Autogestión de la Salud y Economia Sostenible

El 1 de marzo, mi amigo Pedro Cano imparte un taller gratuito en la Casa de la Juventud de Bédar: Autogestión de la Salud y Economía Sostenible.

Creo que el interés es claro, no solo por el contenido de la misma sino por el hecho de que se organicen actividades de este tipo. EcoCenter Bédar es una nueva asociación sin ánimo de lucro, que busca también el desarrollo sostenible de la zona, objetivo que compartimos. Les deseo que todo les vaya muy bien.

ECO CENTER BEDAR

Cualquiera que conozca mínimamente Bédar, sabrá de la riqueza botánica que atesora su sierra. Más sobretodo si han tenido el placer de pasear por Serena y por su rambla. Los pequeños microclimas húmedos que se crean en algunas ramblas, albergan verdaderos paraísos de plantas, con una biodiversidad que quita el aliento, literalmente. Es tal la cantidad y calidad de plantas medicinales que allí crecen, que solo pasear por allí debe ser, a la fuerza, bueno para la salud.

Desgraciadamente ya poca gente conoce las plantas medicinales y su uso. Yo mismo recuerdo a mi abuelo, que tenía siempre un remedio para cada mal, y secaba y preparaba diferentes plantas para poder usarlas cuando fuera menester. Por eso me parece muy interesante el taller de Pedro, para volver a recuperar ese antiguo saber y utilizarlo en nuestro propio beneficio… al margen de empresas farmacéuticas, de sus compuestos sintéticos y de los enormes intereses económicos que las controlan.

Pero yendo un poco más lejos, la medicina tradicional es algo que realmente está en auge. Salvo enfermedades y tratamientos que realmente requieren tratamientos y control médico, son muchos los pequeños males, molestias y problemillas que sin duda podríamos solucionar con los remedios de antes, evitándonos así el atiborrarnos (muchas veces sin control alguno) de diferentes sustancias químicas que más que bien nos pueden dar muchos problemas. Mucha gente demanda este tipo de tratamientos y es, sin duda, otro más de los potenciales económicos que alberga Bédar y que, de momento, a nadie se le ha ocurrido explotar.

Elaborar y vender remedios y medicinas naturales… ¿por qué no? Pero antes hay que saber reconocerlas, conocer sus utilidades y saber como procesarlas, y para eso tenemos a Pedro Cano.

El taller, que recuerdo que es gratuito, es el 1 de marzo de 10:00 a 13:00 en la Casa de la Juventud de Bédar. Doy fe de que quien lo imparte sabe muy bien de lo que habla.

Dr. Bernardo Renovales Cabeza-Olias

Nacido en Mora (Toledo) en 1857, estudió medicina en la Universidad Central de Madrid, se doctoró con una tesis sobre la pústula maligna. Se casó con su primera mujer, Brígida Romero López en Huéscar (Granada), del matrimonio nacerían Luisa y José Manuel Renovales Romero, falleciendo la primera siendo niña.

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Bernardo Renovales Cabeza-Olías de joven.

Tras el fallecimiento de su primera mujer, contrajo matrimonio en segundas nupcias con Francisca Tejedor Calcia, matrimonio del cual nacerían Bernardo, Francisco, Antonio, Ángel y Luisa.

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Brígida, primera mujer de Bernardo Renovales.

Brígida era hija de Manuel romero Ortiz, relacionado con la sociedad minera Compañía de Águilas, siendo también administrativo de la misma el padre de Bernardo Renovales, Pantaleón José Renovales y Saracha. Estas relaciones fueron, posiblemente, el motivo por el cual se ofreciera a Bernardo Renovales el trabajo de médico en esta compañía minera, concretamente para la segunda sección de la Compañía de Águilas, bajo la dirección del noruego Fredrik Dietrichson, que se ocupaba de las minas de plomo y hierro de Sierra Almagrera y Bédar.

Posiblemente el Dr. Renovales llegaría a Bédar para sustituir al Dr. Pedro Bolea García, natural de Albánchez, que falleció en 1889 tras tres años ejerciendo como médico rural en Bédar. Era una época difícil, la minería era la principal actividad económica y la población de Bédar superaba entonces los 3.000 habitantes.

