La hipótesis de un origen íbero de Bédar

El origen etimológico de “Bédar” es uno de los misterios de este bonito pueblo de la sierra del levante almeriense, sobre el que ya hemos hablado en otras ocasiones. Con el tiempo, y ante la falta de un origen confirmado y oficial, se acabó desarrollando una curiosa historia que afirma que su origen procede el nombre de un influyente personaje hispano-musulmán, ben Beder, que habitó en el lugar. Nadie sabe ni dónde ni cuándo surgió este relato, pero sin duda era algo necesario y pronto empezó a usarse “ben Beder” de forma más o menos oficial como origen, siendo adoptado como por ejemplo por la Asociación musical ben Beder.

Pero queda claro que se trata de un relato inventado, sin ninguna base documental ni arqueológica. Fue precisamente Joan Corominas, un famoso lingüista y filólogo español que además se casó con Barbara Haro, originaria de Bédar, quien apuntó a un origen íbero. Joan Corominas y Josep María de Casacubierta escriben en su Onomasticon Cataloniae que las terminaciones átonas -ar y -al están muy extendidas en la toponimia que se considera íbera. Considera así que procede del íbero-vasco (bide/beda) “camino” del que cita como ejemplo precisamente al pueblo de Bédar.

Pero no todos los autores están de acuerdo en la relación que pudo haber existido entre el vasco y la lengua íbera, habiendo intentos en los que se ha intentado leer la hasta ahora muy desconocida lengua íbera por medio del vasco actual (a pesar de que el vasco moderno no debe parecerse mucho al proto-vasco). Siguiendo esta hipótesis, se habría propuesto que Bédar significa “hierba”,” hierbas”,” herbazal” en íbero, pues compartiría la raíz etimológica de la palabra vasca bedartz (=” hierba”,” herbazal”).

 Hay autores, como Georges Díaz-Montexano, que apuntan más bien a un origen del íbero como antiguo idioma paleo-Eurasiático relacionado principalmente con las lenguas de la macrofamilia Altaica (túrquicos, mongoles y tungús). Los parecidos con el proto-vasco podría explicarse más como transferencias procedentes del íbero. Así, en Eurasia se encuentra el mongol bide- «viaje» y el altaico peda, beda «vado»

alcaldia

Hay que decir que Bédar no siempre se ha escrito tal cual. A mitad del siglo XIX no era raro verlo escrito como “VEDAR”, e incluso en un documento de 1495 se refieren al pueblo como “VIDAR” (Un padrón de los mudéjares de la “Tierra” de Vera en 1495. Victoriano del Cerro Bex, Chronica Nova 11, 1980, 57-87), lo cual no deja de recordar el bide (“camino”) que indica Corominas como origen íbero-vasco o el bide- del mongol en la hipótesis del origen euroasiático (“viaje”).

En todo caso, parece descartarse las teorías que hacen derivar el origen de Bédar del Badr árabe. Aunque esto nos lleva a una cuestión clave, ¿existe alguna traza arqueológica que indique la presencia íbera en la actual Bédar? Aunque no hay ningún estudio ni excavación arqueológica oficial que sepamos, todo parece apuntar al lugar que ocupa actualmente el castillico de los moros, en la cima amesetada de un cerro, junto a las ruinas de un poblado y que parecen ser de mayor antigüedad que otros castillos roqueros cercanos como por ejemplo el de la vecina Serena la de Teresa.

CASTILLO

Como hallazgos ocasionales, ya apuntamos en este blog de la existencia de dos hallazgos ocasionales de dos ponderales de plomo que pudimos localizar y documentar. El primero parece que se encontró en la ladera sur del cerro del castillico, en el que existen numerosos restos del castillo, en una lenta erosión que hace desprenderse numerosos materiales desde la cima. La segunda se encontró se encontró hace unos 40 o 50 años cuando se labraba un campo de cultivo, puede que cerca de la Basalta, a los pies del mismo cerro.

