Investigación de minas y fundiciones antiguas: la utilidad de la Rumex bucephalophorus

Es posible que la hayan viso muchas veces en primavera, una pequeña planta, sin más aparente interés que su tono rojizo. Se trata de la Rumex bucephalohorus, una buena amiga de los que investigamos minas antiguas y que nos facilita sobremanera nuestro rastreo de viejas labores.

Esta pequeña planta estacional de flores rojas, que florece en primavera y que no sobrepasa los 40 centímetros de altura en su mayor fase de desarrollo tiene una relación muy especial con los yacimientos mineros, sobre todo con los de cobre, zinc y  plomo. En efecto, se trata de una planta hiperacumuladora de metales. Es conocida la toxicidad de ciertos metales pesados, lo que impide a muchas plantas un normal desarrollo sobre estos suelos contaminados por diversos procedimientos mineralúrgicos. Hay plantas que desarrollan mecanismos que les permiten vivir en suelos de este tipo, lo que le da una ventaja con respecto a otras posibles competidoras, pero el mecanismo de Rumex bucephalophorus consiste en absorber y acumular estos metales en sus tejidos, lo que no solo le permite vivir en suelos contaminados con metales sino además se provee de un excelente mecanismo de defensa frente a parásitos y herbívoros.

 

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Rumex bucephalophorus con su característica floración roja en una escombrera antigua en El Pinar de Bédar. En la zona de la escombrera es prácticamente la única planta que consigue desarrollarse.

 

Ya nuestro buen amigo e ingeniero de minas, Gonzalo Leal, nos puso sobre la pista de la utilidad de esta plantita, pues le fue de gran utilidad como guía de prospección en la confección del Plano Metalogénico del Área (Plan Nacional de la Minería 1968-69), por su asociación a la presencia de iones metálicos típicos de los sulfuros complejos de plomo, zinc y cobre. También se ha descrito asociada a los vaciaderos de piritas de cobre en la Faja Pirítica de Huelva (Hunt Ortiz, 1996). En Bédar, empezamos a utilizarla en 2004 en El Pinar de Bédar, como forma de localizar antiguas escombreras de las minas de plomo que ya no eran reconocibles. Un análisis de una muestra de estas plantas procedentes de Bédar arrojaron valores de 2.630 y 2.820 ppm (gramos por tonelada) para el plomo, 280 ppm para el cobre y 3.677/9.912 ppm para el zinc. Entre otros metales analizados, también presentó altos niveles de fósforo.

Con el tiempo, nuestra amiga también nos ayudó a localizar nuevas minas desconocidas, ya fueran de cobre o plomo, habiéndola encontrado en otros municipios como Antas o Turre, siempre ligadas a antiguas minas. Pero el mayor servicio que esperamos que nos brinde es que nos ayude a localizar el lavadero (podemos decir «perdido») de plomo que estuvo funcionando cerca de Bédar en el siglo XVII. Llegada a las fechas actuales, no dejamos de recorrer las zonas donde con más probabilidad estuvo esta instalación de lavado, esperando encontrar el delatador color rojo de la Rumex bucephalophorus.

 

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Rumex bucephalophorus en sierra de Cabrera, junto a una vieja mina de cobre, a mediados de marzo. En este caso se trata duna escombrera poco visible.

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Unas de las características más útiles de esta planta es, a parte del color, de que es prácticamente la única planta que crece en estos suelos contaminados. En la fotografía, tomada en sierra Cabrera, se observa claramente delimitada una zona que seguramente se utilizó para el triturado del mineral procedente de una mina de cobre.

 

Sabemos que tras la expulsión de los moriscos, se retrasó mucho la repoblación de Bédar y Serena a causa de la peligrosidad de la zona. La presencia de monfíes (bandoleros moriscos) en la sierra de Filabres se mantuvo hasta 1577 y en 1576 el comisario Tello Gómez atestiguaba su estado de abandono. El miedo perduró mucho tiempo, todavía en 1593 los 41 vecinos de Turre residían todavía en Mojácar, al estar mejor defendida, a donde volvían todas las noches tras cultivar las tierras.

 

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Otras veces los hallazgos son completamente casuales. Como esta acumulación de Rumex bucephalophorus en Antas, sin morfología de escombrera y sin ninguna mina cercana que la explique. El círculo de acumulación de Rumex bucephalophorus es visible a distancia gracias a su color rojizo.

