Sigue siendo emocionante encontrar cosas nuevas, pero la sierra de Bédar no deja de dar sorpresas. Últimamente he estado contando muchas cosas respecto a la recién constituida asociación de amigos del Argar-Fuente Álamo, y contaré muchas más, pero hoy toca volver a Bédar.
Los importantes restos de la cultura del Argar están llamados a ser un foco importante de atracción turístico-cultural a esta región de Almería. Hay que evitar caer en localismos sin sentido. Aunque los yacimientos más importantes están en Antas, lo que es bueno para Antas, lo es también para Bédar, y lo es bueno para Antas y Bédar, lo es para toda la comarca. Creo que es muy importante que todos los pueblos y ciudades circusncritos en el antiguo área de extensión de la cultura del Argar, se animen a participar en el proyecto, y con más razón Bédar, donde también se pueden encontrar enterramientos de esta época, y donde se encuentran una de las minas de cobre que, sin duda, utilizaron.
Pero a parte de esto, cada localidad ha de saber cuidar y poner en valor su patrimonio propio, pues todo nuevo patrimonio puesto en valor, enriquece el ya de por sí enorme patrimonio que tenemos en común.
Dicho esto, presentamos un nuevo resto arqueológico, es de suponer que de época nazarita, en Bédar. Durante el reino nazarí de Granada, Serena y Bédar eran dos localides independientes, con sus correspondientes castillos y mezquitas. Bédar y Serena estuvieron, durante un tiempo, en la frontera de este reino. Tuvieron, por tanto, que sufrir todos los inconvenientes que eso suponía, incluidas las razzias cristianas.
Debieron disponer, por lo tanto, de puestos de vigía, como ocurría en toda la frontera. De estas atalayas de vigía hay muchos ejemplos en la antigua frontera nazarí. En Bédar, en concreto, se sabe que a parte del castillo «hisn», había una atalaya en el cerro del pecho. La presencia de restos de cerámica medieval así lo atestigua, pero no queda nada de la construcción original tras la construcción en el lugar de una pequeña ermita y, posteriormente, los efectos la explotación minera.
¿Y que pasaba con Serena? Serena, escondida en su barranco, está muy bien oculta. Desde su «hisn» se tiene una buena panorámica de cualquier peligro que pudiera venir desde el río Jauto, vía natural de acceso, pero por la disposición de la sierra no permitía contemplar al pueblo vecino.
Partiendo de la premisa de que tenía que haber algún tipo de contacto visual entre ambos pueblos, empezamos a sospechar de que podría haber existido una atalaya «de contacto» entre ambas. Dada la orografía, identificamos la posición más probable, fuimos y… bingo.
No nos sorprendió saber a posteriori de que en el pueblo ya se hablase de que «allí hay algo», pasó lo mismo con las pinturas murales de la Basalta. El caso es que subí, junto a José Francisco Gallardo, a dicha posición, y encontramos lo que en este post mostramos.
Se trata de los restos de una construcción rectangular de 7 metros x 4,2 metros, junto a una de las cimas. Sobre lo que parece una plataforma rectangular, se encuentran los restos de unas estructura rectangular u ovalada, construida con mampostería seca (no encontramos restos de argamasa). La presencia de restos de cerámica medieval (vasijas de almacenamiento y otras) no dejaba dudas sobre su origen. Dejo ya para los arqueólogos, si es que a alguno le interesa, la interpretación de estos restos.
Desde ese punto no se puede ver el hisn Bédar, pero sí el cerro del pecho y la propia Bédar, por lo que en su tiempo tendría contacto visual directo con la atalaya de Bédar. Por el otro lado, se tenía contacto visual también con el hisn Serena. De esta manera, con una pequeña guardia en esta atalaya, cualquier aviso de peligro en uno u otro pueblo, era rápidamente transmitido al pueblo vecino, para que pudieran refugiarse en el castillo o en la mezquita fortaleza.