Los inicios

La actividad minera en Bédar viene de antiguo y no es extraño que haya sido así pues la población está asentada en una región rica en minerales de hierro y plomo, pero no es hasta mediados del siglo XIX con la llegada de la industrialización y el ferrocarril que se inicia en Bédar una explotación a gran escala que afectaría en gran manera a la población de la zona, el impacto medio-ambiental fue considerable. La deforestación fue intensa y las huellas y heridas que dejó la actividad minera que se llevó a cabo todavía son bien visibles aunque la naturaleza se ha encargado de atenuarlas en gran parte.

Desde pequeño he venido observando con curiosidad los extraños restos que poco ha poco han ido difuminándose, recuerdo vivamente una vieja vagoneta oxidada volcada cerca de la carretera que acabó por desaparecer como si no hubiera estado nunca, galerías, rozas, las ruinas de El Pinar, maquinaria extraña en medio de ninguna parte, la extraña construcción sin techo de Tres Amigos, algún casco abollado… y mis preguntas sobre estos vestigios siempre recibían la misma respuesta: «son cosas de las minas» y todo quedaba ahí; pero no es hasta la llegada a mis manos de un ejemplar de un libro extraordinario «Trenes, Cables y Minas de Almería» que no vuelvo a sentir curiosidad, me parecía imposible que por allí hubieran instalado una línea de ferrocarril y un espectacular cable de aéreo, grandes locomotoras, cargaderos y tolvas enormes… ¿que quedaba de todo eso?

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