Milagro de navidad

Hoy contaré una historia muy curiosa que seguro que poca gente conoce, aunque antes de empezar quiero comentar un poco lo que ocurre con las elecciones municipales, cuya campaña hace poco que ha empezado. No comentaré mucho, pues tampoco hay mucho que comentar. Pese a los rumores insistentes que hablaban de que se presentaban varias listas (una incluso de ingleses), al final y vistas las listas publicadas, éstas se reducen a dos. Son los de siempre, PSOE y PP, y casi ni eso. La verdad es que la lista del PP parece una lista fantasma, pero no lo puedo asegurar. Es realmente una pena, porque un poco de oposición de verdad siempre va muy bien, y tampoco en Bédar se tendrá la oportunidad de votar a los nuevos partidos emergentes, tipo Podemos o Ciudadanos, ni siquiera a Izquierda Unida. En fin, espero al menos que no se gasten mucho dinero en la campaña. Realmente no hará falta.

También aprovecho para decir que se publicó en abril la segunda parte del artículo sobre el ferrocarril Bédar-Garrucha en la revista Hobbytren. Como no es fácil conseguir un número, quien quiera leerlos puede escribirme. Se hace un buen repaso de la historia de este ferrocarril, para quien no la conozca, y se completan muchas incógnitas, para quien ya sepa algo. Entre las novedades está la del aspecto original real de las locomotoras Saint Léonard, como era la Deutz «Chimpún» de la Unión Bedareña, e incluso el aspecto de las pequeñas locomotoras LLD y Orenstein & Koppel de Hierros de Garrucha.

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La historia que vengo a contar está recogida en las memorias de Wilhelm von Fircks, uno de los directores de la Compañía de Águilas menos conocidos. La historia está recogida en su libro de memorias «Meine Reisedecke», en la que dedicas varios capítulos a sus experiencias en España. Director entre 1901 y 1903, a von Fircks le tocó vivir una época agitada en la historia de las minas en Bédar.

CANDIL ALMADEN

Candil tipo almadén de finales del siglo XX encontrado en una de las minas de la concesión de «Dos Hermanas», en el Pinar de Bédar.

Acostumbrado como estoy a encontrar casi siempre historias trágicas y accidentes mortales (muertes por hambruna, accidentes en la mina, atropellos por ferrocarril…), se agradece una historia que acabe bien. Como curiosidad hay que decir que Fircks consideraba las minas de El Pinar como muy antiguas (de época romana), aunque no explica el por qué de esta afirmación. No es el único autor que hace esta afirmación, aunque de momento no hay descripciones o restos que lo confirmen objetivamente.

Cuenta Fircks que en las navidades de 1902, estando en las oficinas de la Compañía, lo que hoy en día es la urbanización de El Pinar de Bédar, apareció un niño que vino corriendo para avisar de una desgracia: «en una trancada profunda del pozo de la Cabra, una roca ha matado a Juanito el Moro». Firkcs acudió rápidamente al lugar del accidente, junto a los encargados de las minas Darío y Juan Crespo. El espectáculo con el que se encontró era el habitual en este tipo de desgracias. A la entrada del pozo se agolpaba una multitud de la que emanaban los lamentos lastimeros de mujeres y niños. Los guardas de las minas, armados con rifles, patrullaban por la entrada intentando mantener el orden.

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Minas de plomo de La Gamberra: concesión «Ello es preciso».

Lo que parecía que iba a ser una simple operación para rescatar un cadáver se convirtió en algo muy diferente. Según el relato de Fircks, este pozo de la Cabra consistía en una profunda trancada, desde la cual partían numerosas labores anárquicas en busca de las pequeñas vetas de mineral. En el fondo de la misma, Juanito el Moro estaba vivo, pero una gran piedra se había desprendido y estaba atrapado por el tobillo. Juanito estaba consciente.

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Pequeño candil de aceite en hojalata hallado por Jose F. Castro Medina en una mina de la concesión «Este año ha de ser». Este candil, de factura artesanal, data de principios de siglo, por lo que podría ser del tipo que llevaba Juanito el Moro.

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Candil de aceite en el lugar en el que lo dejó su propietario hace más de 100 años, mina Dos Hermanas.

Según Fircks, el trabajador no tenía autorización para estar en esa mina, pues estaba prohibido acceder a esa mina. Sin embargo, Juanito parecía tener buenas razones: tenía que llevar el pan a sus hijos y se decía que en esa mina quedaba todavía buen mineral.

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Las minas de El Pinar se caracterizan por estrechas trancadas y peligrosas galería irregulares que siguen las principales vetas de mineral.

Trabajar en esa estrecha trancada era peligroso, el techo era muy inestable y enviar a operarios para intentar sacarlo era ponerlos en grave peligro, pues continuamente caían piedras y arena del techo inestable, a punto de ceder por completo. Sin embargo, Juanito solo estaba atrapado por un tobillo y,milagrosamente, parecía que no se había roto nada. De esta manera decidieron lanzarle una cuerda para que se la atara a la parte superior del tórax y, desde una zona segura, intentarían sacarlo de ahí.

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Galería para conducción del agua necesaria para las tareas de lavado del mineral de plomo.

Tras la oración de rigor, cuatro operarios procedieron a tirar de la cuerda. Cuenta Fricks que la extracción fue dolorosa para Juanito, pero pudieron liberarlo de la roca que le aprisionaba el tobillo y tirar de él hasta ponerlo a salvo para después ser conducido en una camilla por los caminos de montaña. Juanito no sufrió ninguna secuela en un accidente en el que, según toda lógica, tendría que haber muerto. Comenta Fircks que acabó trabajando de agricultor en una finca de Cuevas y que le iba muy bien.

CARBURO PINAR

Este carburo de principios de siglo fue encontrado abollado y roto en el fondo de una profunda trancada en la mina «Mentira». Quien podía permitírselo utilizaba carburo y no candiles de aceite, más seguros y con mayor poder de iluminación eran, sin embargo, bastante más caros. Aunque con cierto parecido con la trancada descrita por Fircks, esta trancada no disponía de registros laterales «en busca del mineral de plomo» como la descrita en el relato.

Interesante historia, que para variar acaba bien, lo cual no es muy habitual. Todavía no sé donde se encuentra ese pozo de la Cabra en el Pinar. Aunque sí se conocen los nombres de las minas, la Compañía concedía pequeñas concesiones de terreno para que mineros autónomos las explotaran a partido. Juanito el Moro era uno de estos mineros a partido, que disponía de una concesión para su explotación, aunque era tan poco el mineral y tanto el hambre, que no sería el único que efectuaba rebúsquedas en otros lugares a escondidas, incluso en lugares manifiestamente peligrosos. No en vano, Fircks habla de la presencia de guardas armados con rifles, que creo que más que para evitar que los mineros entraran en lugares peligrosos, era para evitar que fueran a saquear las minas con mejor mineral. Dadas las condiciones en las que trabajaban, aue Juanito el Moro sobreviviera a un accidente en una de estas peligrosas minas es, sin duda, un auténtico milagro.

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