El 5 de julio de 2019, el Profesor de Prehistoria, Gonzalo Aranda Jiménez impartió la conferencia «La reutilización de monumentos megalíticos en el Argar», dentro de las IX Jornadas de estudio sobre la Cultura de El Argar. La conferencia se llevó a cabo en el Edificio Museo Pedro Flores de Antas. Como novedad en las conferencias promocionadas por la Asociación Amigos de El Argar, se organizó una visita a los yacimientos arqueológicos, de la mano de Gonzalo Aranda y el arqueólogo Domingo Ortiz Soler.
La asistencia superó todas las espectativas, lo que demuestra el interés de este importante yacimiento cercano a Antas.
Este importante yacimiento de la Edad del Bronce, que dio nombre a la cultura de El Argar, es de una importancia equivalente a otros como La Almoloya o La Bastida, que ya han sido puestos en valor y que experimentan cada año un número creciente de visitantes. En nuestro levante de Almería, podría ser la joya de toda una serie de ofertas culturales turísticas de renombre, entre las que ya se encuentra la visita a la geoda gigante de Pulpí y el museo de Villaricos como los más importantes, pero que pronto esperamos que se aumente con las proyectadas minas visitables en Bédar, las que podrían serlo en Cuevas de Almanzora, y el rico patrimonio medieval que atesora nuestra tierra. Este valor añadido al turismo de playa y sol, puede hacer del levante una de las zonas más atractivas para todo tipo de visitantes.
El éxito de esta convocatoria nos anima a seguir trabajando por la puesta en valor de este yacimiento. Gracias de nuevo a todos.
Adjuntamos un resumen de la conferencia:
LA CONFERENCIA QUE IMPARTIÓ EL DR. GONZALO ARANDA EN EL MUSEO EDIFICIO PEDRO FLORES DE ANTAS, ALMERIA, EXPUSO LAS PRÁCTICAS DE RESISTENCIA A LA DIVISIÓN SOCIAL. LA CONTINUIDAD Y REUTILIZACIÓN DE MONUMENTOS MEGALÍTICOS EN El ARGAR
Las sociedades argáricas han sido tradicionalmente consideradas como culturalmente monolíticas y uniformes. Desde una perspectiva evolucionista, la aparición en torno al ca. 2200 cal BC de la cultura de El Argar supuso el abrupto final de las sociedades calcolíticas y sus características formas culturales. Efectivamente, el inicio de El Argar dio paso a numerosas innovaciones como la fundación de nuevos poblados en donde se generalizaron las viviendas de planta rectangular, trapezoidal o absidal que se yuxtaponen unas a otras creando un denso caserío. La nueva casa argárica fue concebida el espacio social por antonomasia que incorporaba no solo a los vivos, sino también a los muertos. La aparición de sepulturas individuales en el interior de los poblados, habitualmente bajo los pisos de las viviendas, es otra importante innovación cultural. Además, se produjeron destacados cambios en la forma y propiedades de objetos tan habituales como las vasijas cerámicas o los metales cuya producción experimentó un relevante proceso de intensificación y especialización artesanal.
Este proyecto singular sobre la Cultura Argárica, tiene sus objetivos principales en la investigación arqueológica del poblamiento argárico en el Sudeste de la Península Ibérica, a la luz de los estudios de los yacimientos de esta cultura en todo el amplio territorio referenciado, para la contribución al progreso del conocimiento histórico de las primeras manifestaciones de una civilización -estado.
El Proyecto debe contribuir a la superación de los paradigmas histórico-culturales que desde los tiempos de Luis Siret y Pedro Flores venían siendo reciclados sin profundizar en el estudio de la «Economía Política» de la sociedad argárica, y sin desarrollar un estudio parangonable con el impacto antrópico de dicha cultura con respecto de la transformación de la naturaleza del Sudeste peninsular durante la Edad del Bronce.
En cuanto a las conclusiones sobre esta Cultura han quedado puestas en evidencia las características urbanas propias de esos poblados y la función de producción de cada una de ellos, así como en particular el yacimiento arqueológico de El Argar, ubicado en una planicie sobre el río Antas en el área nuclear del territorio argárico, como estado central. Permitiendo los resultados obtenidos a partir del año 1984 (Schubart y Arteaga, en Homenaje a Luis Siret, Sevilla, 1986) postular por primera vez respecto de la prehistoria de la Península Ibérica la existencia de una «sociedad clasista inicial» (Arteaga, 1992), mostrativa de la aparición del Estado en el Sudeste (Arteaga, 2000).
En referencia al tema de la imagen del territorio en aquellos momentos de esplendor de la Cultura Argárica a través del análisis geoarqueológico de la Depresión litoral de Vera, decir que este tema es parte de una de sus muchas líneas de investigación, que radica en la aplicación de la Geoarqueología como una ciencia interdisciplinar abocada en el estudio de las transformaciones paleoambientales y alteraciones ecológicas ocurridas en las costas atlánticas-mediterráneas de Andalucía durante todo el Holoceno, mostrando ejemplos de líneas litorales fósiles que conformarían pequeñas islotes, cuando la depresión quedaría totalmente ocupada por una amplia llanura aluvial inundada, trayendo consigo, desde el punto de vista paleogeográfico, la formación de lenguas de agua en las desembocaduras de los tres ríos, Almanzora, Antas y Aguas, y tierra adentro de la comarca litoral, con niveles de marismas, que confirmaría que el núcleo urbano de El Argar tendría salida al mar mediante fondeadero.
