Hay muchas cosas de las que este Ayuntamiento ha hecho que no me han parecido bien y así lo he denunciado en cuanto he tenido conocimiento. En general considero que han seguido, y siguen, un camino equivocado que no asegura el futuro al pueblo. Pero cuando se hace algo bien no tengo ningún problema en decirlo también.
En septiembre de 2005 el alcalde, Ángel Collado, inauguraba el monumento al minero, ubicado en la plaza de San Gregorio. Una vez instalada la estatua en la plaza se escuchó alguna crítica sobre el tamaño de la estatua, pero todo casi todo el mundo estuvo de acuerdo en que un homenaje a los mineros era algo más que justo.
Tampoco hay que equivocarse. No se pretendía con esta estatua recordar la historia minera ni lo que ésta ha influido en el devenir de Bédar. Es más bien un recuerdo al esfuerzo y sufrimiento del minero.
Hace ya tiempo que un buen amigo me recordaba la diferencia que en general ha existido entre los mineros andaluces y los asturianos respecto a su postura ante la mina. En las peligrosas minas de carbón del norte, a pesar del peligro y de que la muerte siempre está al acecho de muchas formas distintas, el minero entiende la mina como un medio de vida y un motivo de orgullo profesional. Esta tonada que cantaban expresa muy bien esta forma de ver la vida:
Los mineros del Fondón
todos gastamos boína
con un letreru que diz
todo sale de la mina
El minero andaluz, en cambio, solo veía únicamente el trabajo minero como fuente de sufrimiento y muerte, algo que olvidar. Este es el motivo principal de lo que podemos atribuir el origen de la «minafobia» que sufren muchos en Bédar y de la que, tanto el actual alcalde como su predecesor, siempre han hecho gala en público.
Es por eso que este homenaje se ha de enmarcar más en este contexto de reconocimiento al sufrimiento del minero. Pero sea cual sea el motivo, el homenaje era más que merecido. Yo, personalmente, lo veo más desde un punto de vista más «asturiano», podría decirse. Prefiero recordar a mi abuelo y mi bisabuelo (que sufrió un grave accidente en la mina) como personas orgullosas y trabajadoras que se enfrentaron a los peligros de la mina para poder alimentar a sus familias. De un modo o de otro, la mina ha influido decisivamente en la Bédar que hoy conocemos.
A la inauguración de la estatua fueron invitados todos los supervivientes de la plantilla de trabajadores de Hierros de Garrucha, los últimos mineros. Fue muy emotivo para mí por motivos personales y en general por el significado del acto en sí. Tengo que decir que el Alcalde, Ángel Collado, se comportó en todo momento como todo un caballero con mi abuelo, que entonces era el de mayor edad del pueblo a sus 95 años y que aparece en el centro del grupo. En un bonito acto, se le entregó a cada uno un recuerdo. Entre otros podemos ver a Diego Rubio y a Antonio Imbernón (a la derecha de la foto), culpable en gran parte de mi afición a la historia minera de Bédar.
Tristemente, y como siempre por motivos de trabajo, no puede estar presente. Pero sí que estuvieron mis familiares, que me transmitieron con todo lujo de detalles lo que allí aconteció. No es necesario que explique lo importante que fue tanto para mi abuelo como para todos nosotros. Es por eso que quiero dar las gracias públicamente tanto a Ángel Collado como a todos los que planearon y participaron en dicho acto.