En memoria del Lavadero Grande de Bédar

Ya se han cumplido 11 años del derribo del Lavadero Grande de El Pinar, y quería recordar un poco una de las joyas arqueológicas de Bédar que fue, desgraciadamente, arrasada por culpa de la voracidad de la urbanización de El Pinar y ante la inoperancia, o incluso colaboración, del Ayuntamiento de Bédar, que permitió el «patrimonicidio» cometido ese nefasto año de 2004.

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Una de las fotografías tomadas en 2003, poco antes de que arrasaran con todos los restos.

En aquel año, hacía todavía poco que me había interesado por esos restos y por su historia, sin embargo, ya se sabía (todos lo sabían) que se trataba de un lavadero de mineral de plomo muy antiguo y de bastante importancia en la historia de El Pinar (y por ende, en la de Bédar). A parte de eso, poca cosa más, que pertenecieron a la Compañía de Águilas, y que parece ser que estuvo en funcionamiento durante muy pocos años.

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Otras de las fotografías de 2003, se observan las balsas y una curiosa conducción- acequia por medio de un acueducto. No hubo tiempo de estudiar los restos de conducciones internas de agua ni de buscar los emplazamientos de las round-buddles.

Según mi procedimiento habitual de trabajo, primero examino los restos, hago esquemas, fotografío y anoto todo aquello que me parece interesante (aunque no sepa lo que es) y, posteriormente, realizo una investigación documental. Si hay suerte y consigo obtener datos, algo no muy habitual dada la misteriosa desaparición de todo lo que tenga que ver con minería en Bédar, intento interpretar los restos y, habitualmente, suelo hacer otras visitas posteriores para acabar de recabar datos.

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Otra de las fotografías de 2003 mostrando los muros de soprote de la estructura. En estas naves debía estar instalada toda la maquinaria de triturado y lavado.

En este caso, con los restos del lavadero de El Pinar, solo pude hacer un primer reconcimiento inicial en 2003. Es decir, unas primeras fotografías del complejo, que a la larga se convertirían en unas de las pocas que hay. En 2004, armado con mi cámara de fotos,fui de nuevo para ampliar las fotografías de las estructuras. Pero me quedé de piedra cuando vi los restos del lavadero… ya no estaban.

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Esta estructura se encontraba cerca de los restos del lavadero, en los terrenos de la famosa mina «Allá Veremos». Podría haberse tratado de un cargadero, ya que destaca un resbaladero, aunque desconocemos quien lo construyó y para qué. Todo el terreno fue completamente allanado, aunque no sabemos para qué, pues no se construyó nada encima. Quizás solo se trataba de hacer desaparecer cualquier resto que oliese a minero o a antiguo.

Quedaba tan solo parte del horno que estaba instalado al fondo de los lavaderos y las balsas para la recogida del agua de lavado. Hice fotografías de todo, incidiendo sobre todo en las balsas (pues intuía que podría ser la última vez que pudiera verlas) y me fui, bastante desanimado.

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Tras la destrucción del lavadero solo se salvaron las balsas de recogida del agua de lavado. Prometieron que las respetarían, pero incumplieron su palabra.

Lo que pasó a partir de ahí ya lo he contado alguna vez. El tema no quedó tapado, como esperaban que ocurriera. Una asociación ecologista se hizo eco de la barbaridad que cometieron y lo denunció. Cuando la prensa fue al Ayuntamiento para pedir explicaciones, alguien debió ponerse muy nervioso y prometieron que ya no tocarían nada más y que respetarían lo que quedaba de las balsas del lavadero y la antigua fundición Carmen, que era (al parecer) el siguiente objetivo de las excavadoras. Pero como no te puedes fiar de los políticos, está claro que rompieron su palabra y destrozaron las balsas de la fundición, sustituyéndolas… que ironía… por unas piscinas para la horrorosa ampliación de la urbanización que ocuparía los restos del lavadero.

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Otra imagen de las balsas del Lavadero Grande.

Por suerte, parece ser que al salir a la luz los perversos planes de la urbanización, parece que los responsables recibieron una seria advertencia. Si tocaban los restos de la fundición Carmen, tendrían problemas. Y esta vez sí que lo respetaron, pero no se puede decir mucho de otros muchos restos que fueron completamente arrasados sin miramientos.

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La destrucción del complejo fue total, «respetaron» los muros laterales y la parte posterior, al parecer un horno de fundición. Estas partes luego fueron «rehabilitadas» a base de rebozarlas en hormigón. Se perdió mucha información y potenciales restos metálicos que hubieran quedado entre las ruinas.

