Juan Antonio Jódar Cánovas (a) El Alpargatero

Hablamos de otros tiempos, de cuando Bédar era un importante centro minero lleno de actividad y varios miles de habitantes, con su Hospital, almacenes de comestibles, cuartel de la Guardia Civil… diversos cables aéreos de transporte de mineral, e incluso un ferrocarril que la conectaba con Garrucha… hasta el alcalde de Bédar escribía sus cartas en papel con membrete propio.

Una de las locomotoras del ferrocarrión Bédar-Garrucha con dos vagones y la jardinera en la estación de Tres Amigos (Bédar) hacia 1903, colección del autor

Hacia 1919, y tras el parón ocasionado por la Gran Guerra, se creaba la Unión Bedareña, como fusión de las dos grandes compañías mineras que hasta entonces habían explotado las minas bedarenses. La nueva compañía estaba entregada a una actividad febril, reparando las vías del ferrocarril, construyendo nuevas e impresionantes tolvas, como la tolva de la Barrilla, la famosa tolva-depósito de Tres Amigos o las tolvas cónicas de la Cueva Oscura o la del barranco de la Fuentecica, en el actual campo de fútbol del municipio. Los ingenieros directores de la empresa, Alfredo Dörn y Andrés López de la Presa se afanaban en ultimar los preparativos para una reanudación de las explotaciones que varios compradores esperaban con impaciencia.

Juan Antonio Jódar Cánovas, en la única fotografía conocida, ya muy mayor y afecto de cataratas

En los planes de explotación, se había previsto instalar una vía para vagonetas que conectara el pozo Plaza, de la mina Segunda Mulata, con la tolva de la Fuentecica. Pero había un problema… los terrenos por donde debía pasar la vía pertenecía a Juan Antonio Jódar Cánovas, también conocido como El Alpargatero.

Aunque desconocemos su fecha de nacimiento, sí que sabemos que Juan Antonio sufrió a los 17 años un grave accidente en la mina, seguramente en La Mulata. Un desprendimiento le fracturó ambas piernas, un tipo de fracturas conocidas como «conminutas» en término médico, es decir, con numerosos fragmentos. Tras 5 años de rehabilitación, quedó incapacitado, y durante toda su vida tuvo que ir retirando las astillas de hueso que, periódicamente, perforaban la piel y que tenían que ser extraídas con unas pinzas. Como no pudo volver a la mina pero no carecía de iniciativa, rápidamente se formó e inició en el negocio de la fabricación de alpargatas junto a unos zapateros de Vera, ganando el apodo que conservaría toda su vida y que heredarían sus descendientes. Con el tiempo los socios se separaron. Más tarde, los de Vera consiguieron algo de capital, instalando una conocida fábrica de alpargatas en Vera. Juan Antonio continuó en solitario con el oficio, ya que habiendo enviudado pronto y con cinco hijos a cargo, no tuvo más remedio.

Membrete de una carta de la fábrica de alpargatas de Vera de 1940

Con una inteligencia prodigiosa y una no menos fuerte de determinación, Juan Antonio Jódar tenía fama de intratable en cuanto veía afectados sus intereses, siendo imposible ni de engañar ni de intimidar. Se han conservado en la tradición oral de la familia numerosas anécdotas al respecto. Ya muy mayor y casi ciego por cataratas, todavía era capaz de recordar de memoria obras de teatro completas, hasta recordaba el oficio litúrgico completo en latín. Literalmente, se sabía la misa en latín.