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Salvo por la presencia de Rumex bucephalophorus, nada indicaría la presencia de un antiguo escorial.

Los libros parroquiales de Bédar no se inician hasta 1682, cuando en otros lugares se habían iniciado mucho antes, como en Antas (1612) o Turre (1660). Pero Bédar no estuvo tan despoblada como parece pensarse, pues las minas de plomo que ya se explotaban en el Pinar de Bédar en 1613 precisaban de agua para el lavado y fundido de sus minerales. Es por eso que eligieron el entonces despoblado pueblo de Bédar para ello, ya que disponía de agua suficiente. Las minas estuvieron funcionando al menos hasta 1629, aunque no sabemos cuando dejaron de trabajarse.

Mucho hemos hipotetizado sobre el lugar donde podría encontrarse los restos que pudieran quedar de ese antiguo lavadero. Algunos indicios documentales nos llevan a pensar que lo más probable es que estuviera estado en el barranco de los Chorreadores- Cueva Oscura o en Bedarín. La aparición de algunas monedas reselladas de Felipe III que podrían datarse de mediados del siglo XVII (entre 1641-1652). Sabiendo estos resellos dejaron de realizarse por la pragmática de 29 de octubre de 1660 y que fueron sustituidos por nuevas monedas, las monedas documentadas podrían haber pertenecido bien a pobladores que trabajaban tierras en Bédar pero que no residían allí (como los vecinos de Turre que vivían en Mojácar) o bien las perdieran los trabajadores de la fundición de plomo.

 

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Moneda hallada en Bédar (Jamontar/Dehesa Real). Por su buena factura sabemos que fue acuñada en “el Ingenio” de Segovia. Esta bonita pieza tiene la característica de que se puede ver la moneda “base”, a pesar de los resellos, y podemos comprobar que se trata de una moneda de dos maravedís de Felipe III (Philippvs III) de 1601. En cuanto a los resellos, observamos claramente un resello de cuatro maravedís (IIII) y otro de seis (VI). Sabemos que resellos con un IIII se hicieron en los años 1603 (con una corona en la parte superior y la inicial de la ceca debajo) y 1654-5 (llevaba estampado en la parte posterior la fecha).

 

En todo caso, la aparición típica de Rumex bucephalophorus en alguno de estos parajes podría ser definitiva para su identificación.

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El lavadero de mineral de la mina Reforma

Tras comentar lo tristemente ocurrido con el Lavadero Grande de El Pinar, hoy hablaremos de otro de los tres lavaderos que estuvieron funcionando en El Pinar de Bédar entre 1881 y 1884. Se trata del Lavadero de la mina Reforma. Disponemos de unas magní­ficas fotografí­as de Rodrigo de esta mina, que hemos utilizado para identificar las diferentes partes del mismo y su funcionamiento.
REFORMA
El ingeniero director Dietrichson, aunque describe ampliamente el Lavadero Grande, no dedica tiempo a comentar cómo eran los otros dos lavaderos, el de Reforma y el misterioso tercer lavadero. Por suerte, la carencia de descripciones se suple sobradamente con la fotografía de Rodrigo, pues al ser un lavadero al aire libre, podemos observar los diferentes elementos del mismo. También, a diferencia de lo que ocurre con el Lavadero Grande, el hecho de que el emplazamiento original solo haya sido destruido parcialmente, ha permitido buscar restos sobre el terreno, con resultados más que interesantes. No ha sido fácil la tarea, pero tenemos por fin identificados los diferentes elementos.

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De entrada, hemos de suponer que se trata de material suministrado también por la casa Humboldt. Siempre se instalaban en diferentes pisos, de manera que facilitara el transporte de un piso a otro, sin tener que dedicar esfuerzos a subir el mineral para seguir las diferentes fases del lavado. El mineral llegaba directamente a la estación por medio de una vía procedente del Socavón Reforma y, seguramente, de otro socavón que tenemos localizado en la zona y que disponía también de una ví­a que conectaba con el complejo. En la fotografí­a de Rodrigo observamos claramente que se trata de un ferrocarril de sangre, es decir, las vagonetas eran arrastradas por mulas por la ví­a. La vagoneta es muy curiosa, seguramente una de los varios tipos de vagonetas especiales mencionados por Dietrichson. Ésta, en concreto, se trata de una vagoneta muy corta y de descarga frontal.

