Volvemos a hablar de las ermitas que fueron parte de la historia de Bédar pero que, por unos motivos u otros, acabaron desapareciendo. Han quedado muy pocos vestigios de estas ermitas, tanto físicos como fotográficos.
La más significativa es sin duda la ermita de N. S. de la Cabeza. Según cuenta la leyenda, la devoción a esta Virgen se remonta a la aparición el 12 de agosto de 1227 a un pastor llamado Juan Alonso de Rivas en el Cerro de la Cabeza, cerca de la localidad de Andújar, en Jaén. Este acontecimiento ocurre poco después de la entrega del castillo de Andújar al rey Fernando III en 1225, para facilitar la repoblación cristiana se promovía la devoción en esos lugares, y es en 1227 cuando se inicia la devoción a la Virgen de la Cabeza. La expansión fue gracias a los pastores trashumantes, que llevaron esta devoción a numerosos lugares de la península.
La historia de la construcción de la primera ermita de la Virgen de la Cabeza en Bédar es muy conocida, ya recogida por Flores González Grano de Oro. La parroquia de Bédar era inicialmente un anejo de la de Antas y ambas celebraban las fiestas en honor a esta Virgen. A medida que los pueblos fueron creciendo, se decidió que uno de ellos se quedaría con la imagen, y sería aquél que construyera antes una ermita en su punto más alto. Fueron los vecinos de Bédar quienes acabaron antes una ermita en el cerro de la Señora, esta es la primera ermita del pueblo.
Reconstrucción del aspecto que debió tener la primera ermita de N. S. de la Cabeza de Bédar.
La ermita, de planta rectangular, disponía de un pequeño patio a la entrada, un tejado a cuatro aguas y un pequeño campanario. Quedan pocas fotografías que nos muestran como era, porque su ubicación en la cima del cerro fue también el motivo de su desaparición.
Dos de las imágenes conocidas de la primera ermita de N. S. de la Cabeza de Bédar, a finales del siglo XIX.
La explotación a cielo abierto de la enorme masa de mineral de hierro donde se ubicaba la ermita hizo muy peligroso que los feligreses se acercaran a ella, por lo que al final se decidió derruirla. Esto debió ocurrir poco después de la puesta en funcionamiento del ferrocarril Bédar-Garrucha, en 1897. La compañía minera, en compensación, construyó una monumental ermita cerca de la primera, en el lugar conocido como «el Pecho», en la parte más alta de Bédar. Esta ermita disponía de sacristía y de todo lo necesario para realizar los oficios en ella, incluido un púlpito. No hay constancia de que dispusiera de campanario, aunque tampoco podemos descartarlo, dado la falta de fotografías de época de esta ermita.
Fotografía de las fiestas de Moros y Cristianos del año 1989 en Bédar, que se celebran habitualmente en «el Pecho». La parte posterior de las ruinas de esta ermita, convenientemente encalada, servía de fondo a la Virgen de la Cabeza, que preside las fiestas. Es a destacar las enormes dimensiones de esta ermita, construida por la sociedad minera del marqués de Chávarri en compensación por la pérdida de la primera ermita.
Reconstrucción de los restos de esta ermita antes de su derribo para la renovación de la plaza del Pecho y la construcción de la tercera ermita de N. S. de la Cabeza. Los agujeros laterales se formaron en los huecos laterales de los que disponía la ermita para colocar las imágenes.
Esta segunda ermita fue derribada para la renovación de la plaza, construyéndose la que sería la nueva ermita de la Virgen de la Cabeza, la que haría número tres.
Tercera ermita de N. S. de la Cabeza. Con un cierto parecido a la primera, aunque más pequeña, dispone también de un pequeño campanario.
La otra ermita de la que vamos a hablar es una de las más desconocidas, la ermita del otro patrón de Bédar, San Gregorio. Éste disponía de una pequeña ermita donde se guardaba la imagen, y que estaba ubicada precisamente en la plaza de San Gregorio, más conocida como «la Cruz».
Reconstrucción de la ermita de San Gregorio según la descripción de los testigos.
En esta fotografía de los años 50, realizada por la fotógrafa Antonia García, se aprecian los restos del muro de la ermita de San Gregorio, justo al lado del grupo de gente que posa, a la derecha de la fotografía.
Por dimensiones y forma, la ermita de San Gregorio debió ser muy similar a la actual de Santiago, en Serena.
Desconocemos cuando se construyó y el aspecto que tenía. Los testimonios la describe como una ermita rectangular muy pequeña y sencilla, con el espacio apenas necesario para guardar la imagen. Adosada al muro de la calle nueva, estaba provista también de un pequeño campanario.
La ermita fue derribada durante la guerra civil, y durante un tiempo no quedó más vestigio de ella que los restos de un muro.