La ruta urbana y del agua de Bédar o la auténtica esencia del pasado hispano-musulmán

Se acerca el final de este mes de agosto de 2019 y llega el momento de repasar el estado actual de los proyectos de desarrollo turístico en Bédar. Tenemos que destacar la creación de una nueva ruta, llamada «Rincones de Bédar», que se ha promocionado este mes de agosto mediante la actividad «Ruta de los Sentidos» que se llevó el 9 de agosto, con la programación de diversas actuaciones en los diferentes puntos del recorrido.

 

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Folleto promocional de la «ruta de los sentidos» para promocionar la ruta «Rincones de Bédar».

 

Celebramos la creación de esta nueva ruta, que se complementa a la perfección con la ya existente «ruta del Agua», ya que pueden realizarse conjuntamente en su punto de unión en la fuente pública de Bédar. Pero el Faro de Bédar no sería lo que es si, a parte de informar, no diera más información útil para todos aquellos que vayan a seguir estas rutas, que esperemos que sean muchas.

 

SISTEMAS DE RIEGO DE BEDAR

Plano a escala elaborado por la asociación APAMIBE donde se muestra la red de balsas y acequias de Bédar, entre otros elementos del patrimonio.

 

No se puede negar que Bédar es lo que es hoy en día gracias a la minería  y a la excelente calidad del agua que alumbran sus diferentes fuentes. Realizar estas rutas no es simplemente un paseo para ver unos buenos y refrescantes paisajes, es un auténtico viaje en el tiempo. En 1125 el rey aragonés Alfonso I el Batallador realizó una incursión por estas tierras, con el objetivo de conseguir botín y llevarse con él a cristianos mozárabes, unas 10.000 familias, con los que repoblar el valle del Ebro. Los almorávides, una facción bastante intransigente del Islam que gobernaba Al-Andalus en esos momentos, deportó a los mozárabes que quedaron como venganza por la incursión, lo que se realizó en dos sacas en 1127 y 1138.

Según diversos autores, para paliar la despoblación provocada por las sacas se trajeron a bereberes del norte de África, que aportaron una innovadora política de riego dirigida a aprovechar al máximo el agua existente, mediante un sistema de balsas y acequias, reguladas por un sistema de tandas (tandas arábigas) distribuidas en función de la tierra de la que disponía cada uno, empezando por las más cercanas. Este nuevo sistema resultó ser tan eficaz que fue el origen de un periodo de bonanza para Bédar y Serena durante la etapa nazarí, en especial con la producción de seda. Este sistema de riego fue retomado por los cristianos y ha llegado hasta nuestros días casi sin cambios. Es por eso que no serán las fiestas de moros y cristianos ni el festival andalusí de agosto, lleno de tópicos, los que nos mostrarán auténtica esencia de lo que fue la historia hispano-musulmana, es la modesta «ruta del Agua».

 

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Los Chorreadores en los años 80. Es uno de los puntos donde se puede degustar este agua.

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Balsa de los Chorreadores

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Balsa Nueva (Bedarín), con una de las aguas de mejor calidad de toda la sierra. A pesar de su nombre, esta balsa es una de las más antiguas.

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Balsa del Queque.

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Fuente Begira, uno de los puntos más refrescantes de la ruta.

 

La primera descripción de este sistema data del siglo XVI y fue realizada durante el apeo de los lugares de Bédar y Serena, tras la expulsión de los moriscos. El escribano del rey, Rodrigo Alonso, no pudo dejar de describir, con evidente admiración, este sistema de riego. Y desde el siglo XVI poca cosa ha cambiado. Hoy la fuente Cahara es posiblemente la Pecera, la fuente Alaín son los Chorreadores y la fuente Begira (Temprana) y la de Vedarín (Bedarín) ni siquiera han cambiado de nombre. La fuente Cahara era la que más agua daba, una «hazada» de agua, seguida de la de Alaín y Vedarín con media «hazada» y finalmente la de Begira, que daba poca agua. Se han conservado también los nombres de los pagos de Jumital (Jamontal o Jamontar) y el de Vedarín (Bedarín).

Actualmente las tandas son de 11 días para la balsa de Jamontal y de Bedarín y de 13 para la Balsa Alta. En el siglo XVI eran de 12 o 15 días según las necesidades para Jamontal y Bedarín.

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lavadero

Lavaderos con su balsa, que recoge el agua de la antigua fuente Begira.

 

Se han conservado también viejas historias, como la referente a la «acequia de los moros», la que lleva el agua de la balsa de Jamontal hasta Bedarín. Cuentan que los moros de Bedarín, no siendo suficiente el agua del que disponían para regar sus tierras, pidieron que se llevara desde la balsa de Jamontal. Se aceptó la petición solo si eran capaces de construir la acequia en una sola noche… y como ya sospecharán, lo consiguieron. Esta historia que se cuenta debe ser realmente antigua, pues ya Rodrigo Alonso describe como una vez regado el pago de Jumintal, el agua de esta balsa se llevaba hasta Bedarín para regar hasta donde alcanzara, completándose con el agua de su propia fuente.

