La minería en las nuevas calles de Vera: la Escuela de Capataces y Juan Pié

Con sana envidia recibimos la noticia de los nuevos nombres de calles aprobadas en la sesión ordinaria del Pleno del Ayuntamiento de Vera el 29 de septiembre pasado para el nuevo polígono industrial proyectado en el municipio. Con emoción, hemos visto como la pasada exposición “Luces y Sombras” ha despertado la memoria olvidada del patrimonio histórico-minero, proponiendo como nombres de las calles de la futura zona industrial los de prohombres de la industria minera relacionadas con la ciudad y, como principal, la Escuela de Capataces y Maestros Fundidores de Vera.

No podemos menos que aplaudir y felicitar al Ayuntamiento de Vera por la iniciativa, así como a todos los grupos políticos, que apoyaron por unanimidad el proyecto. Pero mejor véanlo ustedes mismos:

Una de las calles se dedicará muy merecidamente a Juan Pié y Allué, que también merecería una calle en Bédar. Juan Pié, nacido en 1858 en Zaragoza, completó de manera sobresaliente la carrera de ingeniero de minas, ingresando en el Cuerpo de Ingenieros a los 21 años. Tras realizar prácticas durante algunos meses en Almadén, pasó al distrito de Almería, donde trabajó en la enseñanza privada en La Compañía Peninsular Azucarera. Su llegada al levante almeriense fue de mano de la empresa The Union Bank of Spain and English Ltd para la explotación de algunas minas en sierra Almagrera, instalándose en la mina Guzmana, donde se encargó de la dirección técnica.

Juan Pié fue durante un corto periodo de tiempo jefe del distrito de Albacete hacia 1886, pasando a fundar la Escuela de Capataces en Vera, de la que fue nombrado subdirector en marzo de 1890, ocupándose también en empresas industriales de la localidad. En 1894 ascendió a ingeniero primero del cuerpo de minas y, tras ofrecerle el puesto de director de la Sociedad de explotación de las minas de hierro de Bédar, pidió licencia para ocupar el cargo, que mantuvo hasta 1897.

Juan Pié compaginaba su carrera de ingeniero con diferentes aficiones. Era músico y tocaba varios instrumentos; hablaba inglés y francés correctamente; era un buen fotógrafo; fue uno de los primeros en España en usar el taquímetro y la máquina de escribir, y a ratos perdidos ensayaba un excelente microscopio que había adquirido. Era además un agudo polemista que nos ha dejado numerosos escritos profesionales (entre ellas las conocidas Tablas Taquimétricas Universales, varios trabajos sobre los criaderos de hierro y plomo del Levante de España) y artículos de opinión en diferentes medios.

A pesar de la importancia del personaje, la falta de descendientes directos hizo que su enorme legado se perdiera inexorablemente, por lo que no ha sido hasta hace muy poco que han podido ser identificado (con una alta probabilidad) en dos fotografías, en las que por la fecha, lugar y posición que ocupa dicho personaje, nos hace pensar con una muy alta probabilidad de que se trate de este ingeniero. No hay que olvidar que se conservan fotografías bien identificadas de todos los directores de las minas de Bédar, de todos salvo de Juan Pié, Herman Leonhardt y Andrés López de La Presa. Hemos de añadir a esta lista de directores con fotografía a Juan Pié.

Juan Pié falleció relativamente joven en Madrid a causa de una enfermedad, en la madrugada del 23 de enero de 1900. La viuda de Juan Pié, Magdalena Benítez, falleció el 11 de diciembre en Almería y su única hija, Antonia Pié Benítez, falleció soltera y sin hijos, víctima de una enfermedad incapacitante. A raíz de su muerte, se entabló una pugna judicial por la enorme herencia que dejó este ingeniero, valorada en 200.000 pesetas de la época, que se disputaron la orden de los jesuitas y una tía de la mujer de Juan Pié, Antonia Benítez Cano.

Los efectos personales, escritos, fotografías, etc, fueron recogidos por los familiares de la oficina de Juan Pié en El Pinar de Bédar y desconocemos donde pudieron acabar. Y es aquí que le perdemos la pista a este ingeniero, aunque la huella que ha dejado es imborrable y se hace justicia dándole su nombre a una calle en Vera. ¡Qué menos!