Es evidente que, como ocurre en todos lados, no es difícil hurgar en el lado oscuro de un pueblo. Bédar no es una excepción, extorsiones, amotinamientos, asesinatos, robos, suicidios, accidentes… hasta vecinos fulminados por rayos. Destacan algunas noticias que han trascendido más y han tenido cierta difusión, como el asesinato de la leñadora (del que ya traté el otro post) o la del recaudador de contribuciones de 1914, otras son más desconocidas, como el robo (de guante blanco) de los jornales de los mineros de la Compañía de Àguilas o un aparatoso accidente que sufrió el ferrocarril de Chávarri en el que la locomotora acabó boca abajo en un bancal con la chimenea clavada en la tierra.
Sin embargo la mayor parte de las noticias que daba el pueblo se referían a cosas más sencillas, relacionadas con robos de comida en épocas de escasez, riñas y el uso de armas de fuego sin licencia. Vamos a bucear un poco entre estas noticias:
En 1917 detuvieron a Juan Tapias Haro, quien en completo estado de embriaguez había agredido al guardia municipal Juan Carrique Ibáñez. En el mismo año fue detenido por la guardia civil de Serón el minero de Bédar José García Herrerías por haber herido con una faca a su convecino Emilio Beltrán Cano.
En 1918 la guadia civil denunciaba ante el Juzgado municipal de Bédar a seis mujeres por el hurto de nueve arrobas de higos.
Más curioso fue el robo cometido por Ana Ureña Carrión también en 1918, aprovechando que Cayetana Pérez Cano se había quedado a dormir en casa de Francisco Ramos Mañas, se coló por la ventana de su casa y se llevó efectos de comer y de vestir, el botín consistió en una fanega de trigo, arroba y media de harina, media arroba de jabón, un celemín de almendras, dos panes y unas 7 u 8 prendas de vestir.
En 1919 la guardia civil detenía a Francisco Castaño Álvarez por hurtar siete arrobas de esparto.
En 1920 los guardias civiles del puesto de Los Gallardos detenían a varias personas por haber instalado una fábrica de moneda falsa en Los Pinos, noticia que fue ampliamente cubierta por la prensa de la época.
En 1923 la guardia civil de Los Gallardos de Bédar denunciaban a dos conductores de carros que no cumplían con el Reglamento de carreteras.
En 1924 la benemérita de Cuevas detuvo a Francisco Martínez Rós, natural de Bédar, afecto de idiocia y mendigo de profesión, pues estaba en búsqueda ya que se suponía que había sido muerto en el sitio denominado Castillicos, en el término del pueblo.
También en 1924 se interponía una denuncia por parte del Sindicato de Riegos de Turre a los vecinos de Bédar Luis Guerrero Cano, José Martínez Martínez y maría García Fuentes, por haber sustraído aguas de su propiedad.
En 1925 Alonso Martos Meca, alias Lázaro hurtaba de la casa de su hermano político Pedro Meca Contreras arroba y media de tocino, seis kilos de longaniza y una arroba de patatas.
Antiguamente era habitual que la gente llevara armas de fuego sin licencia, por lo que no es extraño encontrar noticias referentes a armas requisadas por la guardia civil, como las requisadas a Juan Marín Gallardo y Juan Castaño Sánchez en Los Gallardos de Bédar en 1918. En 1925 la guardia civil incautaba un arma a Salvador López Cánovas, cuando se encontraba en el paraje de la mina Santa Catalina, en Serena.
Y cómo no, las armas a veces se utilizaban. En 1919 Pedro Martín Castaño disparaba en la Carrasquica a Andrés López García, un vecino de Orce (Granada), que estaba pastoreando su ganado en ese lugar. La herida fue de gravedad y tuvo que ser atendido por el Dr. Renovales.
En este punto toca hablar de uno de los personajes singulares que han surgido de Bédar. Bédar ha dado al mundo médicos, abogados, párrocos, etc. pero hasta en esto hay un lado oscuro, y hoy voy a hablar de él.
Entre las muchas historias que he escuchado de Bédar, muchas de ellas gracias a la prodigiosa memoria que tenía mi abuelo Juan Antonio Jódar, siempre me interesó especialmente las historias sobre un ladrón de oficio, de los buenos en su profesión, cuyas andanzas eran muy conocidas, siempre lejos de su pueblo, dicen que para no se vieran afectados sus convecinos. Con tan pocos datos era difícil encontrar alguna información, pero la suerte me ha llevado en esta ocasión a encontrar algo.
Y no sólo hay datos, además tenemos una fotografía, aunque de muy mala calidad:

Francisco Padilla Caparrós, alias El Padi, nacido en Bédar el 5 de Abril de 1927, hijo de Benito y de Beatriz, casado, de oficio comerciante y emigrado a Barcelona, domiciliado en la calle de San Federico 58, de Barcelona. En el momento de su detención en Lérida en 1966, había sido ya detenido en veintitrés ocasiones en Barcelona y otras ciudades como Gijón, Madrid, Pamplona y Zaragoza, teniendo en su haber numerosas causas por robo y hurto y habiendo sido expulsado dos veces de Francia por paso clandestino de la frontera y por carterista. Estaba conceptuado como uno de los mejores carteristas de Barcelona.
Fue detenido en Lérida junto a un compinche, Baltasar sario Rodríguez, alias El gordito gorrión por haber sustraído once mil pesetas a un cliente en el Banco Español de Crédito.
Sobre él contaban que nunca robaba a sus paisanos de Bédar y que una vez alguien del pueblo lo reconoció y quiso unirse a él, a lo que Francisco se enfadó mucho y se negó en redondo, y según dicen le espetó lo siguiente: «¿no ves que yo voy a morir con los zapatos puestos?».
De Francisco Padilla no se puede decir que no fuera profesional en su trabajo, si se le puede llamar así, en contraposición tenemos a tres auténticos «frescos» que en 1927 se dedicaban a visitar las cortijadas de varios anejos pidiendo a cada vecino 2 pesetas con 50 céntimos con el objeto de mejorar las cuotas de consumos. Se trataba de José Ibáñez Aliaga alias El Manco, Francisco Gómez Martínez alias El Gómez y Francisco Hernández García alias Paco Chaquetas. Enterado el alcalde por las quejas de los vecinos sobre el supuesto impuesto fueron denunciados a pesar que muchos no quisieran hablar por miedo. La guardia civil los detuvo finalmente y los puso a disposición del Juzgado… simples aficionados.