Estos ponderales nos recuerdan mucho a otros procedentes de la vecina zona de la Contestania ibérica (vecina en su tiempo de la Bastetania, donde se ubica el pueblo de Bédar actualmente) y publicados en el artículo de Ignacio Grau Mira y Jesús Moratalla Jávega del Área de Arqueología de la Universidad de Alicante (La regulación del peso en la Contestania ibérica. Contribución al estudio formal y metrológico de las pesas de balanza). En este artículo se describen ponderales típicos en forma de disco, muchas veces perforados para facilitar su transporte mediante un alambre o vástago central, pero no siempre.

Estos discos podían estar fabricados en bronce o plomo, teorizando con la posibilidad de que los de bronce, más perfectos y de pesos más constantes, serían los modelos a partir de los cuales se realizarían copias en plomo, material sujeto a más posibles variaciones en el tiempo, para su utilización en el día a día. Estos discos raramente llevan signos o marcas, pero si la dicha perforación central para el transporte o diferentes muescas, que podrían interpretarse como algún tipo de soporte que facilitaría poder guardarlas en algún tipo de recipiente.

El estudio de estos ponderales íberos parece indicar un sistema predominantemente basado en la dracma griega, de 8,6 gr. en el siglo IV a. C; otro en una unidad de 7,2 gr. durante el s. III a. C, y  una época final en la que se basaría en los 7 gr. o incluso menores.

Nuestros ponderales presentan la siguiente metrología:

fd

Destaca el hecho que ambos tienen el mismo diámetro y que podrían considerarse como múltiplos de una unidad de valor aproximado de 7.

El ponderal número 1, de casi 15 gramos de peso, correspondería perfectamente a un múltiplo de una unidad basada en la dracma griega. La presencia de un bebedero cuidadosamente limado en uno de los costados, nos indica que se trata de una pieza fundida con molde, incluyendo la muesca que presente, que podría tratarse bien de una marca de identificación o para sujetarlo al guardar el ponderal en, por ejemplo, alguna caja.

plomo bedar

El ponderal número 2 presenta una marca de rascado que se presume de hace bastantes años, seguramente realizado por su descubridor para comprobar si se trataba de un metal precioso. El hecho que la rascada, que ha deteriorado parte de la superficie, esté repatinada con un color más oscuro, indica que se hizo hace bastantes años. Presenta también un signo inciso con una pátina igual al del resto del ponderal.  Sus casi 27,2 gr del peso podrían corresponderse a los de un As uncial (peso estándar del As de bronce romano, unidad de las monedas de bronce) que se utilizó entre el 179 y el 158 a. C (siglo II a. C.). Esta medida fue usada para la acuñación de Ases Íbero-romanos en Cástulo, importante ciudad minera, capital de la Turdetania íbera y cuyas monedas se han encontrado en Baria y Cadima. La coincidencia de peso nos hizo formular la hipótesis de que la marca incisa que presenta el ponderal (marcado en color rojo en la imagen inferior) se tratara de una letra íbera, concretamente la “Ka” del alfabeto íbero del sur, como acrófono del nombre íbero de Castulo, KASTILO kastilo.jpg, pues de ser correcta esta hipótesis, el ponderal serviría para comprobar el peso de estas monedas.

                                           plomoib2.jpg

Sin embargo, otros hallazgos arqueológicos apuntan a otra posibilidad para explicar la marca en este ponderal. El hallazgo de dados con signos íberos han ayudado a comprender mejor los números en escritura ibera, expresados como acrófonos: bi, e, l, ti, be y ta:

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Dado ibérico (Museo Numantino)

Siguiendo la hipótesis del origen euroasiático del íbero del mencionado Georges Díaz-Montexano, el signo que correspondería al 3  se correspondería con l1 (l) o l2 (u) como acrófonos del ibero (i)lun/(i)lur o lur/lun, que significa 3 o tercero, que podrían proceder del proto-tungúsico ilan (3) o del proto-túrquico üč (3), ambas lenguas euroasiáticas. Es decir, en cualquiera de los dos sentidos en los que se leyera este signo, significaría «3» según la hipótesis euroasiática. dado

