Emisiones locales de Bédar: la locura entre los coleccionistas

En este blog seguimos, desde hace ya bastante tiempo, la evolución del mercado coleccionista de las emisiones locales de la guerra civil española, es decir, el dinero local emitido por prácticamente todos los municipios republicanos ante la falta de dinero fiduciario. Se trata de un momento dramático y muy particular de nuestra historia, en la que los ayuntamientos se vieron obligados a emitir su propio dinero, garantizado con fondos propios, para permitir las transacciones comerciales más habituales.

En el momento en el que estalló la guerra había en circulación monedas de 50 céntimos, 1, 2 y 5 pesetas de plata emitidas durante la monarquía; monedas de 5, 10 y 25 céntimos de cobre, 25 céntimos en cuproníquel y de 1 peseta de plata emitidas por el gobierno republicano. Además de las monedas circulaban billetes de 25, 50, 100, 500 y 1000 pesetas. Debido al miedo que provocaba la guerra, la gente empezó a guardar todas las monedas de plata, ya que por el mismo hecho de estar fabricados de este metal las hacía más valiosas que lo que realmente indicaban. Además, el gobierno había empezado a recogerlas para sustituir las piezas monárquicas por otras republicanas, usar esta plata para hacer frente al esfuerzo económico que suponía la guerra y, de paso, evitar que pudieran ser llevadas al extranjero.

Anverso del billete de 1 peseta de la emisión del 20 de agosto de 1937.

Pero la tendencia a acumular las monedas de plata era imparable, lo que llevó a una carestía de estas monedas fraccionarias, es por este motivo que se comienzan a crear vales en algunos comercios para facilitar los intercambios, vales no respaldados por ninguna entidad bancaria ni organismo oficial. Este era un problema importante, porque la ausencia de moneda fraccionaria dificultaba mucho el correcto desarrollo de las transacciones mercantiles.

A lo largo de 1937 los diferentes municipios van tomando la decisión de emitir billetes locales garantizados por fondos propios, pero no siempre los ayuntamientos depositaban le equivalente en moneda de curso legal para avalar estas emisiones.  Aunque hubo, de alguna manera, consentimiento por parte del Gobierno, éste intentó acabar con esta situación con una emisión de monedas de bronce de 1 y 2 pesetas, de las cuales solo llegaron a realizarse las de 1 peseta y ésta no circuló hasta finales del año 1937, tomando medidas para acabar con el acaparamiento de las monedas de plata.

Anverso del rarísimo ejemplar de 2 pesetas, de la emisión de 12 de noviembre de 1937.

Para poner fin a las emisiones municipales se adoptaron varias medidas: se publicó un decreto el 24 de diciembre que autorizaba la entrada en circulación de monedas de 10, 25 y 50 céntimos.  Más tarde, el 6 de febrero de 1938, se publicó otro decreto que obliga a la recogida de estos billetes locales en el plazo de un mes por aquellos que las habían realizado, a cambio de monedas o billetes del Estado o del Banco de España; acabado el plazo no podrían usarlas. El incumplimiento de esta disposición conllevaba la imposición de multas. Este decreto se amplió con otro del 7 de febrero en el que se reduce el plazo a 20 días y sin prórroga hasta el 28 de febrero.  A pesar de estas medidas, algunos de estos billetes siguieron circulando hasta finales de 1938.

Billete de Mójacar reparado con un recosido, no es difícil encontrar ejemplares reparados con esparadrapo y hasta con celo.

El Consejo Municipal de Bédar realiza una emisión de billetes locales en agosto de 1937. Los billetes, impresos en las Imprentas Haro de Vera  (uno de los principales centros de fabricación de moneda local) eran de  25 y 50 céntimos y 1 peseta y  usaban el mismo diseño que los emitidos en otras localidades cercanas: Turre, Antas, Mojácar y Los Gallardos. Estos billetes solo tenían validez dentro del término municipal de Bédar. Otra emisión, esta vez de billetes de 2 pesetas, fue realizada en noviembre del mismo año. Los billetes eran firmados por el presidente del Comité, Juan Fernández, en un edificio, cercano a donde ahora está el campo de fútbol, al que llamaban precisamente por eso y algo irónicamente como «El Banco».

