente un juego de niños seguir las indicaciones hasta localizar los restos de la fortaleza. Posteriormente pareció evidente que era el lugar más indicado, pero eso es fácil decirlo a posteriori, de la misma manera que fue difícil que la gente creyera la historia del castillo perdido de Serena.

Representación del aspecto que debió tener el castillo moro de Serena.
Plano a escala en la que se representan de forma aproximada los diferentes elementos de los que debió contar el castillo de Serena. Las torres se representan en color violeta y la ubicción aproximada del aljibe en rojo. El castillo debió contar con dos superfícies a diferentes alturas, representandas en verde y amarillo en el plano. La entrada parece que se ubicaba en el vértice SE, donde una pequeña torre debió servir de defensa del este punto de acceso.

Pero ahí estaban los restos del castillo, sobre la cima amesetada de un cerro. No existen caminos para subir y los restos son casi invisibles, pero quedaban algunos restos de cerámica. Posteriormente algunos vecinos nos informaron de la aparición de una serie de monedas y otros restos, al parecer relacionadas con unas excavaciones realizadas en la zona aparentemente para el soterramiento de una línea eléctrica durante los años 80 y 90 (datos que no pudimos confirmar), además de la existencia de otros restos antiguos en la cima del conocido como cerro de la Cruz. En un post anterior ya explicamos cómo reunimos la información y analizamos parte de este hallazgo, que denominamos «tesorillo de Serena» a pesar del escaso número de ejemplares y su mal estado. Elaboramos un ejemplo de cartel con los datos fruto de la investigación, el que destaca un felus datado en 1474 o una fracción de un dinar de Muley Hacén. También pudimos constatar la presencia de los restos de una antigua atalaya en el cerro de la Cruz, que aseguraría un control de los accesos a Serena desde Bédar y un punto de comunicación con el castillo vecino, con el que no hay una conexión visual directa. Con todos estos elementos, si incluímos las referencias documentales a Serena en época nazarí, nadie podrá poner en duda la entidad de las ruinas a las que hacemos referencia.

Fotografías de diferentes elementos numismáticos de Serena de época nazarí. Destaca el fragmento central, una fracción de dirham cuidadosamente recortado en el que se aprecia el nombre del rey de Granada Abū al-Ḥasan ʿAlī ben Saʿd más conocido entre los cristianos como Muley Hacén o Mulhacén, fallecido en 1485.

Serena, como pueblo independiente, contaba con su propia mezquita, cuyas ruinas se han conservado milagrosamente gracias a que, tras ser utilizada como iglesia, se destinó a almazara de aceite. Se trataba de una sólida construcción, prácticamente desprovista de decoración, que podía ser usada como fortaleza en caso necesario.

También descubrimos que había quien dudaba de que el viejo edificio de Serena hubiera sido realmente una mezquita, evocando, en particualr, su parecido con la ermita mudéjar de Santa Fe de Mondújar. El parecido es evidente, pero queda también la duda de que esta ermita no esté también construida sobre una antigua mezquita. Dado que Serena se entregó pacíficamente al rey Don Fernando en 1488 tras la caída de Vera, la mezquita no debió sufrir daños y, de la misma manera que se ha constatado documentalmente en Bédar, ésta se «reconvertió» en iglesia, es lógico pensar que en Serena se hiciera lo mismo, para lo cual parece que la mezquita sufrió una serie de modificaciones para su nueva función de iglseia, modificaciones que ya analizamos en un anterior post. En cuanto a la mezquita de Serena, el prestigioso historiador José Angel Tapia Garrido, éste afirma en su obra Historia general de Almería y su provincia, volumen 7 (1989) lo siguiente “En Serena, su anejo, la mezquita estuvo en uso hasta el 1.570, que los moriscos abandonaron el lugar y se arruinó.”  Por otro lado, los expertos de la Consejería de Cultura que estudiaron las ruinas para su declaración como BIC son también claros en este aspecto: «La Ermita de Serena, edificio originariamente construido para albergar una mezquita, presenta una inusitada dimensión espacial para su tipología, y fue adaptado al culto cristiano como ermita tras la conquista cristiana de Bédar, manteniendo dicho uso religioso hasta la construcción, a fines del siglo XVII, de la iglesia parroquial de la localidad.» Es por esto que, a pesar de algunos comentarios, podemos afirmar con seguridad que estamos ante una antigua mezquita, eso sí, reconvertida en iglesia mudéjar con posterioridad. Fue el hecho de que Serena acabara como una pedanía de Bédar lo que permitió que se conservara hasta hoy en día, ya que en Bédar finalmente se acabó construyendo una iglesia nueva y la «iglesia vieja» acabó desapareciendo.