Pero más allá de lo que se cuenta en la familia, hemos localizado unas cartas del ingeniero director Andrés López dirigidas al otro ingeniero, Alfredo Dörn. En ellas le comenta las complicadas negociaciones con el propietario de los terrenos que necesitaban en el barranco de la Fuentecica: Juan (Antonio) Jódar Cánovas. Ni consiguió convencerlo en una entrevista ni tampoco sirvió de nada la intermediación del entonces alcalde, Bernardo Ortega. Tampoco sirvió de nada la influencia de su entonces cuñado, Juan Campoy Fernández. Andrés López, ya algo desesperado, escribió varias veces a su colega Alfredo Dörn, llegando a solicitar la intervención del abogado de la compañía Francisco Ferrer. La correspondencia indica como al final Juan Antonio consigió las indemnizaciones que solicitaba por los terrenos.

Carta de febrero de 1919 en la que el ingeniero director Andrés López de la Presa explica el problema con el propietario de los terrenos de Sengunda Mulata a su colega Alfredo Dörn.

Estas cartas demuestran, sin duda alguna, los relatos conservados en la familia y hoy aquí yo, bisnieto de este hombre, me encargo de recordarlo para la posteridad.

Juan Antonio Soler Jódar

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Luces y Sombras: la locomotora 020T «Mulata»

La exposición «Luces y Sombras» sigue atrayendo a numerosos visitantes. Más de 2000 personas habían visitado ya a exposición a finales de la semana pasada y el interés parece lejos de disminuir.

Hoy empezaremos a destacar algunos objetos de los más de 600 que se exponen, de los cuales hay una representación importante de objetos mineros originarios de Bédar. Empezamos con una pequeña maqueta a escala 1:35 de una de las míticas locomotoras 020T del fabricante belga «Saint Léonard». Había dos de estas locomotoras para servicio de los ramales de Santa Catalina y Mulata, con los nombres «Angelita» (el de Santa Catalina) y «Mulata» el de la línea del mismo nombre.

Una de las dos locomotoras, que se conocía como las «Gemelas», fue utilizada también para la construcción del puerto de Garrucha. Aunque no sabemos como acabaron, lo más seguro es que fueran desguazadas tras muchos años de duros servicios.

El modelo, fabricado a escala por Juan Antonio Soler, ha sido realizado sobre plano y detallado con la escasa decena de fotos que se conservan de estas locomotoras. Solo se podrá ver en la exposición «Luces y Sombras» que se lleva a cabo actualmente en Vera.

Proyecto de la locomotora «Bédar» a escala 1:25: cómo se hizo

El proyecto de la locomotora «Bédar» nace de nuestra amiga Magda, de Vera, que nos retó a realizar un modelo que pudiera ser expuesto de las bastante desconocidas locomotoras de la muy conocida línea de ferrocarril minera que unió Garrucha con Bédar a finales del siglo XIX. La justificación era simple, a pesar del material gráfico existente sobre estas locomotoras, en general es muy difícil imaginar las dimensiones y el aspecto real que tuvieron estos ingenios. Cuando se habla de ellas se piensa en locomotoras pequeñas y destartaladas, casi artesanales, pues tal es la idea que tradicionalmente se ha transmitido de nuestro pasado minero. Pero nada más lejos de la realidad, se trataba de tres grandes, modernas y elegantes locomotoras que ostentaron los bonitos nombres de «Garrucha», «Mojácar» y «Bédar». Como ya imaginarán a estas alturas, aceptamos el reto. ¿Cómo acabó? pasen y vean.

Aspecto final de la locomotora 030T caracterizada como la n.º 3 «Bédar» del ferrocarril Bédar-Garrucha, con un vagón de mineral ya finalizado y antes de er protegido por una vitrina.
El vagón de mineral, identificado con el número 23 tal y como estaban los vagones originales, está cargado con mineral de hierro auténtico de Bédar. El balasto de la vía también está confeccionado con material genuino procedente de una cantera.

Por difícil que parezca, llegaron por mar a una Garrucha entonces sin un puerto, desmontadas en tres partes. Aún nos cuesta imaginar cómo pudieron descargar semejantes bultos sin los medios presentes en un puerto convencional. Tampoco es fácil de concebir cómo pudieron construir una línea de ferrocarril en un terreno tan complicado en tan solo un año Posteriormente fueron montadas en las vías de la línea a punto de finalizar.