Vale improvisado nominal para 10 pesetas en géneros en el comercio de referencia de la sociedad minera la Unión Bedareña, de septiembre de 1936, el único vale de este tipo que hemos podido localizar en la provincia de Almería.

Otro vale minero para comestibles de 25 céntimos de octubre de 1937, de las minas del Centenillo, en Jaén.

En Bédar, muy pocos recuerdan ya haber usado estos billetes, a los que se referían como «el dinero del alcalde». La falta de papel hizo que la imprenta de Haro aprovechara todo el papel disponible, por lo que muchos están impresos en simple papel de libreta, lo que hacía que los billetes se degradasen rápidamente y tenían que ser reparados de las formas más diversas. Los que no fueron recogidos por las autoridades gubernamentales fueron destruidos o perdidos al ser considerados como papeles inútiles, por lo que muy pocos sobrevivieron. Muchos de los que se conservaron, más como curiosidades que otra cosa, acabaron en manos de coleccionistas catalanes, a donde llegaron por vía de los inmigrantes. Es precisamente en los mercados y subastas en Cataluña donde más ejemplares hemos podido observar.

Valor de 50 céntimos de la emisión del 20 de agosto de 1937.

Por su rareza y curiosa historia, el precio de estos billetes no ha hecho más que incrementarse con el tiempo, su incremento progresivo de precio los convierte también en un claro activo de inversión. Claro que no todos son igual de codiciados por los coleccionistas, los de municipios grandes como Vera o Cuevas del Almanzora, con mayores tiradas, son relativamente fáciles de encontrar y con precios asequibles, aunque todo depende de su grado de conservación o de otros factores, como el que presenten sello del Consejo municipal o la firma legible del presidente. Sin embargo, los de pueblos pequeños o los más escasos vales de comercios o compañías mineras son mucho más raros y pueden superar fácilmente los 300 euros, aunque no se encuentren buen buen estado de conservación. Numerosos ejemplos de este tipo aparecen en subastas o portales de venta por internet, como la conocida Todocolección.

Valor de 25 céntimos de la emisión de 20 de agosto de 1937.

Un ejemplo son los billetes de Bédar, que son unos de los más buscados y que más precio alcanzan en subastas. Especialmente los valores más escasos, el de 1 peseta y el casi imposible de encontrar de 2 pesetas, superan sin problemas los 300 euros. En una de las últimas subastas un ejemplar de 2 pesetas superó los 400 euros en pujas antes de que dejamos de seguirlo (desconocemos hasta dónde llegó) y una reciente subasta en Todocolección por los valores de 1 y 2 pesetas superó los 800 euros, toda una locura.

Turre: billete municipal de 1 peseta de 1937

Durante 1937 y 1938, en plena Guerra Civil española, se vivió un fenómeno curioso en toda la zona republicana. Con la retirada de las monedas de cobre y plata y la escasez de la moneda menuda, se vivió una falta de moneda fraccionaria que dificultaba los pequeños intercambios y la compra en los comercios. Autorizada la utilización de vales en 1937 por una serie de decretos por el Estado republicanos, los consejos municipales, lo que antes eran las alcaldías, comenzaron a emitir vales para facilitar las transacciones. Estos vales se emitían en base a una cantidad de dinero que se depositaba en los bancos locales, los billetes eran autorizados por la firma del presidente del consejo y podían llevar el sello  del consejo y un número de serie. El billete solo tenía valor en la localidad en que se emitían, aunque se dieron casos entre varias localidades.

Sin embargo, pocos eran los que querían estos billetes, prefiriendo los aceptados por el Banco de España, con valor en todo el Estado y debidamente garantizados. No en vano, con este tipo de vales había mucho riesgo de fraude, pues nadie podía garantizar eficazmente que algunos listos emitieran más vales que el dinero depositado que lo garantizaba.  En febrero de 1938 el gobierno prohibió su emisión y los billetes existentes empezaron a ser recogidos y canjeados por las autoridades competentes.