El enorme énfasis puesto en el cambio y la innovación que supuso El Argar ha provocado que todos aquellos aspectos culturales relacionados con la continuidad y permanencia de tradiciones calcolíticas hayan sido minusvalorados o considerados como propios de sociedades marginales o en proceso de aculturación. Este es el caso de la aparición de objetos típicos de época argárica como parte de los ajuares de sepulturas megalíticas. Sin embargo, el análisis de la continuidad y reutilización de estos espacios funerarios durante época argárica permite plantear una situación muy diferente.
Lejos de la consideración residual de estos espacios rituales colectivos, el análisis de la documentación disponible muestra que las más importantes necrópolis megalíticas del sureste peninsular fueron objeto de una intensa actividad ritual durante la Edad del Bronce. En ellas se documentaron ajuares funerarios cuyas características formales y tecnológicas son indistinguibles de los que aparecen en las sepulturas argáricas del interior de los poblados. Se trata fundamentalmente de recipientes cerámicos, entre los que destacan formas clásicas como las copas, y objetos metálicos como los puñales de remaches, punzones, brazaletes, cuentas, anillos y pendientes.
Además de la documentación de objetos argáricos, en el año 2012 iniciaron un programa de dataciones radiocarbóncias sobre hueso humano con el objetivo de profundizar en la escala, intensidad y temporalidad de las prácticas de reutilización de sepulturas megalíticas. Para ello, centraron su atención en las necrópolis de Panoría (Darro, Granada), El Barranquete (Níjar, Almería), Las Churuletas, La Atalaya y El Llano de El Jautón (Purchena, Almería). Como resultado se han obtenido 90 nuevas dataciones, lo que supone un considerable avance si tenemos en cuenta que hasta 2012 solo se conocían 10 fechas.
La nueva serie radiocarbónica permite establecer diferentes valoraciones. La actividad funeraria megalítica comenzó entre el 3810–3635 cal BC y los últimos enterramientos se produjeron entre el 425–690 cal AD, aunque la mayor intensidad ritual se concentró durante el tercer y segundo milenio. Sorprende que en la serie radiométrica no existe ninguna interrupción o hiatus en el ca. 2200 cal BC cuando aparecen las sociedades argáricas. Al contrario, las sepulturas megalíticas fueron intensamente utilizadas hasta el final de la Edad del Bronce. La discontinuidad cultural entre las Edades del Cobre y Bronce no parece que tuviera ningún efecto en los tradicionales rituales funerarios megalíticos.
Las dataciones pertenecientes a la Edad del Bronce se concentran muy especialmente en las sepulturas tipo tholoi. Si centramos nuestra atención en la serie radiocarbónica de estas sepulturas destaca la escala y relevancia de las prácticas de reutilización. De las cuarenta y seis fechas disponibles, el 48% pertenece a la Edad de Bronce, una situación imaginable antes de que se llevara a cabo este programa de datación por radiocarbono. Si descendemos al análisis comparativo de las tres sepulturas de la necrópolis de El Barranquete que poseen amplias series radiocarbónicas encontramos igualmente algunas consideraciones relevantes. En primer lugar, las series radiocarbónicas de las sepulturas 8 y 11 presentan muchas similaridades. En ambos casos se distinguen dos fases, la más antigua de la Edad del Cobre concentra la mayoría de los inhumados y en la más reciente todos los enterramientos pertenecen a la Edad del Bronce. Sin embargo, en la serie radiocarbónica de la sepultura 9 sorprende que solo una datación pertenezca a la Edad del Cobre. Su situación contextual en el corredor, en la capa más superficial de enterramientos permite sospechar que se trata de un enterramiento secundario de restos antropológicos procedentes probablemente de otro sitio. Si este fuera el caso, todas la deposiciones de restos antropológicos se habría realizado durante el Bronce argárico.
Las prácticas de reutilización de sepulturas megalíticas durante la Edad del Bronce evidencian un fenómeno de enorme relevancia que pone en tela de juicio la supuesta uniformidad cultural de las sociedades argáricas. Durante la cultura de El Argar coexistirían dos prácticas rituales y funerarias muy diferentes: una nueva caracterizada por enterramientos individuales en el interior de los poblados con significativas diferencias en sus ajuares funerarios, y otra tradicional consistente en la continuidad y reutilización de monumentos funerarios colectivos. Las primeras se han asociado al surgimiento de las elites sociales argáricas y la construcción de nuevas identidades basadas en el proceso de fragmentación y división social. Por el contrario, las segundas supondrían un claro énfasis en prácticas rituales colectivas relacionadas con el pasado, la memoria y los ancestros.
Estas formas claramente diferenciadas de construcción de las identidades sociales pueden explicarse en términos de resistencia a los procesos de cambio e innovación cultural argárica. La reutilización de tumbas megalíticas podría considerarse como parte de estrategias de resistencia al proceso de diferenciación social argárico. Los intentos de consolidar profundas asimetrías sociales habrían entrado en conflicto con el deseo de mantener formas culturales ancestrales que se oponían a la división social en favor de las identidades colectivas.
Julián Pérez Flores
Arquitecto
Presidente de la Asociación Amigos de El Argar