El ferrocarril para transportar el mineral desde las minas de Bédar hata Garrucha/Mojácar contaba con tres curiosas locomotoras de vía métrica de tres ejes y 30 toneladas y distribución de tipo Walschaerts. Fueron compradas por la Chávarri, Lecoq y Cía para su servicio en la línea almeriense al constructor belga Saint Léonard de Lieja (Bélgica), llegando a Garrucha en 1895. Se trataba de un modelo único con tan solo tres ejemplares, los tres destinados a la misma línea.

No ha sido que hasta hace muy poco que hemos podido contemplar fotografías de estas locomotoras en servicio en la línea Bédar-Garrucha (sí que se conocían fotografías posteriores con las locomotoras ya modificadas). Estaban numeradas del 1 al 3 y los nombres que recibieron los conocemos: «Garrucha», «Mojácar» y «Bédar. Claro que hemos representado la «Bédar» número 3, pero cámbiele el número y la plaquita y tendrá la que desee, las tres eran iguales.

Con 7.94 m de largo y 3,5 de alto, presentaba la curiosidad de disponer de un bastidor exterior, por lo que las ruedas se encontraban en la parte interior. El ténder o carbonera estaba incluido dentro de la misma, concretamente en el depósito lateral izquierdo y era de poca capacidad, unos 800 kg, lo que parece bastante poco, pero al parecer suficiente para el viaje de 17,5 km de la línea general. También destaca la curiosa cubierta en forma de botella de las válvulas de seguridad, seguramente de resorte tipo Ross.

El modelo está creado a escala 1:25 en base a los planos existentes del fabricante belga y a las pocas fotografías conocidas hasta ahora.

Para el modelo a escala decidimos trabajar con materiales con los que ya teníamos algo de experiencia: poliéster de modelismo, resinas y alambre. La escala elegida de 1:25 nos dejaba una composición locomotora-vagón (incluida la base) de casi 54 cm de largo y 24 de alto, lo que permitiría un buen detallado que aportara realismo al modelo, que fuera un fiel reflejo de estas máquinas tan cercanas a obras de arte.

Además de los aerógrafos y pinceles, las herramientas que más hemos utilizado son cuchillas, alicates y limas de diferentes tamaños. Obviamente, todo modelista tiene sus propios trucos.

Obviamente, la parte más difícil de realizar fue el bastidor y ruedas, en especial en este modelo en el que las ruedas se encuentran en el interior del bastidor, los cilindros y las complicadas conexiones y bielas que lo conectan con las ruedas. Una vez acabado empezamos con la caldera y todos los elementos que soporta: chimenea, domo, arenero y cobertura de las válvulas de seguridad.

Conseguir la forma y dimensiones correctas del domo y de la chimenea no fue tampoco tarea fácil, especialmente por las escasas fotografías conocidas de estas locomotoras. Una vez conseguido, pasamos a confeccionar los depósitos laterales y la estructura exterior de la cabina. En esta fase empieza ya el trabajo de hiperdetallado, con la colocación de los remaches (sí, a mano y uno a uno) barandillas, registros, asideros… Alguna de las piezas, en especial la caldera, reciben capas de pintura metálica para poder observar más fácilmente y corregir toda imperfección. El domo se va corrigiendo progresivamente hasta que alcanza la forma deseada.

El hiperdetallado de la cabina es otro de los puntos importantes. La locomotora dispone de una cabina bastante abierta, por lo que es importante detallar bien todo el interior, lo que dará al modelo aún más realismo. Por lo tanto, no hemos reparado en detalles en el interior: manómetros, válvulas, palancas, interruptores, niveles de agua, etc. Todo ha de estar preparado y pintado antes de acoplar definitivamente la caldera al bastidor, pues una vez hecho ya no se podrá trabajar cómodamente en el interior.