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El mineral era tratado en el piso superior dle lavadero, el mineral se lanzaba por un resbaladero hasta la plataforma en la que observamos a varios operarios, algunos apoyándose en alguna herramienta con mango. En este lugar el mineral debí­a ser machacado de forma manual, pues no se observa maquinaria de triturado.

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Toda la maquinaria es movida por una sola locomóvil, instalada bajo un techo. Las locomóviles no eran más que máquinas de vapor portátiles. Disponían de ruedas para poder llevarlas allí donde hicieran falta (normalmente arrastradas por bueyes) y, una vez llegada al lugar de destino, se desmontaban las ruedas y se instalaba sobre una plataforma). En este caso, vemos la locomóvil instalada. Ésta mueve un árbol de poleas instalado sobre un muro elevado que serví­a de eje motor a todas las máquinas del lavadero.

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En el mismo piso nos encontramos con dos máquinas identificadas como dos trómeles, accionados por la locomóvil descrita. No sorprende la presencia de trómeles, en el Lavadero Grande también se utilizaban y su presencia refuerza la idea de que se trataba de maquinaria suministrada por la casa Humbodlt, pues estaban especializados en este tipo de maquinaria. Sobre el terreno hemos encontrado fragmentos recortados de criba de 1 mm, procedentes sin duda de estos trómeles. Tal y como comenta Dietrichson, el diámetro más pequeño de las perforaciones de los trómeles del Lavadero Grande eran precisamente de 1 mm. El «Schlamm» resultante de este primer lavado, pasaba al piso inferior, por otro resbaladero que se aprecia perfectamente en la fotografía. En este piso inferior nos encontramos con tres tipos de maquinaria muy diferentes: cribas cartageneras, Round-buddles mecanizados y una inmensa criba mecanizada oscilante. Con la criba oscilante y las cribas cartageneras se lavaba el Schlamm, aunque desconocemos los criterior y/o indicaciones de una u otra máquina, es muy posible que dependiera del tamaño del mineral lavado. Lo que sí­ que está claro es que el mineral procedente de las cribas y de la criba oscilante, los «lodos», eran lavados por última vez en los round-buddles, para aprovechar así hasta las más ínfimas partículas de galena, obteniendo un barro de mineral. Para observar las diferentes partes de la criba oscilante mecanizada, precisamos de una ampliación coloreada:

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Estas cribas oscilantes estaban compuestas por unos ejes móviles accionadas por poleas, que hacían oscilar las cribas con el mineral inmersas en un gran recipiente de agua. El movimiento que imprimían a las cribas suspendidas permitía separar el mineral, al ser más densa la galena que la caliza acompañante. Las cribas cartageneras funcionaban con el mismo mecanismo, pero en este caso la criba suspendida en un cajón de agua era accionada por una gran palanca que accionaba un operario y que observamos claramente en la fotografía. Estos operarios accionaban la palanca con movimientos cortos y bruscos, permitiendo separar de la misma manera la densa y pesada galena de la roca acompañante. En la fotografí­a coloreada vemos que la criba oscilante de Reforma era bastante grande y provista de tres ejes. Un sistema de poleas y correas moví­an los ejes del mecanismo (en amarillo, incluidos los soportes de las cribas), mientras que un sistema de distribución (azul claro) permitiría llevar el mineral hasta las cribas. Por un mecanismo que desconocemos, el mineral lavado podía ser extraí­do por los laterales de la máquina, donde observamos dos curiosas estructuras (en azul claro). Alrededor, vemos varias espuertas llenas y una montañita de mineral lavado.

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Desgraciadamente no ha quedado resto alguno de ninguna de estas máquinas, lo cual es normal, pues al ser desinstaladas no quedaría absolutamente nada. Sin embargo no pasa lo mismo con los round-buddles. Los round-buddles se utilizaban para lavar el mineral que quedaba todaví­a en el rechazo de las cribas suspendidas. Este rechazo, una especie de lodo, contenía todaví­a partí­culas diminutas de galena. El round-buddle constaba de una superficie cónica con una inclinación muy específica por la que se iba lanzando el lodo con galena. De esta manera, y ayudado por unos cepillos giratorios que ayudaban a distribuir bien la capa de ganga y mineral, la galena, más densa, se quedaba más cerca del vértice del cono que no la roca caliza, que al ser más ligera era arrastrada hacia la periferia. El eje giratorio era accionado, como no, por medio de correas conectadas con el árbol motor principal, como se observa sin muchas dificultades. Observamos una batería de round-buddles en los que se distinque el depósito y canal de distribución (en rosa) donde se depositaban los lodos a lavar y que eran conducidos al vértice del cono de la plataforma (en azul). Un caballete (en amarillo) sujetaba el eje principal que accionaba el eje rotatorio y los cepillos. Vemos claramente como las correas motrices se dirigen hacia unas poleas dispuestas en un costado de los caballetes de cada uno de los round-buddles. La plataforma y la inclinación de la plataforma estaban estudiadas específicamente para poder separar de manera óptima el mineral, de manera que las plataformas tenían que ser de, exactamente, 4 metros.