El sueldo de un médico rural estaba en relación con la gente del pueblo en el que se ejercía, el Dr. Bolea cobraba una cantidad pequeña y los bedarenses, en gran parte dispersos por el campo, solicitaban con frecuencia la asistencia de facultativos de otros pueblos, más cercanos.
El Dr. Bolea dejaba viuda, Elísea García Torrecilla, y tres hijos menores.

Bernardo se trasladó a Bédar con toda la familia a excepción del hijo del primer matrimonio, José Manuel Renovales, aunque tras el fallecimiento de sus abuelos pasó una temporada en Bédar, marchando posteriormente a Huescar y después a Valencia, donde opositó al cuerpo de policía y llegó a ser comisario, trabajando en Barcelona y Puerto de Sagunto, fue también Guardia secreta del Rey Alfonso XIII.

En Bédar la familia residía en la calle Clavel, números 1, 5 y 7. Como otros muchos bedarenses en plena fiebre minera, el Dr. Renovales intentó participar del negocio minero, sabemos que en Octubre de 1897 arrendó la mina llamada Liga Italiana y su demasía.

En cumplimiento de la Ley Benot de 1873 y como médico de la Compañía de Águilas, el Dr. Bernardo Renovales Cabeza-Olías estaba encargado de dar asistencia a los mineros accidentados. Para tal fin se construyó un hospital en los terrenos que dicha sociedad poseía en El Pinar de Bédar. Para realizar sus tareas asistenciales contaba también con la ayuda de un practicante facultativo.

En 1896 debía desplazarse a las minas de las Cañadicas para reconocer el cadáver de un minero, Francisco Guerrero Gallardo, víctima de un desprendimiento en la mina Mahoma, al que realizó la autopsia poco tiempo después.

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El Dr. Bernardo Renovales.

A partir de 1900 y como consecuencia de la Ley de Accidentes de Trabajo, las actuaciones del médico de la Compañía cobraron gran relevancia. Entre sus funciones se incluían el realizar los diagnósticos, autopsias y tratamiento a los mineros accidentados hasta su recuperación incapacidades temporales o, en su caso, la declaración de una incapacidad permanente parcial o total fruto de esas lesiones. Al mismo tiempo era miembro permanente de la Junta de Bédar por su condición de médico titular del pueblo.

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El Dr. Bernardo Renovales.

Como médico de la Compañía sólo estaba obligado a dar asistencia a los trabajadores contratados a jornal por ésta y no a los partidarios o contratistas, disponiendo para ello de un listado de trabajadores en los que constaba esta condición. Para asegurar que el accidente se había producido en la mina éstos debían aportar la «papeleta de la baja». A pesar de esto y tal como se refleja en la documentación consultada, el mismo Dr. Renovales manifestaba que también atendía por caridad a los partidarios que se accidentaban en la mina, siempre previa presentación de la pertinente papeleta, pero sin expedir las certificaciones prevenidas por la Ley de Accidentes porque, sencillamente, no podía.

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José Manuel Renovales Romero. De su matrimonio con Josefa Navarro Pelejero nacieron Manuel, Brígida, Luisa, Pepe y Josefa.

Además de las presiones propias por parte de los trabajadores, la empresa debió ejercer a su vez una gran presión sobre su trabajo. No en vano, en esos entonces la declaración por parte del médico de la empresa de una incapacidad comportaba que la empresa tuviera que pagar la pertinente indemnización, pero cuando se trataba de una incapacidad permanente parcial la sociedad mineral debía buscar además un puesto de trabajo apropiado a la minusvalía que presentaba el trabajador.

Contamos con varios ejemplos de cómo era su trabajo. En 1906 un partidario de la Compañía sufrió un accidente mientras trabajaba en la mina Sagunto (Las Cañadicas) el 19 de mayo, sufriendo una lesión en la pierna por la que fue atendido en el hospital de El Pinar. El accidentado cobró medio jornal hasta el 28 de junio en el que fue dado de alta y siguió trabajando hasta diciembre. A raíz del abandono de la mina del que era partidario, dicho trabajador denunció a la Compañía solicitando una indemnización por su estado de incapacidad permanente total a consecuencia del accidente ocurrido en mayo. El trabajador accidentado acusaba además al médico de la Compañía de haber cedido a las presiones del Director (en esos entonces Alfredo Dörn) para que le diera el alta a pesar de no estar curado. La defensa del Dr. Renovales se basó simplemente en demostrar que el trabajador era partidario, la asistencia médica fue por caridad y no procedía ninguna indemnización.

