Hace poco nos hicimos eco de los trabajos arqueológicos que se llevan a cabo en el cerro del Espíritu Santo, en Vera, promovidos por su ayuntamiento. Pero no son los únicos, trabajos similares se llevan también a cabo en Mojácar y Antas, y un poco más lejos en Huércal-Overa y Macael. Parece que la comarca se despierta tras muchos años ignorando su patrimonio y que empieza a darse cuenta de su potencial turístico, con campañas de excavación, exposiciones e incluso museos, que van a dinamizar y diversificar la oferta turística.

No nos hacemos ilusiones con respecto a Bédar. Aunque no tenemos nada que envidiar al resto en cuanto a patrimonio arqueológico, es un pueblo demasiado pequeño para proyectos tan ambiciosos. A pesar de todo, sí que creemos que hay actuaciones que podrían llevarse a cabo si hubiera voluntad política y apoyo de los vecinos, es por eso que iniciamos un pequeño recorrido por nuestras joyas patrimoniales más prominentes y, cómo no, empezamos por nuestro castillico de los moros.
Bédar y Serena formaron parte de la frontera del reino de Granada durante los siglos XIV y XV. Fue durante el reinado del rey de Granada, Muhammad V que se construyeron y repararon la mayor parte de las fortalezas de la frontera. Cada núcleo de población, por pequeño que fuese, debía disponer por lo menos de una torre de refugio para la población. Una serie de atalayas vigilaban la posible llegada de tropas enemigas. Sin duda fueron tiempos difíciles, los ataques cristianos se cebaban especialmente sobre las poblaciones de la frontera. Se sabe que en 1436 las tropas murcianas ocuparon varias plazas nazaritas, entre ellas Bédar. Pero no Serena. Bédar fue recuperada por las tropas nazaritas entre 1446 y 1447, bajo el reinado de Muhammad X «El Cojo».
El de Bédar es un castillo roquero, un Hisn, según Leví Provençal, o castillos ubicados en lugares elevados con accesos difíciles. Este castillo se remonta más allá de la época nazarita, desconociéndose cuándo se construyó, aunque los restos allí documentados nos hacen pensar que puede ser mucho más antiguo de lo que se podría suponer. Hace ya unos años, un arquitecto técnico de la Universidad de Granada, Mariano Martín García, tuvo a bien visitar este castillo, cuyo resultado fue la descripción que realiza de estas ruinas en su artículo «Notas para el estudio de la arquitectura militar en la zona de la Axarquía almeriense (siglos VIII al XVIII)(2)» aparecido en la revista Axarquía n º 3 del verano de 1998, pp. 67-68. En este interesante artículo, además de una pormenorizada descripción, el autor nos refiere la dificultad de acceso y el estado de abandono en que se encuentran las ruinas, algo que, desgraciadamente, no ha cambiado en 2025.
El aljibe del Castillo de Bédar es rectangular con unas dimensiones aproximadas de 3,5 x 2 m. y al parecer estaba cubierto con una bóveda de mampostería (piedra sin labrar unida con mortero de cal), sus paredes de hormigón de cal evitaba que se filtrara el agua. La parte de la meseta situada al norte-noroeste está repleta de abundantes restos de muros de mampostería en hiladas, vestigios de edificaciones, pero es en la parte sur-suroeste donde se pueden observar todavía algunos muros que se mantienen en pie, así como también algún fragmento de muro en la entrada por el este, los restos de las torres que defendían el acceso.
Finalmente, Vera capituló en 1488 ante el rey don Fernando, y tras Vera hicieron lo mismo todas las villas y alquerías de la zona. El Macarche, por Bédar y Almaf Canif por Serena, se entregaron al rey Don Fernando. Tras la conquista, las fortalezas de Bédar y Serena fueron derribadas para evitar que fueran utilizadas en caso de sublevación de la población mudéjar. Ahí acaba la historia conocida de estas fortalezas: el castillo de Bédar no fue tomado ni destruido al asalto, fue, simplemente, derribado.
Hoy no existe ningún acceso, por lo que llegar hasta él supone un empinado ascenso campo a través. En su cima aún se ven algunos lienzos de la muralla y el aljibe, además de poder disfrutar de una vista espectacular de todo el golfo de Vera. La creación de una ruta segura, así como la segurización del acceso y del propio castillo, podrían ser acciones realizables y que supondrían un incremento de la oferta turística.
Nunca se ha realizado un estudio arqueológico en este castillo, al menos que nos conste. Los hallazgos ocasionales documentados que sabemos con seguridad que proceden de este castillo son pocos, pero muy significativos. Se conoce también el hallazgo de tres monedas de época musulmana procedentes del castillico: un felus de cobre nesjí sin ceca, un dirhem anónimo almohade con ceca de Málaga y un octavo de dirham nazarí con ceca de Granada que se guardan en colecciones privadas, aunque solo hemos podido documentar una:
Pequeñas pinzas dentadas utilizadas para pequeñas intervenciones en la piel.
Un octavo de dirhem nazarí (9 x 8,5 mm y 0,2 g de peso) con ceca de Granada. Es el único hallazgo monetario de época hispanomusulmana procedente de este castillo que hemos podido documentar.
Amuleto monetiforme realizado a molde en plomo, en relieve y por ambas caras. En una de sus caras se aprecia una inscripción, la sura CXII del Corán, un resumen del credo islámico en el que se hace mención a la unicidad de Dios, una fórmula muy utilizada también en monedas y en la arquitectura. Vendría a decir: «Di: Él es Dios Único, Dios Eterno, no engendró ni fue engendrado, y no hay otro semejante a Él». Por el otro costado presenta una estrella de seis puntas, una hexalfa o sello de Salomón. Se utiliza para protegerse del mal de ojo, sobre todo si está rodeada por un círculo. Este tipo de amuleto se suele datar en función del tipo de escritura cúfica utilizad, por lo que podría corresponderse al siglo XI, y en todo caso, anterior a la época de la que datan la mayoría de restos conocidos hasta ahora de este castillo. las fotografías de este amuleto se expusieron en la exposición «La protección contra el mal en la historia» que se llevó a cabo en el castillo de Chipiona en 2019, tal y como se aprecia en la fotografía inferior:
Fragmento de cerámica al manganeso del castilllo de Bédar, probablemente de origen nazarí. Está pintado y delimitado por gruesas líneas, se aprecia parte de, probablemente, la palabra «AL-GHIBTA», o lo que es lo mismo «la dicha».
Ponderal de plomo, con las siguientes medidas y peso: 14,98 gramos de peso, 21-23 mm de diámetro y un grosor de unos 3-4 mm. El estudio de los ponderales ligados al mundo ibérico parece indicar un sistema predominantemente basado en la dracma griega, de 8,6 gr. en el siglo IV a. C; otro en una unidad de 7,2 gr. durante el s. III a. C, y una época final en la que se basaría en los 7 gr. o incluso menores. El ponderal del castillo de Bédar, de casi 15 gramos de peso, correspondería perfectamente a un múltiplo de las unidades que se mencionan, lo que deja un interrogante sobre el origen de este yacimiento.
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