Volvemos hoy a hablar de un elemento del patrimonio arqueológico industrial más notables de Bédar, la fundición Carmen. Su nombre era el de Carmen de Bédar y no Virgen del Carmen como hemos visto en algún lado.
No hay absolutamente ninguna documentación sobre esta fundición, al menos de momento. Tan solo sabemos que fue registrada en 1845 por Francisco Cano Torres en el paraje de la arboleja del Pino. Es casi seguro que estuvo ligada a una sociedad minera poco conocida, de nombre Alfonso Moreno y Compañía, que en esos años parece que desarrolló una intensa actividad tanto en el Pinar como en escoriales de plomo cercanos al pueblo.
Barajamos la posibilidad de que la actividad de esta fundición se prolongara hasta 1848, en la que posiblemente fue completada con una estación de lavado de minerales para el aprovechamiento de escoriales procedente de unas concesiones registradas por Miguel Aduncín y José Giménez Peña. De esta manera, se recoge la instalación de un lavadero de nombre muy poco imaginativo (se llamó Lavadero), en febrero de 1848, a nombre del mismo José Giménez.
Sin embargo, no deja de ser una mera hipótesis que Lavadero fuera una ampliación de Carmen de Bédar, aunque es posible por las fechas. Lo que es seguro es que la actividad de esta fábrica no continuara más allá de 1848, de otra manera hubiera sido mencionada por Madoz en su obra.
Imagen Google Maps de la fundición Carmen de Bédar.
Los restos de la fundición son en todo equiparables a las construidas en toda la zona a partir de 1841, tras la fiebre minera desatada tras el descubrimiento del Jaroso en sierra Almagrera. A diferencia de otras fundiciones más conocidas de la costa, la fundición bedarense ha pasado mucho tiempo desapercibida, creyéndose parte de las instalaciones que la todopoderosa Compañía de Águilas estableció a partir de 1885. Sin embargo, la vetusta fundición sobrevivió a esta agitada época de finales del siglo XIX. Poco faltó para que desapareciera definitivamente en 2004 víctima de las urbanizaciones, tal y como le pasó al desafortunado Lavadero Grande, pero se salvó casi milagrosamente.
Sin embargo, la fundición sigue amenazada por el abandono. Tampoco se ha respetado su entorno inmediato, que ha sido allanado como parte del ya obsoleto plan urbanístico de El Pinar. Pero si no se actúa rápido, tanto la chimenea como el inusual horno de cuba de la fundición pronto no serán más que recuerdos, amenazados como están por grietas que ponen en peligro su estabilidad estructural. Vuelvo a señalar a las autoridades competentes, y no sé cuantas veces van ya, que si no se apuntalan rápido estas estructuras, acabarán cayendo.
La fundición bedarense posee algunas características muy inusuales, si las comparamos con sus contemporáneas, características que nos ha llevado mucho tiempo analizar y comprender y que expondremos en el presente post, con ánimo de despertar el interés de las autoridades que han de conservar este importante elemento patrimonial de Bédar.
Nos ayudaremos para ello de una imagen de Google Maps donde hemos marcado las principales secciones de la fundición y donde hemos marcado la procedencia de los principales restos encontrados.
Estructuras principales de la fundición Carmen de Bédar. En amarillo se representan los hornos de reverbero y de manga. En azul las conducciones hidráulicas, lavadero y depósitos. En naranja el pozo de extracción. En verde almacenes y oficinas. En rojo se indican la posición de diferentes artefactos hallados durante la investigación.
La primera de las estructuras que identificamos son las de fundición (A-amarillo). Es innegable la presencia de tres hornos de reverbero, con tres hogares paralelos que permitirían fundir el plomo en los hornos que habrían estado ubicados justo encima, en una sección que, por la presencia de restos de pilares, estuvo cubierta. De estos hornos no quedan más que algunos restos de ladrillos refractarios y algunas escorias de fundición.
La chimenea de la fundición Carmen de Bédar lleva más de 150 en pie, pero el tiempo y el abandono pasan factura. Si no se toman medidas pronto, acabará cayendo la última chimenea de Bédar.
La evacuación de los humos, de toxicidad conocida desde antaño, eran conducidos por una pequeña galería de condensación de humos de 28 metros hasta la chimenea, ubicada en lo más alto de un pequeño cerro. Esta es la primera característica anómala de esta fundición. Aunque la chimenea se alejaba para evitar intoxicar a los operarios, las galerías de humos tenían otra función más práctica, pues eran la forma de recuperar el plomo que se encontraba en los humos. Por sublimación, el plomo se condensaba en las paredes de dichas galerías. Cuanto más larga era la galería, más plomo podía recuperarse. Es por eso que estas galerías eran lo suficientemente grandes como para permitir el paso a un hombre, siendo a veces muy largas y sinuosa para maximizar la recuperación del preciado metal.
Galería de humos de la fundición Carmen de Bédar. Con 28 metros de largo y apenas 1 metro de ancho por 72 cm de alto, no permitía la recuperación de plomos sublimados y alejaba a duras penas los humos tóxicos de la fundición, priorizando del tiro de los hornos para el ahorro de combustible.
Sin embargo, cuanto más larga era la galería, menor era el tiro del horno y más combustible se precisaba para la fundición (en el caso que nos ocupa, carbón coke inglés). Esta corta galería, que además era de muy pequeñas dimensiones (imposible que un operario pudiera pasar por dentro para recuperar el plomo sublimado) indica que la prioridad era el ahorro de combustible. No es nada raro, pues la lejanía relativa del puerto de Garrucha debía suponer un gasto de transporte que no debía ser compensado por el plomo recuperado en dicha galería. Recordamos la presencia de preocupantes grietas que amenazan con acabar con la última chimenea de Bédar.