El 31 de octubre 1906, Manuel Caparrós Fernández, que acababa de encender un barreno en una galería de la mina Júpiter (Las Cañadicas) cayó en un hoyo mientras se retiraba precipitadamente en busca de un lugar seguro, con resultado de una hernia inguinal traumática provocada en la caída. Los compañeros de trabajo lo sacaron del hoyo y empezó a recibir tratamiento en el hospital hasta el 31 de diciembre, cobrando el medio jornal que consistía en 1,12 ½ pesetas. El trabajador denunció posteriormente las malas condiciones de la mina en la que se accidentó, pues no se había rellenado la parte explotada. Además se quejaba que lo habían declarado curado y útil para el trabajo, cuando la hernia que había sufrido y las lesiones articulares le provocaban dolores agudos y claudicación pronunciada de la pierna izquierda, lo que le impedía realizar cualquier actividad. La Compañía contestó afirmando que no era cierto que se hubiera declarado curado sino que se declaró como incapacidad permanente parcial, alegando además que si se produjo la hernia fue debido a la existencia previa de una «relajación inguinal.» Sin embargo, su condición de minero a jornal de la Compañía y el tipo de lesión que presentaba, hacía difícil que el fallo no accediera a las pretensiones del trabajador.

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Luisa Renovales Tejedor.

Desde luego no parece que el ambiente fuera especialmente tranquilo para ejercer su profesión, en Enero de 1907 y tal como relata la prensa de la época, tras la asistencia a Francisco Crespo Gallardo, accidentado en la mina Mulata, los obreros denunciaron que se había negado a facilitar el documento y certificado acreditativo de la lesión como accidente laboral. Se lo considera en la noticia como representante de la sociedad minera Chávarri, Lecoq y Compañía, aunque no indica si el trabajador accidentado era partidario o estaba a jornal de la sociedad minera referida.

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Francisco Renovales Tejedor.

En Julio de 1909 de nuevo asistía a un trabajador en las minas de Las Cañadicas, Francisco Collado Campoy estaba bebiendo agua cuando una enorme piedra se desprendió fracturándole la pierna derecha. Acompañado del practicante facultativo, Sr. Leirves, asistieron convenientemente al herido.

Como médico titular de Bédar, el Dr. Renovales formaba parte como miembro nato de la Junta de Reformas Sociales. Este hecho y su trabajo como médico de la Compañía fueron suficientes para granjearse la antipatía de los obreros, que seguramente lo veían como un mero instrumento a las órdenes de la empresa.

El 20 de Julio de 1908 fallecía su hijo Ángel Renovales Tejedor, otro de sus hijos, Bernardo Renovales Tejedor, estuvo trabajando en Vera como maestro, participando en las Juntas locales de primera enseñanza de Gérgal y Bédar, fallecía en Noviembre de 1925. Francisco Renovales Tejedor, nacido el 11 de Junio de 1890, aparece también en varios estallidos de la prensa de 1912 por secundar, junto a su padre, una campaña contra el alcalde de Bédar, acusándole por malversación de fondos. Finalmente llegaría a ser concejal del ayuntamiento de Bédar, alcanzando la alcaldía un año después. Acabó emigrando a Cuba, falleciendo el 30 de Marzo de 1947.

Además de sus labores como médico, el Dr. Renovales participó activamente en la política del pueblo, en la campaña contra el Alcalde junto a su hijo Francisco y también como Presidente del Comité de la Unión Patriótica de Bédar, llegando a celebrar una entrevista con el gobernador civil de Almería, Huelín, en Junio de 1927.

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Diego Fernández Moreno, practicante facultativo entre 1916 y 1918.

En Diciembre de 1929 tuvo que ser operado en Almería por una enfermedad grave. Al parecer se restableció pero persistieron molestias en las piernas que le impedían deambular correctamente.

Ya mayor, su mujer Francisca Tejedor Calcia fallecía el 22 de Abril de 1934, ya solo vivía en Bédar con su hija Luisa Renovales Tejedor.

El Dr. Bernardo Renovales Cabeza-Olías fallecía finalmente el 16 de Octubre de 1935, acompañado de su hija Luisa y su hijo José Manuel.

La biografía ha sido posible gracias a las aportaciones de la familia del Dr. Renovales, a la cual agradezco su colaboración. Agradecimientos especiales a Antonio y Miguel de la Cruz Renovales, Rosa Cabanes Renovales y Maria José Renovales.