Todos los pueblos del levante almeriense emitieron este tipo de billetes, que eran aprobados en sesiones de los consejos, donde se estipulaba el valor y cantidad de los billetes que se emitían. Por lo general, se hicieron dos o tres emisiones en cada una de los municipios. Casi todos los municipios del levante encargaron estos billetes a la imprenta Haro de Vera (salvo Pulpí y puede que otras de Lubrín, Huercal Overa y algunas emisiones de Cuevas de Almanzora). La imprenta Haro utilizó una tipología, orlas, decoraciones e ilustraciones muy características, cuyos motivos vemos combinados de diferentes formas. Se aprecia también una serie de emisiones muy simples (Bédar, Turre, Mojácar, Antas…) hasta otras mucho más elaboradas y con diferentes ilustraciones, como es el caso de las de Vera. A parte de surtir de vales a los municipios del levante, también lo hizo para otros municipios almerienses, como Abla, Albox, Albánchez o Doña María-Ocaña.

Debido a la escasez de papel, estos vales eran de muy mala calidad, en ocasiones tuvieron que imprimirse en papel de libreta, y se deterioraban muy rápidamente. Los que no se retiraron fueron regalados a los niños para que jugaran y, finalmente, los supervivientes acabaron vendiéndose a coleccionistas, especialmente en las zonas de mayor emigración, sobre todo en  Cataluña.

A día de hoy, no se ha llevado ningún estudio serio sobre ellos, a pesar de que hace ya más de 80 años de estas emisiones. Con una sola excepción, que es Vera, en los que se ha hallado las sesiones del consejo con las diferentes emisiones aprobadas. Lo que ya no sabemos es si el Archivo Municipal de Vera cuenta con ejemplares de estos vales, como sí ocurre con muchos otros municipios fuera de Almería que se han preocupado en recopilar para sus Archivos Municipales sus propias emisiones de vales en 1937, testigos de esos difíciles años de Guerra Civil.

Desde este humilde blog, nos ocupamos de las emisiones de los municipios del levante, y especialmente de estas emisiones de la imprenta Haro (https://farodebedar.com/emisiones-de-la-imprenta-haro-vera/), con un catálogo de las emisiones que hemos podido encontrar en subastas, páginas de venta, colecciones privadas y otras procedencias. Desgraciadamente se trata de ejemplares raros y bastante buscados por los coleccionistas, que no se caracterizan precisamente por su tendencia a compartir sus hallazgos, preocupados como están por disfrutarlos personalmente, cual Gollum su precioso anillo. Las escasos catálogos y estudios al respecto presenta numerosas lagunas, es por eso que debemos «cazarlos» en el momento del cambio de manos, para ir completando poco a poco las diversas series.

Tal y como hacemos en otros temas, como por ejemplo monedas de yacimientos romanos y hispano-árabes, iremos publicando los nuevos hallazgos de importancia que vayamos haciendo, gracias nuestros colaboradores. Empezamos con el billete de 1 peseta de color rojo de Turre, que es la primera vez que vemos.

El ejemplar está claramente impreso en papel de libreta, como otros ejemplares de Antas y Los Gallardos, a pesar de lo cual, está muy bien conservado tras 82 años. No lleva número de serie, como los escasos otros billetes de la serie de Turre que conocemos. Este billete viene a completar la serie de billetes de 1 peseta, llamémoslos de tipología simple (lo que hemos denominado tipologías de la 1 a la 3, con un tamaño de unos 5×10 cm y pequeñas diferencias en la disposición del escudo republicano y en el tamaño del valor facial). Coincide en color con el billete de 1 peseta de Bédar y está firmado por el presidente, Damián Grima.

 

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Billete de 1 persona de Turre, rojo, sin número de serie. Colección particular.

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Billete de 1 peseta de Bédar, rojo, número de serie 1080. Colección particular.

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Billete de 1 peseta de Antas, verde o azul, número de serie 0832. Ejemplar vendido en el portal Todocolección.

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Billete de 1 peseta de Los Gallardos, azul, sin número de serie. Colección particular.