Hogares de los hornos de reverbero de la fundición Carmen de Bédar. Posteriormente fueron rehabilitados como vivienda (precaria) de los mineros partidarios que, para la Compañía de Águilas, extraían y lavaba el mineral de plomo de los agotados criaderos.
Otro aspecto muy curioso el extraño y artístico horno de cuba o de manga (B-amarillo), de unos 10 metros de altura, ubicado en uno de los extremos del complejo. Estos hornos se utilizaban para tratar minerales de segunda, por estar muy oxidados o contener muchas impurezas, o bien para tratar los residuos procedentes de los hornos de reverbero, que podían contener todavía una cantidad aprovechable de plomo. En todo caso la identificación de esta estructura fue complicada hasta que descubrimos la abertura inferior típica de este tipo de hornos, del mismo tipo que las conocidas «caleras» muy utilizadas en la zona. Este horno único por su curiosa construcción también está amenazado por preocupantes grietas que ponen en riesgo la estructura.
Estado actual de la curiosa parte superior del horno de manga de la fundición Carmen de Bédar. Si no se actúa pronto, la estructura corre el riesgo de hundirse.
Interior del horno de manga de la fundición Carmen de Bédar. en la parte inferior se aprecia la abertura típica de este tipo de hornos y que identifica a esta estructura como tal.
Esquema de la ubicación del horno de manga y del pozo en la fundición Carmen de Bédar.
En azul hemos representado todas las canalizaciones y estructuras que, sin lugar a dudas, denotan la existencia de un lavadero en esta fundición (C, D y E azules). Las instalaciones se pueden dividir en un sistema de aporte de agua, representado por una serie de acequias y pequeños depósitos de almacenamiento que se dirigen sin duda alguna desde alguna zona desconocida ubicada en la actual urbanización (posiblemente un pozo), hasta la fundición. Dentro de la fundición se aprecian restos de acequias que permitían llevar el agua hacia una estructura formada por muros paralelos donde estaba instala algún tipo de lavadero mecánico, hay que destacar la presencia de una muesca en la que estaba instalado algún tipo de mecanismo rotativo. El Hallazgo de unas placas perforadas de 8 milímetros (b-rojo) deja pocas dudas sobre la existencia de este lavadero.
En tercer lugar, había otras acequias que llevaban el agua resultante hacia unos pequeños depósitos de decantación, sistema habitualmente utilizado para poder recuperar las pequeñas partículas de plomo que hubieran podido quedar tras el proceso de lavado.
La presencia de estos depósitos de decantación hemos podido demostrarla mediante una pequeña cata en la zona indicada en azul en el plano, llegando hasta la base de una de ellas, que por lo demás estaba impregnada de partículas de plomo. El hallazgo de una pequeña bomba de agua (a-rojo) así como de diferentes elementos metálicos (c-rojo) confirma la existencia de un sistema de control del agua en estos depósitos. Dada la presencia de los restos de una acequia que parece dirigirse a la zona delante de los hornos de reverbero, es muy posible que hubiera más depósitos de decantación en esa zona.
Esquema del lavadero con restos de acequias de la fundición Carmen de Bédar.
Chapa perforada de 8 milímetros, parte del sistema de cribado del lavadero. Hallada en el punto b-rojo, en la zona donde estuvo ubicado uno de los depósitos de decantación.
Bomba de agua encontrada en el punto a-rojo. La presencia de este elemento concreto indica la presencia de un lavadero mecanizado, lo que comporta que necesariamente estuvo dotada de algún tipo de máquina de vapor.
Diferentes elementos metálicos encontrados en el punto c-rojo. Podría tratarse de restos de la maquinaria utilizada para accionar el lavadero de la fundición.
Pieza de hierro fundico hayada en el punto d-rojo. Provista de una perforación central, es de función desconocida, posiblemente algún componente de la maquinaria de los lavaderos de la fundición.
También es a destacar la presencia de un pozo de explotación minero, con restos que indica que estuvo dotado de un pequeño castillete de explotación, movidos por un pequeño motor o torno. Está marcado en el plano con la G-naranja. La instalaciones de esta fundición cuenta con todos los elementos propios del proceso de extracción, lavado y fundición de mineral, algo que la diferencia de otros establecimientos similares, solo dedicados a la fundición y, más raramente, al lavado del mineral cuando éste no llegaba lo suficientemente limpio.
Pozo ubicado en la fundición Carmen de Bédar. En el interior se pueden ver diferentes niveles en la explotación
Finalmente, no podría faltar algún tipo de edificio de almacén y oficinas. El marcado como G-verde debió ser el almacén para guardar el valioso mineral ya procesado. El edificio disponía de dos puertas paralelas y una sola ventana, justo al lado de las instalaciones de la fundición. Prudentemente alejada de las instalaciones (y de su tóxico producto) se encuentra otra edificación H-verde, sin duda algún tipo de oficinas o alojamiento del director de la fundición.
Entorno degradado alrededor de los restos de la fundición Carmen de Bédar.
Un estudio más pormenorizado sin duda depararía más sorpresas sobre el funcionamiento y origen de esta fundición, así como de la misteriosa compañía minera Alfonso Moreno y Compañía, exponente de un periodo de la minería de Bédar muy poco conocida. Mientras tanto, exhortamos a las autoridades competentes a tomar las medidas necesarias para evitar su deterioro, siendo urgente el apuntalamiento provisional de las estructuras mencionadas, a la espera de poder aplicar otras medidas que permitan evitar su colapso, como por ejemplo los cerclajes metálicos usados en muchas chimeneas antiguas.
Reconstrucción artística del aspecto que debió tener la fundición Carmen de Bédar cuando estuvo en funcionamiento a mediados del siglo XIX. Una de las fundiciones más singulares del siglo minero almeriense.