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De estos round-buddles quedan todavía las plataformas cónicas, como se ve en la imagen, que eran de mortero de cal. Vemos las costillas utilizadas para la construcción de la plataforma, partiendo del vértice de la misma, donde queda el agujero donde se articulaba el eje rotatorio. El diametro es, como no podía ser de otra forma, de 4 metros justos. Finalmente, el rechado procedente de los round buddles, era llevado en vagonetas hacia el vaciadero. El agua utilizado por las máquinas se suministraba por una serie de tuberí­as que se observan también en la fotografía. El agua seguramente procedía del pozo Bomba. Como no abundaba, el agua era reciclado, al igual que se hací­a en el Lavadero Grande. Así­ vemos unas «piscinas», de las que todaví­a quedan algunos restos sobre el terreno, donde se recogí­a el agua que pasaba por las máquinas, para poder ser reutilizado de nuevo.

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En la imagen, balsa de recogida de agua y vía con vagoneta para el material de rechazo. 

En memoria del Lavadero Grande de Bédar

Ya se han cumplido 11 años del derribo del Lavadero Grande de El Pinar, y quería recordar un poco una de las joyas arqueológicas de Bédar que fue, desgraciadamente, arrasada por culpa de la voracidad de la urbanización de El Pinar y ante la inoperancia, o incluso colaboración, del Ayuntamiento de Bédar, que permitió el «patrimonicidio» cometido ese nefasto año de 2004.

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Una de las fotografías tomadas en 2003, poco antes de que arrasaran con todos los restos.

En aquel año, hacía todavía poco que me había interesado por esos restos y por su historia, sin embargo, ya se sabía (todos lo sabían) que se trataba de un lavadero de mineral de plomo muy antiguo y de bastante importancia en la historia de El Pinar (y por ende, en la de Bédar). A parte de eso, poca cosa más, que pertenecieron a la Compañía de Águilas, y que parece ser que estuvo en funcionamiento durante muy pocos años.

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Otras de las fotografías de 2003, se observan las balsas y una curiosa conducción- acequia por medio de un acueducto. No hubo tiempo de estudiar los restos de conducciones internas de agua ni de buscar los emplazamientos de las round-buddles.

Según mi procedimiento habitual de trabajo, primero examino los restos, hago esquemas, fotografío y anoto todo aquello que me parece interesante (aunque no sepa lo que es) y, posteriormente, realizo una investigación documental. Si hay suerte y consigo obtener datos, algo no muy habitual dada la misteriosa desaparición de todo lo que tenga que ver con minería en Bédar, intento interpretar los restos y, habitualmente, suelo hacer otras visitas posteriores para acabar de recabar datos.

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Otra de las fotografías de 2003 mostrando los muros de soprote de la estructura. En estas naves debía estar instalada toda la maquinaria de triturado y lavado.

En este caso, con los restos del lavadero de El Pinar, solo pude hacer un primer reconcimiento inicial en 2003. Es decir, unas primeras fotografías del complejo, que a la larga se convertirían en unas de las pocas que hay. En 2004, armado con mi cámara de fotos,fui de nuevo para ampliar las fotografías de las estructuras. Pero me quedé de piedra cuando vi los restos del lavadero… ya no estaban.

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Esta estructura se encontraba cerca de los restos del lavadero, en los terrenos de la famosa mina «Allá Veremos». Podría haberse tratado de un cargadero, ya que destaca un resbaladero, aunque desconocemos quien lo construyó y para qué. Todo el terreno fue completamente allanado, aunque no sabemos para qué, pues no se construyó nada encima. Quizás solo se trataba de hacer desaparecer cualquier resto que oliese a minero o a antiguo.