Tras solidarizar definitivamente ambas partes de la locomotora, procedimos a completar todos los detalles y finalizar domo y chimenea, así como a fijar definitivamente los cilindros y poner la plancha protectora que la cubría, así como otros detalles como las cajas laterales, topes, escalerillas, apoya pies, enganches, tuberías, válvulas, diversas barandillas… Se aplican también las pinturas acrílicas definitivas, básicamente negro mate y rojo, usando un aerógrafo de doble efecto. La locomotora ya va tomando la forma deseada.

Una vez la locomotora casi terminada, comenzamos el vagón de mineral de 8 toneladas. Aunque más sencilla, la ausencia de planos (y de información) al respecto dificulta mucho su diseño. Contamos con pocas fotografías para reproducirla. La caja de madera ofrece otra dificultad al tener que conformarla por medio de tablones con sujeciones metálicas y numerosos remaches. Para identificar los frenos hemos necesitado consultar a diversos especialistas.

A pesar de la falta de información, la construcción de la vagoneta es mucho más sencilla que la de la locomotora. Se representa el número 23 por partida doble en ambos lados, tal y como las llevaban en las fotografías conservadas. Curiosamente, parece que no llevaban las siglas de la compañía (CLC por Chávarri, Lecoq y Cía), como sí que lo hacían las vagonetas de 4 toneladas de los ramales.

Un detalle menor pero no menos importante son las placas de numeración, identificación y de fabricante. Este trabajo ha requerido de una lupa de 6 aumentos a pesar de tratarse de un modelo a escala bastante grande. Una vez todo montado, se procede a un lavado de color y a aplicar diversos efectos de óxido, calcáreo, suciedad, etc.

La última parte realizada fue la base con un tramo de vía sobre balasto y a «rellenar» el vagón con mineral, auténtico mineral de Bédar. Los resultados a la vista están, aunque avisamos… al natural es mucho mejor.

La línea verde del ferrocarril Bédar-Garrucha: ¿es posible volver a ver las viejas locomotoras a vapor en funcionamiento?

Representación de una de las locomotoras 030T Saint Léonard del ferrocarril Bédar-Garrucha de Chávarri, concretamente la número 1 o «Garruchera», junto al depósito de agua que estaba ubicado en la estación de Tres Amigos de Bédar, los restos de este depósito se pueden ver en la página 243 del libro.

Antes de empezar, querría dar las gracias a toda la gente que participó y asistió a las presentaciones de nuestro libro «Minas, cales y ferrocarriles, fundiciones y embarque de minerales», al editor y a todos los concejales y alcaldes de Bédar, Los Gallados, Garrucha, Vera y Turre que han hecho posible que este proyecto viera finalmente la luz.

Se vuelve a hablar de la línea verde del antiguo ferrocarril de Chávarri que unía Mojácar y Garrucha con las minas de Bédar, una ruta más conocida hoy en día por ciclistas, pero que todavía es recuperable y que solo espera la iniciativa de los diferentes ayuntamientos por las que discurre para que sea una realidad.

Uno de los paneles indicativos de la ruta verde del ferrocarril de Lucainena de las Torres
la inversión en la ruta ha sido notable, hasta el punto de rehabilitar algunos de los viejos puentes gracias a la sólida construcción de los estribos.

Por poner un ejemplo de las cosas que se pueden hacer no hay que ir muy lejos, como recuperación de una antigua línea de ferrocarril tenemos Lucainena de las Torres, donde la recuperación de la vía verde ha supuesto un aumento apreciable del turismo a este precioso pueblo enclavado en sierra Alhamilla y donde los proyectos de recuperación de su patrimonio minero e industrial deberían ser ejemplo.

