Empezamos nuevo año y empezaré este año con uno de mis temas favoritos, como es la arqueología minera de Bédar. Hacía ya tiempo que no realizaba ningún avance de cómo van las investigaciones, pero viendo que hay interés, hablaré un poco más.
Hoy voy a tratar un tema muy curioso: los «Rumbos bedarenses».
No, no se trata de un nuevo coro rociero ni del último disco de un grupo musical de Bédar. Para quien no lo sepa y en contra de los que algunos en Bédar afirman, los restos más antiguos y la historia más compleja de la minería en Bédar no corresponde con la minería del hierro, es la del plomo y cobre del Pinar de Bédar. Aunque hay pocas pruebas claras que lo confirmen, se da por hecho que las minas de El Pinar se explotaron desde bastante antiguo. Quizás de momento solo los análisis de isótopos indican que ya se extraía cobre de El Pinar en la Edad del Bronce, pero con el tiempo estoy seguro de que aparecerán nuevas pruebas.
Hay todavía grandes incógnitas, como la ubicación original del lavadero de plomo medieval, pero sobre la minería a partir del siglo XIX los avances han sido bastante importantes. Se pueden distinguir diferentes fases «tecnológicas» muy diferentes, relacionadas con numerosos factores que no es momento ni lugar para analizar. Al igual que el cable aéreo Bédar-Garrucha llegó a ser el «no va más» de la tecnología de la época, lo mismo pasó con los lavaderos mecánicos de la Compañía de Águilas, tecnología punta en el momento, sin rival alguno ni en tecnología ni en capacidad de producción.
Sin extenderme más, el caso es que hay numerosos restos de antiguas estructuras en las minas del Pinar que son, digamos, de muy difícil interpretación. El trabajo ha sido muy complicado dada la superposición de trabajos de diferentes épocas y el poco cuidado que se ha tenido en conservar estos restos (sin hablar de la destrucción que ha supuesto la locura urbanizadora). Entre otras estructuras, encontramos una serie de «circulos» extraños, de función desconocida… hasta hace relativamente poco.
Hasta la invención del sistema de flotación, el lavado de minerales de plomo se realizaba mediante separación por gravedad, aprovechando la mayor densidad del mineral de plomo con respecto a la roca que lo contiene. Para ello se necesitaba agua, maquinaria de trituración y sistemas de lavado. Se utilizaron varios sistemas de diferentes tipos y grado de teconología, pero el producto de todos estos procesos de lavado era un lodo (partículas muy finas) que todavía contenía algo de mineral de plomo. Como todo se aprovechaba, mediante una serie de «artefactos», se podían lavar estos lodos para sacar el plomo que aún contenía. Para lavar el lodo se inventaron varias máquinas, pero la más efectiva siempre fue el Round-Buddle inglés. Ideado en Cornualles para el lavado de mineral de estaño, pronto fue adoptado en las cuencas mineras de Murcia y no tardó mucho en utilizarse también en las de Almería.
Claro que hablamos de sistemas de lavado de última generación (para la época, claro), movidos con máquinas de vapor y con unas dimensiones especialmente escogidas para cumplir con su función de lavado. Básicamente se trataba de una superficie plana con una ligera inclinación, en la que el mineral de plomo, al ser más pesado, se resistía más a ser arrastrado por el agua, de esta manera se podía separar.
Entonces pasó una cosa curiosa. Dada la simplicidad del artefacto, en algunos cotos mineros comenzaron a fabricarse unas versiones «artesanales» de la máquina que eran movidas a mano. Claro que eran mucho menos eficaces que las mecanizadas, pero lo barato de su construcción y la posibilidad de moverlas de un lugar a otro (eran transportables) las hizo una de las máquinas más utilizadas para el lavado de estos lodos resultantes de los diversos procesos de lavado. Estos «cacharros» comenzaron a llamarse «Rumbos», por una españolización de la pronunciación en inglés de «Round-Buddle».
No hace mucho, Antonio González Jódar localizó por primera vez los primeros restos de estos Rumbos en sierra Almagrera, que podían ser o bien los ejemplares «mecanizados» bien construidos, normalmente asociados a fundiciones o establecimientos modernos, o bien las versiones más artesanales en negocios mineros más modestos.
¿Hubo Rumbos en Bédar? Por supuesto. Los primeros Round-Buddles se utilizaron en los modernos lavaderos de la Compañía de Águilas en el Pinar. De hecho, en El Pinar se probaron o utilizaron todos los tipos de sistema de lavado de mineral que existía en esos entonces. Tal es así que era como una especie de escuela a la que iban los ingenieros que querían conocer los diferentes sistemas de lavado que existían entonces.