Quedaba tan solo parte del horno que estaba instalado al fondo de los lavaderos y las balsas para la recogida del agua de lavado. Hice fotografías de todo, incidiendo sobre todo en las balsas (pues intuía que podría ser la última vez que pudiera verlas) y me fui, bastante desanimado.

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Tras la destrucción del lavadero solo se salvaron las balsas de recogida del agua de lavado. Prometieron que las respetarían, pero incumplieron su palabra.

Lo que pasó a partir de ahí ya lo he contado alguna vez. El tema no quedó tapado, como esperaban que ocurriera. Una asociación ecologista se hizo eco de la barbaridad que cometieron y lo denunció. Cuando la prensa fue al Ayuntamiento para pedir explicaciones, alguien debió ponerse muy nervioso y prometieron que ya no tocarían nada más y que respetarían lo que quedaba de las balsas del lavadero y la antigua fundición Carmen, que era (al parecer) el siguiente objetivo de las excavadoras. Pero como no te puedes fiar de los políticos, está claro que rompieron su palabra y destrozaron las balsas de la fundición, sustituyéndolas… que ironía… por unas piscinas para la horrorosa ampliación de la urbanización que ocuparía los restos del lavadero.

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Otra imagen de las balsas del Lavadero Grande.

Por suerte, parece ser que al salir a la luz los perversos planes de la urbanización, parece que los responsables recibieron una seria advertencia. Si tocaban los restos de la fundición Carmen, tendrían problemas. Y esta vez sí que lo respetaron, pero no se puede decir mucho de otros muchos restos que fueron completamente arrasados sin miramientos.

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La destrucción del complejo fue total, «respetaron» los muros laterales y la parte posterior, al parecer un horno de fundición. Estas partes luego fueron «rehabilitadas» a base de rebozarlas en hormigón. Se perdió mucha información y potenciales restos metálicos que hubieran quedado entre las ruinas.

Lo peor de todo es que, para el caso del Lavadero Grande, si que pude encontrar bastante información (gracias a Lise Hansen, todo hay que decirlo), gracias a las descripciones del ingeniero director, el ingeniero Dietrichson. La importancia y relevancia de este complejo lavadero quedó claramente al descubierto, haciendo todavía más deleznable el acto de los responsables que decidieron o no quisieron impedir su derribo en 2004. Nadie debería poder decidir tan sumariamente y con tan poca sensibilidad y respeto, sobre el patrimonio que es de todos nosotros.

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Parte posterior del complejo tras el derribo de los restos, parece un pequeño horno de fundición acoplado al lavadero. Tiene sentido porque en todas las fotografías antiguas se observa una pequeña galería de condensación que lleva a una chimenea.

Las obras de construcción del Lavadero Grande (pues ese era su nombre), comenzaron en 1871, cuando se excavó un pozo para el abastecimiento de agua en 1871. El Lavadero formaría parte del ambicioso plan de la Compañía de Águilas para explotar los yacimientos de plomo, incluyendo dos lavadero más pequeños (uno de ellos el de Reforma) y todas las construcciones auxiliares necesarias (talleres, viviendas, oficinas, etc.) El plan de explotación de las minas pretendía crear tres canteras o labores a cielo abierto, conectando éstas con los lavaderos por más de 10 kilómetros de vías, por las que llegaron a circular más de 200 vagonetas, empujadas por mulos por los mismos operarios. La principal vía, de 1 km de largo, acababa en un plano inclinado movido por una máquina de vapor, que llevaba el mineral hasta los lavaderos

  100-0021_IMG Vista general en 2004 de lo que queda del Lavadero Grande tras la «intervención»

Las canteras se trabajaban en pisos de 10 metros, y en 1884 se estaba trabajando ya en la tercera planta de una de ellas, teniendo previsto explotar 6 plantas en total. El recuerdo de aquel gran proyecto es la gran Hoya que hoy ya conocen como de Aprovechado.

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Cómo sustituir un resto arqueológico de más de 100 años de antigüedad por una horrorsa urbanización tipo «nicho». Mostramos esta composición en el Congreso Internacional del SEDPGYM de Mieres. Los asistentes no podían creer que hubieran podido hacer esta barbaridad.