Lo peor de todo es que, para el caso del Lavadero Grande, si que pude encontrar bastante información (gracias a Lise Hansen, todo hay que decirlo), gracias a las descripciones del ingeniero director, el ingeniero Dietrichson. La importancia y relevancia de este complejo lavadero quedó claramente al descubierto, haciendo todavía más deleznable el acto de los responsables que decidieron o no quisieron impedir su derribo en 2004. Nadie debería poder decidir tan sumariamente y con tan poca sensibilidad y respeto, sobre el patrimonio que es de todos nosotros.

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Parte posterior del complejo tras el derribo de los restos, parece un pequeño horno de fundición acoplado al lavadero. Tiene sentido porque en todas las fotografías antiguas se observa una pequeña galería de condensación que lleva a una chimenea.

Las obras de construcción del Lavadero Grande (pues ese era su nombre), comenzaron en 1871, cuando se excavó un pozo para el abastecimiento de agua en 1871. El Lavadero formaría parte del ambicioso plan de la Compañía de Águilas para explotar los yacimientos de plomo, incluyendo dos lavadero más pequeños (uno de ellos el de Reforma) y todas las construcciones auxiliares necesarias (talleres, viviendas, oficinas, etc.) El plan de explotación de las minas pretendía crear tres canteras o labores a cielo abierto, conectando éstas con los lavaderos por más de 10 kilómetros de vías, por las que llegaron a circular más de 200 vagonetas, empujadas por mulos por los mismos operarios. La principal vía, de 1 km de largo, acababa en un plano inclinado movido por una máquina de vapor, que llevaba el mineral hasta los lavaderos

  100-0021_IMG Vista general en 2004 de lo que queda del Lavadero Grande tras la «intervención»

Las canteras se trabajaban en pisos de 10 metros, y en 1884 se estaba trabajando ya en la tercera planta de una de ellas, teniendo previsto explotar 6 plantas en total. El recuerdo de aquel gran proyecto es la gran Hoya que hoy ya conocen como de Aprovechado.

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Cómo sustituir un resto arqueológico de más de 100 años de antigüedad por una horrorsa urbanización tipo «nicho». Mostramos esta composición en el Congreso Internacional del SEDPGYM de Mieres. Los asistentes no podían creer que hubieran podido hacer esta barbaridad.

El Lavadero Grande estaba provisto de la maquinaria más moderna de la época, fabricada por la Sociedad Humboldt. La planta disponía de modernas quebrantadoras y machacadoras, molinos Herbel y trituradoras de cilindros para preparar el mineral. El lavado se realizaba mediante el sistema de trómeles de separación (tambores de lavado), por el cual el mineral pasaba por un sistema de trómeles cónicos escalonados que iban separando el mineral según el tamaño. El resultado del lavado, una especie de barro con algo de mineral llamado «Schlamm», pasaba a un sistema de lavado por corrientes de agua. Todo el sistema permitía separar trozos de mieneral desde 1,5 hasta 0,5 milímetros.

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Detalle de la urbanización, obsérvese como están rellenando de cemento las balsas de decantación del Lavadero Grande para utilizarlas de cimientos para una piscina. Un concepto muy extraño de lo que significa «preservar».

Aún de lo que sobraba (los lodos), que contenía todavía algo de galena, se trataba con otra serie de maquinaria especializada. De hecho en El Pinar de Bédar se probaron diversos sistemas de lavado de lodos, aunque no todos fueron útiles. Así se podía encontrar cámaras alemanas de precipitación Spitzkasten, round buddles ingleses, cribas francesas, mesas giratorias alemanas Rundheerde y mesas Rittinger de percusión continua. Tal era la variedad de sistemas, que El Pinar era un lugar donde los ingenieros en formación viajaban para ver y analizar los diferentes sistemas existentes de lavado. El Lavadero Grande tenía capacidad para procesar 1.000 toneladas de mineral cada 24 horas, superando la capacidad del lavadero más grande conocido hasta el momento, el de las minas del Harz superior en Alemania. A pesar de todo, y a causa del agotamiento del criadero, no se llegó a procesar más de 260-270 toneladas diarias de mineral, del que se obtenía un producto con un 56% de plomo y 7,4 onzas de plata por tonelada.