El Dr. Bernardo Renovales Cabeza-Olías

Va siendo hora que hable un poco más del Dr. Bernardo Renovales Cabeza-Olías. La primera vez que oí hablar de él fue a mi abuelo Juan Antonio Jódar, cómo no. De mozo el viejo doctor le contrató para que le bajara con la burra desde Bédar al Pinar para atender a los mineros en el Hospital, era ya viejo y no podía ir andando, algún problema en las piernas se lo impedía. Los recuerdos de mi abuelo evocan a un hombre de gran estatura, de hombros anchos, manos enormes y carácter campechano y bastante rudo.

renovales

Única fotografía conocida del Dr. Renovales, aumentada de la original realizada en 1910 por el ingeniero Ovidio Fernández.

No ha sido fácil seguirle la pista al Dr. Renovales, no es tan conocido con el Dr. Antonio Bolea y mucho menos fue igual de estimado, por lo que parece, a tenor de la triste noticia de la que me hice eco en un anterior post, jubilado por inutilidad física y negado de una merecida pensión de jubilación y sin recibir ni siquiera del dinero que el ayuntamiento le adeudaba por sus servicios.

Tras diferentes pesquisas, estoy en disposición de esbozar una pequeña biografía de este personaje, por el que no oculto que profeso una gran admiración. No hablamos sólo de un médico rural, hablamos de un médico de Empresa, como yo, que ejerció en el momento quizás más importante del desarrollo de la medicina del Trabajo y para una empresa muy complicada, la Compañía de Águilas, durante una época muy convulsa y agitada por el resurgimiento de la actividad sindical.

En 1889 fallecía el Dr. Pedro Bolea García, tras tres años ejerciendo como médico rural en Bédar. Era una época difícil, la minería era una actividad pujante y la población de Bédar, que superaba entonces los 3.000 habitantes, disponía de un médico titular. El sueldo de un médico rural estaba en relación con la gente del pueblo en el que se ejercía, por lo que el Dr. Bolea cobraba una cantidad pequeña y los bedarenses, en gran parte dispersos por el campo, muchas veces solicitaban la asistencia de facultativos de otros pueblos, más cercanos. El Dr. Bolea dejaba viuda, Elísea García Torrecilla, y tres hijos menores.

Sería por 1892-1893 cuando ocupó la plaza de médico titular el Dr. Renovales Cabeza-Olías, que había estudiado medicina en la Universidad Central de Madrid y cuya tesis doctoral versó sobre la pústula maligna. Fue además contratado por la Compañía de Águilas para la asistencia a los mineros, en las instalaciones construidas en El Pinar, llamadas «Hospital», ayudado por un practicante facultativo. La ley minera vigente obligaba a la compañía minera a contratar un médico que no residiera a más de 10 km de las instalaciones.

Durante este tiempo, además de sus tareas asistenciales en el pueblo, se dedicó a la asistencia de los mineros, tratamientos, declaraciones de incapacidad y, si desgraciadamente era necesario, practicaba las autopsias. Como médico titular, formaba parte como miembro nato de la Junta de Reformas Sociales de Bédar. Este hecho y su trabajo como médico de la Compañía fueron suficientes para granjearse la antipatía de los obreros, que seguramente lo veían como un mero instrumento a las órdenes de la empresa (es el inevitable estigma de los Médicos de Trabajo, aún hoy en día, algo que casi siempre es falso.)

Una vez las grandes compañías se marcharon, fue deliberadamente ignorado y se le negó el dinero que por justícia le correspondía, dejándolo en la pobreza en la que lo encontramos en 1934 gracias a un Ayuntamiento que, sin duda, no le perdonó lo que era y lo que había sido. Poco importaba que siempre hubiera asistido a los mineros arrendatarios heridos, que no tenían derecho a ello como los que estaban contratados a jornal. Y eran muchos.

Pero no solo fue condenado a vivir en la pobreza, también fue condenado al olvido, como la misma existencia de una época minera en Bédar, algo que el rencor y el odio que dejó la minería ha sabido hacer muy bien.

Por eso mi homenaje personal al Dr. Bernardo Renovales Cabeza-Olías, médico titular de Bédar durante 42 años, es rescatarlo del olvido. Ojalá este post sirva para que algún familiar suyo nos pueda dar más información sobre él, porque es parte de la historia de Bédar.