El Lavadero Grande estaba provisto de la maquinaria más moderna de la época, fabricada por la Sociedad Humboldt. La planta disponía de modernas quebrantadoras y machacadoras, molinos Herbel y trituradoras de cilindros para preparar el mineral. El lavado se realizaba mediante el sistema de trómeles de separación (tambores de lavado), por el cual el mineral pasaba por un sistema de trómeles cónicos escalonados que iban separando el mineral según el tamaño. El resultado del lavado, una especie de barro con algo de mineral llamado «Schlamm», pasaba a un sistema de lavado por corrientes de agua. Todo el sistema permitía separar trozos de mieneral desde 1,5 hasta 0,5 milímetros.

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Detalle de la urbanización, obsérvese como están rellenando de cemento las balsas de decantación del Lavadero Grande para utilizarlas de cimientos para una piscina. Un concepto muy extraño de lo que significa «preservar».

Aún de lo que sobraba (los lodos), que contenía todavía algo de galena, se trataba con otra serie de maquinaria especializada. De hecho en El Pinar de Bédar se probaron diversos sistemas de lavado de lodos, aunque no todos fueron útiles. Así se podía encontrar cámaras alemanas de precipitación Spitzkasten, round buddles ingleses, cribas francesas, mesas giratorias alemanas Rundheerde y mesas Rittinger de percusión continua. Tal era la variedad de sistemas, que El Pinar era un lugar donde los ingenieros en formación viajaban para ver y analizar los diferentes sistemas existentes de lavado. El Lavadero Grande tenía capacidad para procesar 1.000 toneladas de mineral cada 24 horas, superando la capacidad del lavadero más grande conocido hasta el momento, el de las minas del Harz superior en Alemania. A pesar de todo, y a causa del agotamiento del criadero, no se llegó a procesar más de 260-270 toneladas diarias de mineral, del que se obtenía un producto con un 56% de plomo y 7,4 onzas de plata por tonelada.

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Fotografía clásica de Rodrigo que muestra el Lavadero Grande en funcionamiento. A destacar la chimenea y la galería de condensación, elementos que indican la posible presencia de un horno de fundición anexo al Lavadero.

En las minas y los lavaderos trabajaban unos 900 operarios, incluidos niños y mujeres. Las instalaciones contaban con nueve máquinas de vapor, incluida la máquina sistema Kley para la extracción de agua y cinco más para las estaciones de lavado.

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Restos del Lavadero antes de su destrucción. La cantidad de restos que podrían quedar entre las ruinas podrían haber aclarado muchos aspectos sobre la distribución y funcionamiento de esta excepcional estructura.

A pesar de la impresionante inversión realizada en estas instalaciones, el margen de beneficio era muy escaso, por lo que cuando el precio del mineral de plomo cayó, no pudo seguir funcionando y la Compañía de Águilas tuvo que cerrar y desmantelar las instalaciones. En total, estuvo funcionando entre 1881 y 1884, siendo, en tan corto periodo de tiempo, el lavadero de mineral más grande conocido.

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Lavadero Grande en 1910. Se observa el Lavadero desmontado, con la chimenea en pie. Se sabe que tras desinstalar el lavadero en 1884-1885, se guardó todo el costoso material de lavado por un tiempo. La Compañía recibió de ofertas de compra del mismo, pero no sabemos finalmente qué fue de él. Como curiosidad, a la derecha se ve el cable aéreo Serena-Garrucha, y destacan dos chimeneas más en el Pinar. Una de ellas es la de la fábrica San Jacinto (la que está más a la derecha), la que está en medio podría corresponder a la del misterioso «tercer lavadero» que se instaló en El Pinar (lo que hoy correspondería al Bar El Pinar, cuya piscina aprovecha la antigua balsae la misma) o la chimenea de la máquina de extracción Kley del pozo Bomba, que alcanzaba casi los 200 metros d eprofundidad.

A veces la historia es demasiado «Grande» como para ser borrada y olvidada, por muchos intereses económicos que haya habido por medio. En este caso, sin duda, el interés económico prevaleció sobre el interés de todos los bedarenses, y eso ha supuesto la pérdida de algo que podría haber sido un potencial atractivo turístico más para el pueblo. Sea como fuere, unos pocos no pueden destrozar lo que no es suyo. No me cansaré de recordárselo. Ellos ya saben a quién me refiero.