Pero aún se podría ir más allá de recuperar el antiguo trazado. Si realmente hubiera interés, no sería imposible construir una répica de alguna de las locomotoras que prestaron servicio en esta línea (tres 030T y dos 020T del fabricante belga Saint Léonard y una diésel. ¿Sería posible la construcción de una réplica de alguna de las locomotoras de la línea? ¿Se podrían recuperar alguno de los trayectos del ferrocarril? Las respuesta es un sí a ambas preguntas. Es más, tampoco hay que irse muy lejos para encontrar las soluciones. Desde hace un tiempo se están desarrollando en Zurgena con un proyecto de restauración de la estación de tren de Zurgena, la creación de un taller de restauración ferroviaria y de un museo de material ferroviario rodante, tal y como explicó Rafael García de la Mata durante la presentación realizada del libro en Los Gallardos. Actualmente llevan a cabo una recogida de donaciones para la compra de una dresina para el proyecto, en la que yo personalmente ya he hecho mi donación:

https://www.facebook.com/donate/426627138488212/327056939215566/

Un taller de restauración podría replicar modelos de las locomotoras (o poner en marcha modelos adecuados que estuvieran disponibles) y recuperar algunos tramos del trayecto. ¿Un proyecto imposible? pues realmente no, no costaría más que cualquier otro proyecto y recuperar una locomotora similar y repararla sería incluso mucha mejor opción y no mucho más caro que cualquier otro proyecto turístico que nos pueda venir a la cabeza. Dejo a su imaginación el impacto sobre el turismo que podría tener una atracción de tal calibre (en especial para las empresas que viven de ellos), un factor que incidiría de manera importante de la desestacionalización del turismo.

No hay ninguna descripción de la foto disponible.

Nosotros ya hemos puesto nuestro granito de arena recuperando todo el material disponible sobre este ferrocarril, incluida memoria y planos, además de las primeras fotografías publicadas de este tren cuando la línea estaba en funcionamiento, además de documentar todos la línea y todos los elementos del patrimonio que aún existen.

En fin, quiero llamar de nuevo la atención a todos aquellos responsables de todos los pueblos por los que discurre el trazado del viejo ferrocarril de Chávarri (y por los que no, también, pues todos nos veríamos beneficiados) para que tomen en serio este proyecto y que se pongan manos a la obra.

Juan Antonio Soler Jódar

Los palacetes de Chávarri en Mojácar y Bédar: dos restauraciones con desigual resultado

La casa de los ingenieros de Bédar hacia 1905.

Fue por 2015 cuando apareció la primera fotografía histórica de la casa de los ingenieros de Bédar o «chatêtelet» de los Chávarri, también conocida como «Casa Rosa».

Este edificio histórico de Bédar estuvo a punto de desaparecer, completamente en ruinas y con la fachada combada y amenazando derrumbe. Solo el empeño de los propietarios impidió su ruina total, llevando además a cabo una restauración muy conseguida, siguiendo toda la información de la que se disponía durante esos años, básicamente la proporcionada por los testimonios que aún recordaban el aspecto y distribución interior de esta casa. La restauración se completó antes de la aparición de la fotografía de 1905, por lo que no pudo reconstruirse la escalera anterior de acceso a la segunda planta, algo que no desmerece para nada la cuidadosa restauración, en la que se utilizaron los materiales originales siempre que fue posible y reconstruyendo el resto siguiendo el estilo general de este hermoso edificio.

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La casa de los ingenieros hacia el año 1999, con la fachada a punto de derrumbarse.

La historia de esta casa queda recogida en la obra recientemente publicada Minas, Cables, ferrocarriles, fundiciones y embarque de Minerales Bédar, Los Gallardos, Garrucha, Mojácar, Turre y Vera (1840-1970) publicada por la editorial Arráez y cuya última presentación oficial se llevará a cabo mañana día 18 de agosto en Garrucha. El palacete de Bédar, como el palacio de la finca del Moro Manco en Mojácar, fueron la residencia utilizada tanto por el Víctor Chávarri Salazar como por su hijo Víctor Chávarri Anduiza, quien fue marqués de Triano, en sus visitas a sus negocios almerienses.