 

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Las pinturas de la Balsa Alta, uno de los restos arqueológicos más antiguos de Bédar y única balsa de agua decorada que se conoce.

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Antigua Balsa de los moros.

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Entrada a la cimbra del barranco de la Basalta y conexión con el agua procedente de La Pecera.

 

La otra historia que se cuenta es la referente a la antigua Balsa Alta, cuyos restos se encuentran junto a la que se usa actualmente. Cuentan que inicialmente el agua procedía de la cimbra que se encuentra en el barranco, pero que tras excavar una mina más arriba se aumentó el caudal, por lo que la balsa se quedó pequeña, obligándoles a construir otra de más capacidad un poco más abajo. Aparentemente esta historia parece ser también muy antigua, la parte inferior de la Balsa Alta parece haber sido construida de manera diferente a la superior. No hay que olvidar que en esta antigua balsa en ruinas de los moros se conservan unas pinturas murales, datadas en el siglo X (supuestamente un siglo antes de la supuesta expulsión de los mozárabes y llegada de bereberes). Queda sin duda la cuestión de como varios topónimos y una tradición oral, de origen morisco, pudieron tener continuidad entre la población cristiana si, como nos dicen los datos históricos de los que disponemos, se tardó bastante en repoblar tras su expulsión.

 

 

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El pago de Jumital era uno de los pagos de riego más importantes de Bédar, un nombre que se ha conservado desde época nazarí, el actual Jamontal o Jamontar. La acequia que riega todo el pago es la «acequia de los moros», que cuenta con una interesante leyenda. En la fotografía vemos la acequia de los moros ya en Bedarín, gran parte del trayecto ha sido cubierto para evitar pérdidas de agua.

 

También hay que destacar el curioso hecho que uno de los ramales de las acequias de la Balsa Alta recorre, soterrada, parte del casco urbano de Bédar, pasando al norte y al este de la iglesia parroquial, hasta el paraje conocido como la Meseta. Al parecer esta acequia sigue posteriormente su camino hasta un punto cerca de la carretera hacia Los Gallardos. Esta acequia, que no fue mencionada por el escribano del rey, pudo haber sido construida posteriormente al momento en el que se realizó la descripción en el Libro de Apeo pero antes de que el casco urbano de Bédar se extendiera en esa dirección, obligando a construir las casas sobre la acequia. Se da el caso que en algunas casas podían tener acceso al agua que pasaba por ella cuando se regaba. Es posible el núcleo primitivo de Bédar ocupara la loma entre la actual iglesia y el barranco de la Balsa Alta que discurre al oeste, expandiénsose posteriormente en dirección al barranco de la Cueva Oscura.

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Primera representación de Bédar, del Catastro de la Ensenada (1750). Supuestamente están representadas la ermita de la Virgen de la Cabeza y la iglesia, junto con la calle principal.

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Vista de la ruta del Agua, siguiendo una acequia madre de la Balsa Alta.

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Otra vista de la ruta del Agua, en este caso la de un peñasco desprendido sobre una acequia (un ramal de la Balsa Alta) desde hace mucho tiempo.

 

Por otro lado, y como interés añadido a la «ruta urbana», está el enigma de la posición que ocupaba la antigua mezquita de Bédar, reutilizada tras la conquista como iglesia y que seguramente tuvo un aspecto no muy diferente a la mezquita de Serena cuando fue reconvertida en iglesia mudéjar. El libro de Apeo y Repartimiento nos da algunas pistas, pues identifica claramente la «iglesia vieja», como lindando con las casas de Martín Galbez, Anton Galbez, Diego Albolote y la del Beneficiado, Diego Marín. Por las otras casas que lindan con las anteriores, podemos ubicar aproximadamente la iglesia vieja entre «la rambla» y la calle principal pero sin lindar directamente con ellas. Estaría, pues, cerca de la actual plaza, lo cual en cierta manera nos recuerda a la posición de la mezquita-iglesia de Serena, que se ha conservado y que también parece estar ubicada ante una placeta, una posición central lógica para un edificio de tal importancia para la población. Sobre su aspecto solo podemos especular, pero no sería muy diferente a la de Serena.

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Aspecto que debió tener la mezquita de Serena una vez transformada en iglesia (mudéjar) (para más información ver https://wordpress.com/post/farodebedar.com/20800282) La mezquita de Bédar no debió ser muy diferente.

 

Uno de los actos de la «Ruta de los sentidos» del 9 de agosto de 2019, «los cantos de Layla» de Virginia Fernández Collado.

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Vista del barranco de la Balsa Alta, con la fuente (la Pecera) la Balsa Alta y la de los moros.

 

En fin, la nueva ruta urbana, combinable con la ruta del agua prometen ser una auténtica ruta de sensaciones, refrescante incluso en los veranos más cálidos y con dos puntos donde poder «degustar» el agua fresca recién filtrada por su paso por la sierra.

 

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Vista de Bédar. En primer plano una encina, vestigio de los bosques mediterráneos que antaño cubrían esta sierra y por donde medraban los ciervos, como los representados en la Balsa Alta.

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