Hoy hablaremos de una de las minas poco conocidas de Bédar. Se trata, sin embargo, de una de las minas más importantes de la Sierra, y va siendo hora que tratemos un poco en profundidad sobre ella. Aunque disponemos de información sobre ella, la falta de planos y otros documentos sobre ella hace bastante difícil su estudio. Dentro de lo que es la carencia de documentación minera en Bédar, las minas de la Sociedad de Chávarri son de las que menos información se ha conservado.
Visión panorámica de la mina Santa Catalina.
La concesión Santa Catalina fue demarcada en 1873 por el vecino de Almería Pedro Lledó y Valdivia, en terrenos de Pedro Simón Castaño, muy cerca de Serena. La concesión se encuentra junto a concesiones muy ricas en mineral, como la Higuera, Júpiter y Mahoma, es por eso que fue pretendida por la Compañía de Águilas. El director de la Compañía, Juan Pié y Allué, viajó Almería para llegar a un acuerdo con el representante de los propietarios, José España y Lledó, aunque llegó tarde, pues el contrato ya había sido firmado con el representante de Clifton Pecket, que actuó como un mero intermediario de la sociedad de Víctor Chávarri.
Pequeño barranco entre las concesiones de La Higuera (a la derecha) y Santa Catalina. En el centro se encuentra un pequeño depósito de estériles procedente de Santa Catalina.
Dentro de los problemas por impagos que tuvo Chávarri con casi todos los propietarios de las minas que tuvo arrendadas en Bédar, la de Santa Catalina fue la que más complicaciones le causó. José España y Lledó, propietario de un 57,5% de acciones de la mina y representante del resto, era además un abogado muy competente, que plantó cara a la poderosa compañía minera. El pleito, que fue ampliamente seguido por la prensa, se conoció como «El Asunto Chávarri», y en cierta manera espoleó al resto de propietarios de minas arrendadas por la sociedad de Chávarri y que también consideraban que se habían incumplido los contratos. Se dice que Don Andrés López de la Presa, ingeniero director de estas minas, recibió amenazas de muerte a causa de los pleitos con los propietarios. El conflicto llegó a su fin en 1901 con la compra de la concesión minera por un total de 40.000 pesetas, una importante suma para la época.
Cargadero de mineral en Santa Catalina. Aunque está cubierto por vegetación, se observa bien el resbaladero del cargadero y un muro lateral.
Muro lateral del cargadero de Santa Catalina.
La explotación de la mina fue irregular, se retrasó el inicio de la explotación porque surgieron problemas con la expropiación de los terrenos. En 1897 la mina estaba en explotación mediante un pozo y un plano inclinado, bajo la dirección inicialmente del ingeniero Manuel Figuera. En 1899, y ya siendo Don Andrés López director, se indica las dificultades que se encontraban los mineros debido a la ligereza con la que se habían realizado alguna de las primeras obras, así el muro del plano inclinado amenazaba con derrumbarse, o el pozo se obstruía o bien las vagonetas descarrilaban en el túnel.
Túnel de la Higuera en su extremo a la altura de la concesión de Santa Catalina. Obsérvese que se trata de un túnel amplio y con un cuidadoso trabajo de mampostería, lo llama la atención al tratarse de una labor interior. El motivo es que en un principio se pretendió que la locomotora de Santa Catalina pudiera arrastrar los vagones hasta este punto para su carga, aunque bien sea por el coste o por dificultades para su construcción, se abandonó esta idea y se acabó el túnel con una galería simple sin ningún tipo de refuerzo. El transporte se realizaba con vagonetas, seguramente arrastradas por mulas y se estableció el cargadero para la carga del ferrocarril en el otro extremo del túnel.
Compuertas de carga en el extremo del túnel de la Higuera. Gracias a los trabajos de cartografía realizados por los estudiantes de Nancy, podemos ubicar estas compuertas en la zona donde se encontraba la tolva de carga de la mina Santa Catalina. Precisamente el túnel se encuentra obstruido a causa de los escombros lanzados por la tolva.
Ubicación de la tolva de carga en el túnel de La Higuera
A pesar de las dificultades, siempre fue considerada como una de las minas más ricas de la zona, siendo la cabecera de uno de los dos ramales del ferrocarril, que recibía su nombre de esta mina. Según las Declaraciones de los mineros, fue la tercera más productiva, con casi 45.000 toneladas de mineral explotado, solo detrás de La Mulata y El Silencio. La concesión caducó en marzo de 1941.
Corta junto al cargadero. El cargadero se alimentaba con el mineral extraído en esta corta, que está atravesada por una vía minera. Sin embargo es posible que también recibiera mineral por otra vía minera que se rodea el cerro, en dirección hacia otra pequeña corta.
Muro de mampostería de refuerzo para vía minera.
Muro de mampostería y mortero de cal. Parecen los restos de una pequeña balsa.
Dos vistas del Socavón General
En las dos fotografías superiores se ven algunas bocaminas cercanas al Socavón general.
En cuanto al funcionamiento de esta mina, la falta de documentación dificulta mucho la interpretación de los restos que todavía se pueden observar. Se sabe que se explotaba mediante un pozo principal y un plano inclinado. Información recogida en 1975 describe varias rozas, un socavón hundido y un pozo, el pozo del Embudo, que podría tratarse del pozo principal de explotación. A pesar de esto, se sabe que el mineral era transportado a través del túnel de La Higuera, la concesión colindante. El mineral se cargaba en las vagonetas dentro del túnel, posiblemente mediante una tolva desde el exterior, tal y como se recoge de testimonios de algunos mineros de Hierros de Garrucha.
En las dos fotografías superiores, algunas galerías de la mina Santa Catalina.
Por el túnel de la Higuera el mineral llegaba hasta el cargadero conocido como de Santa Catalina, en el primer pozo de luces de la mina Higuera, donde se acumulaba en una tolva provista de nueve compuertas para la carga en los vagones del ferrocarril, que accedían mediante un túnel de 60 metros. Cabe decir que inicialmente se planteó en preparar el túnel de la Higuera para que la locomotora pudiera atravesar toda la Higuera hasta la misma mina Santa Catalina, motivo por el cual ambos extremos del túnel están preparados para ello, con una anchura mayor de lo normal y con una cobertura de mampostería de buena calidad (el túnel de la Higuera se empezó a la vez por ambos extremos). Pero finalmente se abandonó el proyecto (supuestamente por su coste) y se completó el túnel como un simple túnel de transporte con vagonetas.
Plano de demarcación y algunas de las labores en la mina Santa Catalina.
Disponemos más información gracias a un inventario de mineral de 1916, en el que se da contabilizan cuatro volquetes de mina de una tonelada de capacidad, un volquete de 400 kilos y dos vertederas de tolvas, una de ellas de hierro fundido. También disponía de un malacate y un torno de pozo, además de una chabola de mampostería para fragua. En referencia al malacate de esta mina, en el único plano donde se muestran algunas de las galerías de esta mina se encuentra precisamente el «pozo del Malacate», aunque ante la ausencia de más documentación, no podemos reconstruir de momento el funcionamiento de la mina, la ubicación del pozo de explotación o pozo del Embudo (si es que eran el mismo) ni conocemos la ubicación y utilidad del plano inclinado. Los testimonios posteriores solo hablan del «Socavón principal o general» de la mina, de una vía minera de superficie que recorría el centro de la concesión y de la «tolva» de carga en el túnel de la Higuera. Los mineros de Hierros de Garrucha podían ir por estas galerías desde la entrada del túnel de la Higuera hasta las labores del hoyo Júpiter, pues las galerías de Santa Catalina llegaron a conectar con las de Júpiter.