Se trataba de la casa dirección construida a la vez que el ferrocarril minero de los Chávarri, construido entre 1895 y 1896. Otro palacio se construyó en el puerto de descarga, en Mojácar, casi con seguridad diseñado por el mismo arquitecto que el palacete de Bédar. Este palacio, antes de ser remodelado, presentaba una escalera frontal del mismo tipo que la de su homónimo de Bédar. En la ora citada se muestran las primeras fotografías inéditas de este palacio antes de su remodelación y el añadido de su nueva fachada de estilo oriental, lo que se llevó a cabo probablemente en 1909.

Entrada original del palacio de Chávarri en Mojácar hacia 1898, antes de añadirse la nueva fachada de estilo tipo oriental, posiblemente hacia 1909.

Puede decirse, sin lugar a dudas, que la restauración del palacete de los Chávarri en Bédar ha sido mucho mejor y que ha conservado mucho más el espíritu histórico del edificio que la que se ha llevado a cabo con el palacete de Mojácar, incorporado en el hotel «Alegría» y cuya restauración parece que ha seguido otros criterios más comerciales.

La restauración del palacete de Bédar, llevada a cabo por el propietario, Jesús Fernández, ha seguido el estilo original de la casa, tanto en la carpintería como en los elementos de hierro forjado, utilizando los materiales originales del edificio siempre que fue posible. Desde el edificio se podía controlar toda la actividad en la estación de ferrocarril de Tres Amigos, motivo por el cual el edificio contaba tanto con las oficinas para los empleados de la Chávarri, Lecoq y Compañía (seguramente la planta inferior) y unos lujosos aposentos tanto para el ingeniero jefe de la compañía (Manuel Figuera primero y Andrés López de La Presa después) así como para las visitas, bien documentadas, que efectuaron Víctor Chávarri y su hijo para inspeccionar sus negocios mineros en Almería.

Hay que agradecer a Jesús Fernández la recuperación de este edificio, parte del patrimonio histórico de Bédar, especialmente habiéndolo hecho con tanto cariño y sin ninguna ayuda o subvención. Por mi parte, yo quisiera agradecerle que me haya permitido visitarlo y poder pisar por donde, cien años antes, pisaron los ingenieros directores de las minas y hasta el mismísimo Víctor Chávarri.

Juan Antonio Soler Jódar

La historia de Bédar animada

Muchos ya conocerán la nueva aplicación de MyHeritage «Deep Nostalgia» que está causando furor. Se trata de una herramienta que permite animar viejas fotografías (y no tan viejas) por medio de un algoritmo de Inteligencia Artificial.

Evidentemente, no hemos podido resistirnos a ver cómo quedarían en movimiento algunos de los personajes que han formado parte de la historia de nuestro pueblo y queremos compartir con todos vosotros los resultados, añadiendo algunos comentarios para quienes no los conozcan. Algunas impresionan bastantes. Otras, en cambio, no convencen tanto. Véanlas ustedes mismos y decidan.

El noruego Anton Getz fue el primer director de la Compañía de Águilas en Bédar, director de las minas de plomo de El Pinar hasta que fue sustido por Federico Dietrichson. A nuestro parecer, se trata de una de las animaciones mejor conseguidas.

Federico (Fredrik) Dietrichson sustituyó a Anton Getz en la direccion de la 2ª Sección de la Compañía de Águilas (Bédar y Herrerías y Sierra Almagrera). Bajo su dirección se instaló en cable aéreo Bédar-Garrucha.

Georges C. Pecket. Vicecónsul británico en Garrucha y poseedor de concesiones mineras en Bédar, fue el principal promotor del ferrocarril de Bédar a Garrucha.

No podría faltar en este repaso Víctor Chávarri y Salazar, industrial vasco responsable de la instalación del ferrocarril Bédar-Garrucha.