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Restos de la antigua mezquita-iglesia
Comparativa de la entrada de la mezquita-iglesia de Serena y la ermita mudéjar de Santa Fe de Mondújar antes de su restauración. Los parecidos son evidentes.
Se han documentado diferentes elementos de época nazarí procedentes de Serena, como estos anillos de bronce.

El castillo de Serena, a diferencia de su mezquita, fue demolido. Lo mismo pasó con el de Bédar, y es algo lógico ya que dado que no hubo una ocupación inmediata por parte de tropas cristianas de estas fortalezas, se quería evitar que fueran utilizadas en caso de insurrección. Los castillos de Serena y Bédar eran pequeños castillos roqueros que parece que contaron con una torre principal y una o dos torres que protegían la entrada. El castillo de Bédar era un poco más grande que el de Serena y parece más antiguo, con una herrería y un pequeño arrabal en la loma del cerro, al menos datando de época del califato, pero solo un estudio arqueológico podría sacarnos de dudas. Parece ser que se tomaron más molestias en destruir el castillo de Serena, del que prácticamente no quedó nada en pie y hasta el aljibe fue completamente demolido. Por el momento, todo lo que se sabe sobre el castillo de Serena se corresponde con la época nazarí.

También se han encontrado fragmentos de cerámica esgrafiada al manganeso en Serena, como en diferentes lugares de Bédar. A la izquierda encontramos un interesante fragmento procedente de Serena en el que se aprecia lo que parece un índalo, seguramente algún tipo de decoración que aparenta una forma antropomorfa y que recuerda vivamente a otro fragmento hallado en Bédar (derecha) con una especie de figura similar. Otro más de los parecidos entre ambas poblaciones.
A la izquierda, resto de un lienzo de muralla en en lado E del castillo de Serena, uno de los pocos de los que quedan restos. El castillo fue demolido a conciencia, diferetes fragmentos de enlucido de cal se encuentran cerca del vértice SE, restos del aljibe de la fortaleza.
Esta contera de espada atestigua la función primordialmente militar de esta estructura.
Restos de cerámica decoradas de grandes recipientes de almacenamiento de líquidos.

Y hasta aquí este pequeño resumen de más de 17 años de investigaciones completamente amateurs y sin ningún tipo de ayuda. Esperamos que algún día une estudio arqueológico confirme o desmienta estos datos que aportamos, pero en todo caso estamos seguros que la historia final será incluso más apasionante de lo que pensamos. Lo que es indudable es que Serena guarda todavía el espíritu de la antigua alquería nazarí que fue, quizás sea uno de los lugares más auténticos, a salvo por ahora de la locura urbanizadora, que queda en Almería. Y está a un solo paso de la ruta minera de Bédar… 12/05/2021 Juan A. Soler.

Los restos de una atalaya en el cercano cerro de la Cruz pudieron servir en su época para la necesaria comunicación con el castillo vecino de Bédar, con el que no había una línea visual directa. La posición ofrecía además una vista de todo el valle de Vera, además de controlar el camino de acceso a Serena desde Bédar, parte del antiguo camino que llevaba hasta Sorbas.
Fragmentos de cerámica medieval encontradas junto a los restos de la atalaya del cerro de la Cruz no dejan dudas sobre su origen.
Cartel divulgativo sobre el «tesorillo de Serena».

El Hoyo Júpiter de Bédar (Serena), algo más que una simple roza

A pocos días de navidad de este atípico año, volvemos a los temas clásicos que tratamos en en este blog y, concretamente, a la joya de la minería de Bédar, el Hoyo Júpiter de Serena.

Es uno de los puntos estrella de la ruta minera de Bédar, cuando ya cerca de Serena queda a la vista un enorme hoyo de unos 200 metros de largo y 50 de ancho en la que se vilsumbran los restos de algunos edificios. Si tiene la suerte de ir con un guía o con alguien que conozca la historia minera de Bédar, posiblemente le cuente cómo en ese lugar se ubicaba un cerro que fue completamente explotado por la Compañía de Águilas, y su mineral transportado por el cable aéreo hasta Garrucha, desde donde se distribuyó entre diferentes acerías inglesas, alemanas e incluso norteamericanas.