Los rumbos de Reforma

Una de las tareas que tenía pendiente, dejando a parte el importante tema de la estancia de los estudiantes de la Université de Lorraine, era el de la confirmación definitiva de la existencia de vestigios de los viejos rumbos del lavadero «pequeño» de Reforma.

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Como ya he comentado en otras ocasiones, se trataba de sistema de lavado de los lodos resultantes de diferentes procesos previos de selección y separación por gravedad del mineral de plomo. En los rumbos, se recuperaban hasta las partículas más minúsculas de galena, haciendo deslizar los lodos por unas plataformas ligeramente inclinadas, mientras unas escombrillas giraban continuamente distribuyendo uniformemente el lodo.

Hace ya aproximadamente un mes que publiqué unas fotografías de lo que suponía eran los restos de uno de estos antiguos rumbos del Pinar de Bédar, para gran sorpresa mía, pues no pensaba que quedaría nada de un lavadero de mineral que estuvo funcionando entre 1882 y 1884.

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Pero como en otras ocasiones, el Pinar ha resultado ser una caja de sorpresas, y no sólo había conservado «fragmentos» de un rumbo, lo que pude encontrar, ni más ni menos, es con una plataforma casi completa de uno de estos rumbos.

El círculo, apenas distinguible del entorno por que no crecía hierba encima, tenía el diámetro justo (4 metros) y estaba ubicado en el lugar preciso donde yo creía haber ubicado los restos del viejo lavadero. Pero faltaba la confirmación definitiva, que solo tendría tras excavar en el interior del círculo y descubrir si quedaba algo de la superfície original, en el caso que fuera un rumbo, y poder saber también de qué estaba hecha (cerámica, piedras plantas, etc.)

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La sorpresa fue mayúscula cuando encontré una superfície de mortero de cal de superfície enlucida, con una ligera inclinación, formando una característica superficie cónica de un rumbo. Me conformé con excavar una sección triangular del rumbo, aunque de buena gana lo hubiera limpiado todo sólo por ver «resurgir» de nuevo el antiguo artefacto. Pero eso quizás lo dejaré para más adelante.

La zona del eje faltaba, como era de esperar, desaparecida cuando desmantelaron el aparato, pero no pude por menos de observar como quedaban al descubierto dos «costillas» que revelan la forma de construcción de la superfície. En efecto, ya había visto otra vez cómo se construían superfícies de cemento para patios, ligeramente cónicas para encauzar el agua de la lluvia hacia los desagües. Primero se construyen varias costillas bien niveladas con la forma deseada, y luego se rellenan los espacios entre costillas.

El radio de la plataforma, de 2 metros y el borde exterior del rumbo, de unos 18 cm. conforman la plataforma cónica por la que se hacía deslizar el mineral.

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Estos rumbos, que podríamos llamar «avanzados» contrastan notablemente con otros rumbo, de los artesanales que he dado en llamar «tipo Bédar». Como para que se vea la diferencia, hay uno de ellos muy cerca del que acabo de describir.

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Nótense las diferencias. La primera y evidente es la del tamaño, 4 metros el más antiguo y 2 metros el «artesanal», uno de los más completos que se puede encontrar en la sierra del Pinar. Está construida a base de piedras planas o «lajas», que se pueden encontrar fácilmente en la zona.

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Tampoco se ve ningún tipo de estructura o perforación en el centro para la inserción de un eje para las escombrillas, si es que disponía de ellas. Quizás disponía de otro dispositivo para depositar los lodos sobre la plataforma.

La misma plataforma, francamente plana, está formada por piedras planas, simplemente encajadas, sin ningún mortero y sobre una capa de grava compacta, como se puede ver en las fotografías. Es posible que fuera, a su vez, el soporte de la verdadera plataforma de lavado, aunque no quedan restos que nos indiquen nada al respecto. Tampoco los restos metálicos que se pueden encontrar cerca ayudan mucho, pues se trata principalmente de pequeños clavos y otras piezas de hierro.

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Como casi siempre, más preguntas que respuestas. Es, sin embargo, muy curioso e inusual, encontrar restos de rumbos tan antiguos en tan buen estado. No voy a insistir de nuevo en el tema del «patrimonio desaprovechado» de Bédar, pero me gustaría saber si se conocen ejemplos de restos de rumbos que se conserven tan bien como los de éste rumbo de finales del XIX. Salvando los rumbos descritos en Almagrera por Antonio González, no conozco más ejemplos.