Otros de los personajes muy ligados a Bédar fue el Dr. Bernardo Renovales, quien fue médico de la Compañía de Águilas y de la Sociedad Chávarri.

El ingeniero de origen alemán Alfredo Dörn fue el último de los directores de las antiguas minas de Bédar, hasta el cierre de la Unión Bedareña. El algoritmo ha interpretado las manchas de la fotografía como lunares, pero aparte de eso, está bien conseguida.

Otro de los directores de la Compañia de Águilas en Bédar entre 1901 y 1902, Willhem Baron von Fircks. De origen alemán, trabajó posteriormente en las minas de los montes Urales y acabó siendo un político relevante de la minoría alemana en Letonia tras la declaración de independencia en 1920. No se olvidó de Bédar en su memoria «Meine Reisedecke», que podría traducirse como «Mi manta de viaje», donde relata el milagroso rescate de una minero en El Pinar de Bédar, Juanito «el Moro».

Gustav Thorkildssen fue el ingeniero que instaló el cable aéreo de Bédar a Garrucha entre 1888 y 1889, siendo la mano derecha del famoso industrial Julius Pohlig. A él le debemos mucha información sobre este episodio vital en la historia de Bédar. Una de sus descendientes fue la esposa del importante político alemán Willy Brandt. La animación no es de las mejor conseguidas pero eso no quita ni un ápice de importancia al personaje.

Johan Nordahl Brun Preus fue otro de los ingenieros noruegos que trabajaron en Bédar. Era cuñado de Fredrik Dietrichson y le reemplazaba en Bédar cuando éste debía viajar a Noruega. Tampoco es de las animaciones mejor conseguidas.

El bedarense Matías Castro fue el capataz de la mina La Palmera. Fue el abuelo de nuestra querida Maruja Cintas.

Esta animación es una de la que más nos ha impresionado. Se trata de una figura muy conocida en Bédar, el médico Antonio Bolea hacia 1910. Sobran comentarios.

De todos estos personajes, y de muchos más, se trata en el libro que, si el virus lo permite, está previsto publicarse.

Ferrocarriles y cables aéreos mineros (continuación)

Aparte de las extensas descripciones de las vías de ferrocarril y de cable aéreo, se presta especial atención a las condiciones en las que trabajaban los mineros, así como a los accidentes y enfermedades a los que estaban expuestos. A finales del siglo XIX el hecho que la vida de un minero fuera corta era algo comúnmente aceptado, en aras del desarrollo y la prosperidad del país.

En 1888 el 30 por ciento de los operarios que trabajaban en las minas eran menores. Empezaban a trabajar normalmente a los 9 años y hasta los 16 eran conocidos como los «muchachos», que debían trabajar en condiciones lamentables y, en no pocas ocasiones, eran maltratados. Por 1,75 pesetas e jornal, un minero sin experiencia se jugaba diariamente la vida en las minas, los muchachos empezaban con tan solo 0,75 pesetas de jornal y como mucho llegaban a 1,25 pesetas.

Placa de fabricante con el número de fabricación que llevaban las locomotoras fabricadas por la Saint Léonard de Liège en su lateral derecho. Las tres locomotoras del ferrocarril de Bédar a Garrucha eran las únicas de su tipo y llevaron este tipo de placas con los números 993, 994 y 995.

Además de la deficiente alimentación y de las duras jornadas laborales, literalmente de sol a sol, los mineros estaban expuestos a numerosos y variados riesgos de seguridad, como explosiones, desprendimiento de techos y colapso de galerías, caídas a pozos y por terraplenes, atropellos por vagonetas, etc. No faltaron tampoco atropellos mortales por las locomotoras y caída desde las vagonetas del cable, aunque estuviera prohibido viajar en ellas.

El anquilostoma o «gusano ganchudo» (hookworms en inglés), era el desagradable nemátodo con aspecto casi alienígena que causaba la «anemia del minero».