Se calcula en más de dos millones de toneladas de mineral de hierro lo que se extrajo del «Hoyo» durante toda su historia minera, con una cantidad desconocida de estériles que tuvo que ser movilizado para permitir el avance de la explotación.

Si bien ha quedado muy poco material documental, hemos podido recoger los suficientes para dibujar con bastante exactitud la planificación y avances de esta mina (en realidad tres, Porfiado), que fue siempre el «buque insignia» de la Compañía de Águilas. Si bien se conoce actualmente como Hoyo Júpiter, realmente el Hoyo se extiende por las concesiones de Porfiado, Mahoma y Júpiter, donde existían gruesas capas de mineral de hierro oxidado con bastante manganesa y muy poco fósforo, lo que lo hacía especialmente interesante para la fabricación de acero. La presencia de de grandes «conchas» de estériles siempre puso a prueba la competencia de los ingenieros que se encargaron de su explotación, preocupados siempre en poder evacuar los estériles y depositarlos sin poner en riesgo el avance de la explotación.

Es por eso que, a pesar del aparente caos que se observa hoy en día, se trata de una explotación muy planificada, desde que en 1895 los ingenieros Putz y Dietrichon planearon el ataque inicial a la montaña de hierro que ocupaba el lugar, a partir de una serie de pocillos de exploración. La explotación se llevó a cabo a cielo abierto durante sus primeros años, donde llegaron a emplearse 480 operarios (incluida la vecina mina San Manuel, donde se encontraba la estación del cable aéreo). La explotación, dividida en diferentes zonas de trabajo o «Hoyos», semejaba un hormiguero, con numerosas vías mineras de superficie, con planos inclinados y sus correspondientes máquinas de vapor para salvar los diferentes desniveles. Un plano conservado de 1895 nos muestra el complejo sistema de vías superficiales del Hoyo (plano adjunto), donde se aprecian, al menos dos planos automotores y varios de los «hoyos» o rozas en explotación en esos momentos.

Es díficil imaginar como pudieron trasladar hasta esas minas las calderas y maquinaria necesaria para los planos inclinados, sin contar la ingente cantidad de traviesas y raíles necesarios para toda la infraestructura. Como para la construcción del cable aéreo, debió utilizarse la vía natural de acceso a esa zona, el cauce del río Jauto, por medio de carretas tiradas por bueyes. Sin embargo, el subirlos al cerro donde se encuentran las minas y emplazarlos en la parte superior de las crestas y relieves no debió ser nada fácil.

Sobre los trabajos no sabemos gran cosa, a parte de algunos de los nombres de las rozas. Así tenemos la roza de San Marcos, la del Teléfono y la de Porfiado en la concesión de Porfiado y la roza Colorada, la roza Negra y los diferentes planes del «hoyo Júpiter». En algunos documentos se mencionan las malas condiciones en las que tenían que trabajar en ocasiones, como cuando se comenta en 1906 cómo los operarios trabajaban en la roza de San Marcos colgados de cuerdas por la cintura en los cortes de la misma. Sin embargo, no todos eran jornaleros a sueldo de la Compañía. Muchos de los mineros eran autónomos (contratistas), pequeñas cuadrillas a las que se les encargaba trabajos muy concretos (cortar cierta cantidad de mineral, la construcción de una galería, un pozo…), muchos de ellos originarios de Bédar. Así sabemos por ejemplo que en 1898 en la roza de San Marcos trabajaba en contratista Felipe Guirao Ródenas, en la de San Manuel Francisco Crespo Campoy y Francisco Quilés Caparrós y en la de Mahoma Antonio Martínez López, Juan Guerrero Yáñez, Andrés Caparrós y Nicolás Collado Gómez.

Cuando el Hoyo alcanzó cierta profundidad, se habilitó una galería a la cota 365 que recogía el mineral de forma más económica y la llevaba hacia el cargadero del cable aéreo. Finalmente, cuando los costes de extraer el estéril superaron al beneficio del mineral, empezaron a realizarse explotaciones subterráneas, que partían de la periferia del Hoyo, aunque siguieron los trabajos a cielo abierto. Pero esto ya es otra historia que deberá ser contada en otra ocasión.