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Fotografía clásica de Rodrigo que muestra el Lavadero Grande en funcionamiento. A destacar la chimenea y la galería de condensación, elementos que indican la posible presencia de un horno de fundición anexo al Lavadero.

En las minas y los lavaderos trabajaban unos 900 operarios, incluidos niños y mujeres. Las instalaciones contaban con nueve máquinas de vapor, incluida la máquina sistema Kley para la extracción de agua y cinco más para las estaciones de lavado.

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Restos del Lavadero antes de su destrucción. La cantidad de restos que podrían quedar entre las ruinas podrían haber aclarado muchos aspectos sobre la distribución y funcionamiento de esta excepcional estructura.

A pesar de la impresionante inversión realizada en estas instalaciones, el margen de beneficio era muy escaso, por lo que cuando el precio del mineral de plomo cayó, no pudo seguir funcionando y la Compañía de Águilas tuvo que cerrar y desmantelar las instalaciones. En total, estuvo funcionando entre 1881 y 1884, siendo, en tan corto periodo de tiempo, el lavadero de mineral más grande conocido.

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Lavadero Grande en 1910. Se observa el Lavadero desmontado, con la chimenea en pie. Se sabe que tras desinstalar el lavadero en 1884-1885, se guardó todo el costoso material de lavado por un tiempo. La Compañía recibió de ofertas de compra del mismo, pero no sabemos finalmente qué fue de él. Como curiosidad, a la derecha se ve el cable aéreo Serena-Garrucha, y destacan dos chimeneas más en el Pinar. Una de ellas es la de la fábrica San Jacinto (la que está más a la derecha), la que está en medio podría corresponder a la del misterioso «tercer lavadero» que se instaló en El Pinar (lo que hoy correspondería al Bar El Pinar, cuya piscina aprovecha la antigua balsae la misma) o la chimenea de la máquina de extracción Kley del pozo Bomba, que alcanzaba casi los 200 metros d eprofundidad.

A veces la historia es demasiado «Grande» como para ser borrada y olvidada, por muchos intereses económicos que haya habido por medio. En este caso, sin duda, el interés económico prevaleció sobre el interés de todos los bedarenses, y eso ha supuesto la pérdida de algo que podría haber sido un potencial atractivo turístico más para el pueblo. Sea como fuere, unos pocos no pueden destrozar lo que no es suyo. No me cansaré de recordárselo. Ellos ya saben a quién me refiero.

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Minas desaparecidas (1): el barranco de la Mina Grande

Son los ingenieros Ramón Pellico y Amalio Maestre los que nos hablan por primera vez del significado de la Mina Grande 1840, que es el nombre que los bedarenses daban entonces a los antiguos restos de minas en el Pinar de Bédar y de la que según nos cuentan, corrían numerosas leyendas sobre su origen.

El nombre, además, ya había sido incorporado como parte de la toponimia del lugar, pues con ese nombre se conocía el barranco donde se encontraban muchos de los restos de estas minas, y así se recoge en las demarcaciones de las diferentes concesiones mineras que se registraron en esa zona a partir de 1843.

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Se documenta actividad minera en la sierra de Bédar al menos desde 1525, aunque se considera que la explotación de los yacimientos del Pinar de Bédar, antiguo pago de Alcornia, desde hace mucho más tiempo.

Cuando hablamos de «Mina Grande» no nos referimos a ninguna mina concreta de la que conozcamos la fecha de demarcación ni si fue explotada, es un término antiguo que, precisamente, rememora esta antigua actividad y que englobaría todas las labores antiguas de el Pinar.

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Sobre la antigua Mina Grande solo queda la escueta descripción de los anteriormente mencionados ingenieros, que describen la presencia de un pozo de más de 20 varas (16,7 metros) y un socavón fortificado con arcos de gneis, tapiado a unas 8-10 varas de la bocamina. Éstos, y otros restos antiguos que pudieran encontrarse, fueron borrados por el desarrollo posterior de la minería en la zona.

Sin embargo, el conocido como barranco de la Mina Grande, con todos sus estratos arqueológicos fue borrado definitivamente entre 2004 y 2005. Y cuando digo borrado quiero decir exactamente eso, eliminado del mapa. Desapareció así la posibilidad de realizar estudios más en profundidad y conocer algo más sobre esta Mina Grande.

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En mi caso solo dio tiempo a realizar un reconocimiento de la zona, antes incluso de saber la importancia que tenía.