Por si fueran ya pocos problemas, los riesgos de higiene no estaban tampoco ausentes. El trabajo agotador y la deficiente alimentación hacían mella en los trabajadores, que además de las enfermedades que periódicamente afectaban a toda la población, hubieran de soportar las propias de su profesión. A las ya más conocidas silicosis y saturnismo (intoxicación por plomo), se le añadió una enfermedad producida por unos desagradables gusanos cuyas larvas se encontraban en el agua que inundaba muchas minas y que tras atravesar la piel se instalaban en el intestino provocando una desnutrición y pérdida de sangre que llevaba a la anemia, la temida «anemia de los mineros».

Representación de una de las locomotoras 030T Saint Léonard del ferrocarril Bédar-Garrucha en la Estación de Tres Amigos de Bédar, ante la casa de los Ingenieros, residencia del ingeniero director de las minas.

Aún están a tiempo de reservar sus ejemplares, ya sea en su versión inglesa (andy-tank-1@hotmail.co.uk) o española (juan.ant.soler@gmail.com).

Ferrocarriles y cables aéreos mineros

Más de 30 años de funcionamiento del cable aéreo y del ferrocarril de Bédar a Garrucha han dejado muchas historias detrás suyo. Desde las obras de instalación, en tiempo récord, hasta la paralización definitiva no han faltado accidentes, sabotajes y robos. Los ingenieros de minas tuvieron que aplicarse a fondo para poder conectar las diferentes minas diseminadas por la accidentada Sierra de Bédar con las líneas de transporte general, lo que se tradujo en decenas de diferentes planos inclinados, vías de transporte, túneles, ramales de cable… que han dejado numerosos restos que hoy en día pueden visitarse en la actual ruta minera de Bédar.

Uno de los diversos accidentes que sufrió el ferrocarril acabó con una locomotora bocabajo, la chimenea clavada en el suelo. ¿Hubo heridos? ¿cómo pudo ocurrir?

Uno de los objetivos del libro «Minas, cables, ferrocarriles, fundiciones y embarque de minerales» es el de recoger todos los datos históricos disponibles, tanto desde el punto de vista técnico como el social y económico, un pasado minero que conforma una parte importante de la historia de Bédar, Los Gallardos y Garrucha, municipios que estuvieron conectados por el cordón umbilical que suponían estas líneas de transporte, pero también de Mojácar y Turre, cuya actividad se vio muy influenciada por la minería, que también se desarrolló, aunque a diferente escala, en Sierra Cabrera.

<p value="<amp-fit-text layout="fixed-height" min-font-size="6" max-font-size="72" height="80">Desde los viejos cotos mineros de Mojácar, Garrucha y Turre, hasta los restos de las importantes minas de plomo y hierro de la Sierra de Bédar, la antigua ruta del ferrocarril sigue reclamando su protagonismo, esta vez como vía verde, asegurando como antaño una conexión entre la costa y la sierra. Este eje sería el complemento perfecto para completar la oferta del levante almeriense, que ya encabeza la geoda de Pulpí y que ha de completarse, necesariamente, con la recuperación turística de la importante zona minera de Sierra Almagrera. Desde los viejos cotos mineros de Mojácar, Garrucha y Turre, hasta los restos de las importantes minas de plomo y hierro de la Sierra de Bédar, la antigua ruta del ferrocarril sigue reclamando su protagonismo, esta vez como vía verde, asegurando como antaño una conexión entre la costa y la sierra. Este eje sería el complemento perfecto para completar la oferta del levante almeriense, que ya encabeza la geoda de Pulpí y que ha de completarse, necesariamente, con la recuperación turística de la importante zona minera de Sierra Almagrera.

Aún están a tiempo de reservar sus ejemplares, ya sea en su versión inglesa (andy-tank-1@hotmail.co.uk) o española (juan.ant.soler@gmail.com).