Villaricos: La toma de Baria por Publio Cornelio Escipión

Hoy vamos a comentar uno de los episodios sin duda más dramáticos de la antigüedad en esta Tierra de Vera. Se trata de la conquista de la ciudad de Baria por Publio Cornelio Escipión durante la segunda Guerra Púnica. Es una historia muy desconocida, a pesar de tratarse de un acontecimiento de importancia durante el desarrollo de la guerra entre romanos y cartagineses por el control del Mediterráneo.

No es el lugar par extenderse sobre los orígenes de esta guerra, pero seguro que a muchos les sonará el episodio del general cartaginés Aníbal Barca cruzando los Alpes con su ejército en el 218 a. C. y sorprendiendo a las legiones romanas. La segunda guerra entre romanos y cartaginenses comenzó con la toma de Sagunto por parte de los segundos. Aunque Sagunto se encontraba dentro de la zona de influencia cartaginesa, según el tratado resultante del primer enfrentamiento entre ambas potencias, se trataba de una ciudad aliada de Roma, lo que fue el casus belli que originó el conflicto.

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Publio Cornelio Escipión

Roma planeó un doble ataque sobre Cartago y contra la península ibérica, pero Aníbal sorprendió a los romanos invadiendo la península itálica por el lugar más impensado: atravesando los Alpes. En la famosa batalla de Cannas, que se saldó con victoria del ejército de Aníbal, participó un joven tribuno, Publio Cornelio Escipión, que pudo escapar con vida.

En el 210 a.C. fue el momento de los romanos de devolver el golpe, con la llegada precisamente de Escipión a Tarragona al mando de un ejército. Aprovechando la dispersión de los ejércitos cartaginenses en la península, Escipión lanzó un audaz ataque sorpresa con el que tomó la capital cartaginense en la península, la ciudad de Qart Hadasht (Cartago Nova).

 

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En la fotografía superior, un duplo de Baria de 18,53 gr, el doble de un shekel de unos 10-11 gramos, siguiendo la metrología de los acuñados en Ebusus (Ibiza). En Baria se emiten también mitades, de unos 5-5,5 gramos.  Para sus amonetaciones, las autoridades de una ciudad solían escoger un símbolo de la autonomía política de la ciudad e ilustrar o hacer propaganda de alguno de los elementos identitarios que les fueran más queridos. La iconografía de Baria es muy significativa, presenta una cabeza femenina velada mirando hacia la derecha y una palmera datilera en el reverso, como representación del árbol de la vida. Esta cabeza presenta a la diosa Astarté con un estilo egiptizante (identificada con la Isis egipcia).  La mitad representaba también un símbolo también claramente de influencia egipcia, un ureus (un sol con cobras reales) en el anverso y al igual que un duplo una palmera en el reverso.

 

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Mitad  (medio shekel) de Baria. En su anverso muestra un «ureus» de influencia egipcia, en el reverso, la palmera datilera. En el sistema monetario de Baria solo se usaron los dobles de la unidad (el shekel) y su mitad o divisor, algo que no era  inédito en el mundo púnico. Vendrían a ser como los billetes grandes y la moneda menuda para pequeños intercambios. Pudo haber, sin embargo, otro tipo de divisores a base de amonetaciones en plomo.

 

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Tagilit (Tíjola), ciudad púnica bajo la influencia de Baria, emite moneda posiblemente entre finales del siglo III y la primera mitad del siglo II a. C. En sus amonetaciones, como la representada en el dibujo superior, aparece en el anverso de nuevo la diosa Astarté y una representación de un pilar-estela isíaco, lo que indica una extensión o influencia de los cultos de Baria hacia su ciudad satélite.