No cabe duda de la similitud entre ambos signos, por lo que el signo sobre el ponderal de Bédar podría tratarse, simplemente, de un acrófono del «3» íbero para poder identificarlo más fácilmente

Podemos concluir que nos encontramos con varias pruebas claras en favor de la hipótesis de un origen íbero de Bédar:

1. Ambos ponderales pueden considerarse como múltiplos de unidad equiparable a la dracma griega y que se sabe que era usada en la vecina Contestania ibérica hacia el siglo III a. C. y que era diferente del sistema que usaron los romanos.

2. La forma de los ponderales descritos(discos de plomo) también era característica de los pueblos íberos. Independientement del significado, la inscripción en uno de los ponderales puede corresponderse también a un signo en lengua íbera.

3. El origen etimológico (Bédar) parece también tener un origen íbero (camino, vado o viaje).

 

Castillo de Bédar: posible ponderal ibérico de plomo

Hoy presentamos un extraño hallazgo del tipo al que ya nos tiene acostumbrado nuestro «castillico de los moros», que poco a poco parece dar señales de ser mucho más antiguo de lo que se suponía.

Esta vez se trata de una pieza monetiforme de plomo, bien clara en las fotografías que hemos podido coseguir, en las que afortunadamente se indican estas medidas y pesos: 14,98 gramos de peso, 21-23 mm de diámetro y un grosor de unos 3-4 mm. Al parecer procede de los escombros que, procedentes del castillo, se extienden por la ladera sur del cerro, en la lenta erosión que hace desprenderse numerosos materiales arqueológicos desde el yacimiento.

La pieza presenta una muesca cuadrangular en una zona marginal de uno de los lados. No parece que dicha muesca haya sido practicada por medio de un estilete o punzón al no haber ningún tipo de abombamiento por el otro lado. Este hecho, junto a la presencia de un bebedero cuidadosamente limado en uno de los costados, nos indican que se trata de una pieza fundida con molde, incluyendo dicha muesca. A parte de algunas estrías en la periferia, no parece presentar ningún dibujo o marca clara en ninguna de sus caras.

En la discusión de cual era la función de esta pieza, parece que su función como pieza monetal o ficha de algún tipo con valor fiduciario queda razonablemente descartada. Lo más posible es que estemos ante un ponderal, lo cual no debería suponer ningún problema, salvo que no se trataría de un ponderal típico hispano-musulmán sino más bien de uno íbero-romano, lo que nos hace plantear numerosas cuestiones sobre el origen de este castillo de Bédar, o mejor dicho, de lo que había previamente en la cima amesetada del cerro antes de que se construyera el castillo.

 

plomo bedar

Ponderal de plomo probablemente ibérico (Bédar) de 14,98 gramos.

 

Como es una pregunta a la que solo un estudio arqueológico reglado podría darnos respuesta, y ante las pocas posibilidades de que se realice en Bédar algo parecido a lo que se ha hecho hace poco en la vecina Mojácar la Vieja, nos tendremos que contentar con algunas especulaciones al respecto de esta curiosa e inesperada pieza.

Tratándose probablemente de un ponderal, es el peso uno de los datos que más nos pueden interesar. Con casi 15 gramos de peso, este ponderal nos recuerda mucho a varios de los estudiados procedentes de la vecina zona de la Contestania ibérica (vecina en su tiempo de la Bastetania, donde se ubica el pueblo de Bédar actualmente) y publicados en el artículo de Ignacio Grau Mira y Jesús Moratalla Jávega del Área de Arqueología de la Universidad de Alicante (La regulación del peso en la Contestania ibérica. Contribución al estudio formal y metrológico de las pesas de balanza). En este artículo se describen ponderales típicos en forma de disco, muchas veces perforados para facilitar su transporte mediante un alambre o vástago central, pero no siempre.

