Hace unos días se publicó en la revista digial HASTIAL el último de mis trabajos sobre minería en El Pinar de Bédar.
Los trabajos de investigación sobre estas minas comenzaron en 2003, aunque cuando pude comprobar la rápida destrucción de los restos mineros provocada por la urbanización de El Pinar (en la que destaca la destrucción de los restos del Lavadero Grande en 2004), tuve que darme prisa en fotografiar y registrar todos los datos posibles. De ahí que muchas de las cosas que aparecen en las fotografías de este trabajo ya no existen.
La mega-urbanización, que incluía un campo de Pitch & Putt (una especie de campo de golf enano)amenazaba con fagocitar todo el espacio ocupado por los restos mineros. Creo que muchos conocerán mi firme oposición a la construcción de ese megalomaníaco proyecto, sobre todo tras la destrucción del Lavadero Grande en 2004, lo cual me hizo sospechar que no respetarían nada. No solo era el cabreo lógico por destruir el objeto de mi curiosidad, también fue por la ligereza de la decisión de hacer desaparecer un patrimonio que en un futuro podría ser útil, e incluso por la grave afectación de unas zonas donde, tradicionalmente, se podían ver muchas tortugas moras (Testudo graeca). Sin embargo, en 2004, la «ladrillitis» estaba en su pleno apogeo, y no había riesgo (construir en zonas mineras no es que sea precisamente buena idea)ni patrimonio que pudiera pararlo.
Ahora, una vez desinflado el globo de la especulación urbanística, empiezan a cristalizar ideas sobre promoción turística, que tendrán que conformarse con lo que ha quedado. Los terrenos del abortado campo de Pitch & Putt empiezan a ser ocupados, de nuevo, por sus legítimos dueños, mientras que las calzadas y aceras de la urbanización se deterioran y sucumben ante las lluvias torrenciales ocasionales, cuyas aguas recuperan sus cursos habituales de toda la vida, temporalmente ocupados.
En el presente artículo, se muestran los resultados de bastantes años de investigación. No solo sobre el terreno, también documental, con documentos llegados hasta de la lejana Noruega (gracias a Lise Hansen), y la inestimable ayuda de grandes profesionales, como el ingeniero de minas Gonzalo Leal y el historiador Juan Grima Cervantes, referente obligado en todos estos temas. Incluso cuenta con la única investigación arqueológica auténtica que se ha realizado en Bédar y que pocos conocen: la del equipo del arqueólogo belga Paul Rondelez, en una campaña en la zona de La Gamberra que fue en su momento financiada por el grupo de vecinos Levante Sostenible.
El Pinar de Bédar tiene un gran potencial turístico, pues en un relativamente pequeño espacio de terreno se pueden encontrar numerosos restos histórico-mineros, muy representativos del siglo minero almeriense, que permitirían una gran cantidad de rutas y actividades.
El trabajo no ha finalizado, todavía quedan muchas incógnitas, pero al menos se han podido establecer de forma general los diferentes periodos que caracterizana a esta minería, en un periodo de tiempo entre 1843 y 1926.