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ebusus

Cuarto de shekel (2,9 gramos) de la ciudad de Ebusus del tipo XII. En el anverso se representa el dios Bes vestido con faldellín y sosteniendo una maza y una serpiente. En el reverso, un toro embistiendo a la izquierda, posiblemente relacionado con el culto al dios Melqart. El dios Bes, al parecer procedente de Nubia, gozó de una gran popularidad en Egipto y de ahí pasó al mundo fenicio. Era un dios atípico, se representaba como un ser bajito que sacaba la lengua burlonamente, con panza, orejas de soplillo y barba. Era un dios muy adorado por las clases populares, como el protector de la casa y encargado de alejar los espíritus maléficos; también estaba relacionado con las relaciones amorosas, el matrimonio y la música. En Baria también se encontraron figuras del dios Bes, pero sin duda donde tuvo más relevancia fue en la ciudad fenicia de Ibossim o Ebusus (Ibiza), lo que se refleja en todas las monedas que acuñaron.

 

Baria se ubicaba sobre la antigua ensenada formada en la desembocadura del río Almanzora, al pie de Sierra Almagrera, conocida por sus ricos recursos minerales, y controlando las fértiles vegas fluviales. Desde su posición en la costa, podía comunicarse con la Bastetania íbera. Su puerto era un punto de paso obligatorio hacia el estrecho de Gibraltar (Gadir) y el norte de África. Tras la toma de Qart Hadasht, Baria era el siguiente paso lógico, su control podría evitar la llegada de refuerzos desde Gadir y el norte de África. Dada la importancia estratégica de Baria para los cartagineses, ésta estaba bien defendida y disponía de una guarnición y fuertes murallas.

La toma de Qart Hadasht debió alertar a los habitantes de Baria, aliados de los cartagineses, que se aprestaron a la defensa. De hecho, fue Baria la única ciudad del sur de la península que resistió a los romanos, el resto, simplemente, capitularon.  Sin duda el asalto de Baria fue un mensaje claro de lo que pasaba a los que se les oponían al poder romano.

Las fuentes que nos hablan de este asedio son coherentes entre sí, además se ha podido documentar arqueológicamente este episodio, lo cual no es muy habitual. Según estas fuentes, Escipión puso asedio a las murallas de Baria, y mientras impartía justicia en su campamento (como era la costumbre), afirmó que al día siguiente impartiría justicia en el tempo situado tras las murallas de la ciudad, en el templo de Afrodita (equiparable a la diosa Astarté púnica) que dominaba la ciudad (en esa época era habitual impartir justicia en los templos).

 

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Cráneo hallado en la fosa común de la tumba 62 de la necrópolis de Villaricos que muestra marcas de arma blanca en el occipital y parietales posteriores (Siret).

 

A parecer, el asedio de la ciudad duró 3 días y la ciudad fue tomada al asalto. Los registros arqueológicos han confirmado esta destrucción de la ciudad, que fue realmente traumática. Estratos de ceniza con numerosos fragmentos cerámicos indican el suceso, rotas de forma voluntaria, junto a numerosos adobos descompuestos. Tras el ataque, quedaron amplias áreas abandonadas que no volvieron a ocuparse. Además, la ciudad dejó de acuñar moneda, a pesar de que contaba con numerosos recursos mineros. Otras ciudades de fundación fenicia siguieron emitiendo moneda con toda normalidad, pero el asalto romano paró la evolución de estas emisiones de Baria. Además, Siret excavó tumbas en las que se encontraron enterramientos colectivos, sin ajuares, en los que un cráneo estaba marcado por marcas de un arma blanca, sin duda una víctima del asalto.

Baria fue la única ciudad fenicia que se resistió por la fuerza de las armas, todo el litoral hasta Gadir cayó en manos de Escipión sin lucha. En la batalla de Baecula en el 208 a. C., Escipión derrotó al hermano de Aníbal, Asdrúbal Barca; posteriormente vencería en la batalla de Ilipa, en el 206 a. C. a los últimos caudillos cartagineses en la Turdetania, Asdrúbal Giscón y Magón Barca. Así acaba el dominio cartaginés de la península.

Posteriormente Publio Cornelio Escipión acabaría derrotando a Aníbal en la batalla de Zama, cerca de Cartago, en el 202 a. C. poniendo fin al conflicto.

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