Estos discos podían estar fabricados en bronce o plomo, teorizando con la posibilidad de que los de bronce, más perfectos y de pesos más constantes, serían los modelos a partir de los cuales se realizarían copias en plomo, material sujeto a más posibles variaciones en el tiempo, para su utilización en el día a día. Estos discos raramente llevan signos o marcas, pero si la dicha perforación central para el transporte o diferentes muescas, que podrían interpretarse como algún tipo de soporte que facilitaría poder guardarlas en algún tipo de recipiente.

El estudio de los pesos parece indicar un sistema predominantemente basado en la dracma griega, de 8,6 gr. en el siglo IV a. C; otro en una unidad de 7,2 gr. durante el s. III a. C, y  una época final en la que se basaría en los 7 gr. o incluso menores.

Es interesante destacar el hecho de que este tipo de ponderales están típicamente ligados al mundo ibérico, sin que existan paralelos tipológicos en otras culturas. Nuestro probable ponderal, de casi 15 gramos de peso, correspondería perfectamente a un múltiplo de las unidades que se mencionan. Dejamos, por lo tanto, este elemento de reflexión, que sin duda nos lleva a interesantes posibilidades para un castillo de origen ciertamente desconocido.

 

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Típico aspecto de un ponderal hispano-árabe de dinar (Cadima), de bronce de forma rectangular y con leyendas. La religión musulmana era muy exigente en cuanto a la exactitud de los pesos.

 

Aprovechamos también para recordar que todos los que encuentren restos claramente arqueológicos, han de llevarlos lo antes posible a las autoridades competentes, pues eso marca la ley. Sin embargo, y sin ánimo de criticar a las autoridades competentes (que solo se limitan a hacer su trabajo, es decir, hacer cumplir la ley), creemos que sin duda la legislación vigente no facilita en absoluto que la gente colabore en estos aspectos.

No nos referimos al espinoso asunto de los buscadores de metales o de las redes, más o menos organizadas, de expolio. Nos referimos a los labriegos que trabajan en los campos, senderistas, trabajadores en pequeñas obras, que pueden llegar a encontrar algún tipo de resto de este tipo. Está claro que si el campesino o en la pequeña obra, se encuentra algo, siempre que pueden lo ocultan, destruyen o tapan. No es de extrañar, esas cosas solo significan problemas. Cuando se habla de detectoristas de metales, son delirantes los argumentos que se utilizan para no aplicar una legislación más parecida a la inglesa (de efectividad más que probada ya que no está prohibido fuera de zonas arqueológicas y todo descubrimiento importante conlleva un reconocimiento y una recompensa económica en función de la importancia del hallazgo), y es que claro, nosotros, pobres españoles, no estamos preparados moralmente para tal responsabilidad. En otras palabras, somos genéticamente maliciosos y con una tendencia natural a delinquir si no se nos vigila y sanciona de forma permanente.

 

CASTILLO

Reconstrucción artística del aspecto que debio tener el casillo de Bédar y el pequeño poblado que se encontraba a sus pies, ¿Bédar la Vieja?

 

Claro que, viendo el diferente criterio que parece seguirse cuando el que destruye yacimientos son grandes empresas o constructoras (y ejemplos podríamos dar bastantes solo en Almería), no es de extrañar la desconfianza generalizada en la legislación vigente. De esta manera se da la hipocresía casi permanente de ver como desaparecen yacimientos enteros bajo campos de lechugas o urbanizaciones sin ninguna consecuencia, mientras que se publican esporádicamente heroicas actuaciones en mercadillos para requisar monedas en venta de origen dudoso o cazan a algún particular que intenta vender algunas monedas por ebay que habrá sacado con detector y que, desde luego, no le iban a sacar de pobre.