Pedro Nolasco Soler, «El Santo» de la fundición Carmelita de Villaricos

Hoy, 20 de octubre de 2024, ha subido a los altares como santo el lorquino Pedro Nolasco Soler, junto seis mártires más, asesinados en Damasco en 1860 por odio a la fe. Son los conocidos como «mártires de Damasco». Lo que es muy poco conocido de este santo es que trabajó como operario de la fundición de plomo Carmelita de Villaricos (Cuevas del Almanzora), donde ya fue apodado precisamente como «El Santo», predicción que hoy se ha visto finalmente cumplida. Este curioso aspecto de la biografía de Pedro Soler se recoge en la reciente obra «Atlas ilustrado de las fundiciones del levante Almeriense, ss. XIX-XX«, publicada en agosto de este año.

Pedro nació el 31 de enero de 1827 en el barrio de San Cristóbal de Lorca. Fue ordenado fraile franciscano en el convento de frailes misioneros para Jerusalén y Marruecos, situado en Priego (Cuenca). Fue destinado a la Casa-misión de Damasco, donde fue martirizado en la noche del 9 al 10 de julio de 1860, en el marco de la persecución islámica contra los cristianos, en la que los musulmanes drusos cometieron matanzas contra los cristianos maronitas desde el Líbano hasta Siria, tras el reconocimiento de la libertad de culto por parte del Imperio Otomano. Los franciscanos prefirieron morir antes de negar a Cristo.

Lo que no es tan conocido es que Pedro Soler, antes de ser ordenado, fue a trabajar como peón en la fábrica de fundición del Carmen o Carmelita, en Villaricos. Allí destacó por su humildad y habilidad, ocupando los escasos ratos de ocio en la lectura de libros instructivos y en hablar con los demás operarios de asuntos morales, consagrándose a catequizar e instruir. Por todo esto, recibió el sobrenombre de «El Santo». Toda una premonición.