Uno de los Rumbos del tipo Bédar más curiosos. Con tan solo 1,5 metros de diámetro, superfície de piedra plana (en naranja) y una estructura o base del depósito de agua (en rojo) muy elaborado, más grande (en relación a la plataforma) y ubicado a más altitud (1,8 metros).
De momento, en Bédar hemos localizado unos restos que son un firme candidato a ser uno de los primeros rumbos «mecanizados» o Round-Buddles auténticos que se describen en Bédar, aunque falta realizar una serie de comprobaciones para confirmar que es así, por lo que nada más diré ahora.
Lo que sí está comprobado, tanto documentalmente como por la localización de diversos restos, es de la presencia de diveros modelos de Rumbos artesanales. Hemos podido explicar así una parte de las extrañas «ruinas» que hay en estas minas.
Estos descubrimientos indican, como ya comenté en su momento en el congreso del SEDPGYM celebrado hace unos años en Boltaña, lo que se puede considerar como una evolución (más bien involución) de estos artefactos. Si estuviésemos hablando de especies animales, sería como si en una isla aislada, una especie cualquiera hubiera ido evolucionando apartada de sus congéneres hasta formar nuevas especies extrañas.
En efecto, con el cierre de los lavaderos mecanizados en 1884, la Compañía de Águilas delegó la explotación de las minas de plomo en pequeños mineros partidarios que sobrevivían con medios muy rudimentarios, entre ellos las ya conocidas copias artesanales de los Round-Buddles. Estos partidarios persistieron hasta 1926, aunque cada vez eran menos, más pobres y con menos medios. Los Rumbos también evolucionaron, cada vez más pequeños e ineficaces, pero lo suficientemente baratos como para ser utilizados por mineros que, más que vivir, sobrevivían como podían.
Los Rumbos resultantes, son pues, «especies» de Rumbos propios y característicos de Bédar. Los parámetros que, de momento, estamos analizando en los mismos y que creemos pueden ayudar a clasificarlos en su época y momento adecuados son, precisamente, el diámetro de la plataforma de lavado y el material con la que está construida.
Rumbo en el Pinar de Bédar de 2 metros de plataforma (no quedan restos de la superfície original, posiblemente fue reaprovechada) junto al pilar del depósito de agua.
En 1906 están documentados en el Pinar Rumbos artesanales con plataformas de unos 4 metros diámetro y superficie de cerámica, que es la que se utilizaba en los Rumbos mecanizados. Por otro lado, el rumbo estaba construido con materiales de la zona y era movido manualmente por un muchacho (un niño) que se subía en el travesaño que sujetaba el eje.
Eran muy ineficaces, pero se podía suplir aumentando los tiempos de lavado con resultados más que aceptables.
A partir de aquí, los Rumbos involucionaron (degeneraron, de hecho) hasta llegar a los pequeños Rumbos con plataformas de a duras penas 1,5 metros y superficies a base de piedras planas. Éstos debieron ser los últimos y además sumamente ineficaces Rumbos, pero de alguna manera servían a los propósitos de estos partidarios. Parece que solo se desarrollaron en Bédar, debido a las circunstancias únicas que concurrieron entre 1884 y 1926 en los criaderos de plomo del Pinar de Bédar.
Para comprobar si se podía lavar mineral de plomo con rumbos de tamaño tan reducido, fabricamos un pequeño rumbo a escala 1:27 de los rumbos de 4 metros de 1906. Tras machacar una parte de dolomía con algo de galena y mezclarlo con un poco de agua para crear un barro con partículas de mineral de plomo, lo pasamos por este mini-rumbo de 15 cm de plataforma, y pudimos observar que… podíamos separar el mineral, aunque de una manera muy imperfecta y a base de pasar bastante agua por el artefacto. Las fotografías hablan por sí solas:
Creemos pues, que estas estructuras eran variaciones artesanales muy «degeneradas» de Rumbos ya de por sí artesanales, copias a su vez de los Round-Buddles ingleses. Debían ser muy ineficaces y sería necesario numerosas repeticiones para conseguir resultados apreciables, y en todo caso sería muy limitado y para cantidades pequeñas de mineral.
Plataforma de Rumbo en el Pinar de Bédar de 1,8 metros de diámetro (en naranja) delimitado por piedras planas en empalizada (en rojo).
Hemos dado en llamar «Rumbos tipo Bédar» a estos Rumbos pequeños, de entre 1,5 y 2 metros de plataforma y con superfície de piedra plana, toscamente pulida.