Los mineros partidarios que perduraron hasta 1926 explotando estas minas, conocían este barranco como el barranco de San Manuel, pero queda suficientemente demostrado por los documentos de registro de varias minas, que antes era conocido como barranco de la Mina Grande. Allí se demarcaron minas como «Bien estar», «Alarma», «No ganamos para sustos», «Algarroba» o el registro «San Nicolás de Bari». Posteriormente tenemos «La infalible» y, finalmente, la concesión minera conocida como «Reformada» (que no «Reforma», que es otra mina), nombre con la que se conoció después. También se englobaba dentro de esta antigua «Mina Grande» los restos mineros que se encuentran en el barranco de San Marcos, y no es descabellado pensar que, la «Mina Grande» no era más que el nombre que se daban a todas las minas antiguas de El Pinar, cuyas grandes cantidades de escombros debieron estimular sobremanera la imaginación de los lugareños. Sin duda de ahí lo de «grande».

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Pero del barranco de San Manuel, o de la «Mina Grande», hoy en día no queda más que una serie de calles y explanadas de una urbanización a medio construir y abandonada. Un desagradable recuerdo de la «ladrillitis» que afectó a mucha gente no hace tanto tiempo. Triste destino que sufrieron también otras zonas como los tristemente famosos restos desaparecidos del «Lavadero Grande», gran parte del barranco de San Antonio Abad, el desaparecido cerrillo de San Antonio el Alto, o los restos de otras minas como «Suerte», «Por bien de todos» o la de «Allá veremos», que durante mucho tiempo fue considerada la primera mina de la zona (aunque luego se demostró que hubo otras anteriores).

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No estamos viendo ahora las fotografías de lo que hay ahora, ya las he puesto en otras ocasiones. Estamos viendo lo que había antes, en 2004, poco antes de que todo fuera arrasado. Queda tan solo un pequeño montículo que correspondía con la antigua mina «Alarma», posteriormente incluida en «Reformada» y lugar de peregrinación muy conocido y apreciado por parte de los buscadores de minerales.
Vemos, pues, lo que hemos perdido. Restos en los que ahora, con el conocimiento actual sobre la minería de Bédar, reconozco estructuras que antes se me antojaron imposibles de identificar.

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Durante un breve reconocimento realizado el año antes de su destrucción por el arqueólogo industrial Paul Rondelez y su equipo, identificó un posible circulo de «grillage» o de tostación de mineral de plomo, junto a una antigua y minúscula galería que pudimos explorar en su totalidad.

Pude documentar también unos antiguos hornos de tostación de mampostería seca que estaban ubicados en la vieja mina «No ganamos para sustos». Estas instalaciones fueron «eliminadas» por un incomprensible camino practicado hacia ninguna parte y sin objeto aparente, como un tentáculo de la mastodóntica explanada que hizo desaparecer por completo el cerrillo de San Antonio el Alto y que ahora se podría llamar perfectamente «la explanada sin nombre». Parece que el único objetivo de este camino fue hacer desaparecer estos molestos restos(¿¿qué sentido puede tener si no construir un camino de gran pendiente hacia la abrupta cima de un cerro rodeado por riscas?? allí ni se puede construir nada ni hay posibilidades de continuar hacia ningún lado). Ahora, lo único que queda de todo eso son algunos restos de cerámica que pude recoger y las mediciones y acusadoras fotografías que pude hacer de los tres hornos que formaban el complejo de esta mina.

Podemos ver también en las fotografías montones de escombros, producto del lavado de minerales, e incluso una estructura cilíndrica de mampostería seca que antes era una completa incógnita y ahora identifico sin problemas como una chimenea de ventilación de un antiguo pozo.

Sin embargo no todo está perdido, persisten todavía muchas labores antiguas de esta antigua Mina Grande, especialmente en el barranco de San Marcos. Si se ha salvado ha sido por la crisis de la construcción y no por ningún tipo de sensibilización con respecto al patrimonio histórico. Simplemente se ha de valorar si después de haber contemplado las fotografías que adjunto a este texto, consideran que es mucho mejor contar con horribles urbanizaciones mal planificadas (o peor, urbanizaciones abortadas y abandonadas)o si hubiese sido mejor intentar armonizar un crecimiento urbanístico controlado con el debido respeto y conservación de los lugares de especial interés histórico y patrimonial, de cara a un más que posible futura utilización turística. Ahora ya no podemos arreglar el desastre ni hay nadie al que pedirle explicaciones.

Pero de poco sirve lamentarse, a ver si al menos se ha aprendido la lección…