En vísperas de la previsible votación de las municipales el domingo,voy a retomar un poco la costumbre de hablar de pequeñas minas olvidadas en Bédar.
Con tanto hablar de los ingleses de Bédar, me ha venido a la cabeza la poco conocida «sociedad minera inglesa» de Bédar, de la cual escuché hablar por primera vez al hijo del practicante facultativo que trabajaba en el hospital del Pinar de Bédar. Por eso, en este post voy a hablar de un pequeño grupo de minas que fueron explotadas por la compañía minera que se conoció siplemente como… «la inglesa».

Una de las pocas acciones conocidas de la Garrucha Iron Mining Company Limited, que explotó algunas minas de mineral de hierro en la sierra de Bédar.
Los «ingleses» coexistieron durante unos pocos años junto a los «franceses» (La Compañía de Águilas) y a los «vizcaínos» (Minas de Bédar Chávarri). A pesar de que la compañía era inglesa, contaba con un importante grupo de accionistas vascos. Se puede considerar que la empresa fue un absoluto fracaso. A pesar contar con un capital inicial ipomrtante, los esfuerzos no se vieron coronados por el éxito. ¿Qué es lo que pasó? ¿No estimaron bien las reservas de mineral?

Vista del cargadero de Cuatro Amigos.
Desde 1895, una sociedad minera poco conocida, la Sociedad Vizcaína de Bédar, se hizo con una serie de concesiones mineras en Bédar. ESta sociedad nunca tuvo la intención de explotar esas minas, su negocio era el sacarles beneficios vendiéndolas o arrendándolas. La oportunidad llegó en 1901, cuando se formó la sociedad llamada «The Garrucha Iron Mining Company Ltd», con la pretensión de explotar una serie de minas de hierros ubicadas en el paraje conocido como El Curato.

Lo que hoy se conoce como «Cortijada de las Minas» no es más que las ruinas de las oficinas de la Garrucha Iron Mining en el Curato. En esto han acabado las lujosas dependencias construidas para los directivos de la compañía.
De esta manera, minas que la Sociedad Vizcaína había adquirido a bajo precio, pudo venderlas a la nueva sociedad minera. Así adquirieron las concesiones de «San Joaquín», «El Borracho» y «Mi compadre Frasquito» a 5.000 pesetas por mina, que posteriormente vendieron por 10.200 pesetas (cada una) a la Iron Mining. Especulación pura y dura.

Las labores consistieron en costosas labores de exploración para conocer las masas de mineral y su dirección. Algunas de las que se pueden observar dejan serias dudas de su utilidad.
El ingeniero director de la nueva compañía no tardó en llegar a Bédar, Juan Gardner, empezando a realizarse labores de investigación en las concesiones de «Cuatro Amigos», «Mi Bernardo» y «San Joaquín», las minas principales del grupo. Para transportar el mineral, se decidió la construcción de un cable aéreo que, desde «Cuatro Amigos» conectara con «Tres Amigos», para poder transportar el mineral hasta Garrucha con el ferrocarril de los Chávarri.

Esta enorme rafa, de 300 metros y en su mayor parte en estéril, es una de las obras faraónicas que se pueden observar en «Cuatro Amigos». Es difícil imaginar cual es exactamente el objeto de excavar aquí esta enorme zanja. ¿Una trinchera para algún sistema de transporte que no se llegó a completar?
Se puede decir que no ahorraron en gastos. La construcción de las oficinas, importantes trabajos de investigación y la instalación del cable aéreo supusieron una importante inversión. Además, la nueva compañía inglesa tenía fama de tratar bien al personal. En vez de pagar a los quince o veinte días de cumplidos los meses (como era la costumbre), los «ingleses» hacían los pagos el primer día de cada mes. El presidente de la compañía era S.Dobrée, mientras que de la Dirección administrativa se encargó el accionista Hollaud Poter.

Enormes escombreras de mineral de hierro rodean las instalaciones de la mina.
Los inicios fueron esperanzadores. En 1902 se empezaron a cargar los primeros vapores en Garrucha con mineral procedente de El Curato. Así se registra la salida del vapor Vera, con 2.300 toneladas de mineral de hierro rumbo a Stokton, y el Fornsaid, con 1.900 toneladas con destino a Garston.
Pero no fue más que un espejismo. Desde junio de 1902 se había encargado de la explotación de las minas al ingeniero Cristóbal Goldsurthy, y ya en septiembre se comenta que «la empresa tropieza con dificultades por la falta de reconocimientos en sus minas». Es decir, no había tanto mineral como en un principio se pensaba… pero eso no es lo que decían los informes previos sobre las reservas de mineral.

Las instalaciones del cargadero de cable de «Cuatro Amigos» estaban construidas en buena mampostería, al estilo de la arquitectura minera de Bédar.
Los accionistas vascos de la sociedad, preocupados sobre todo por la mala gestión inglesa, comisionaron a Emilio Olano y Santiago Meave para que viajaran a Inglaterra. Se pretendía trasladar la dirección de la compañía de Londres a Bilbao.

Es difícil hoy en día encontrar documentación sobre estas minas y la Iron Mining. Hay pocos planos de concesiones que nos muestren las concesiones de «Cuatro Amigos», «San Joaquín» y «Mi compadre Frasquito». Éste plano es uno de ellos, muestra las concesiones tal y como estaban distribuidas a principios del siglo XX. Se sabe que se hicieron también numerosas fotografías, que estaban en poder de Dobree,
Inicialmente pareció que las gestiones de los comisionados fueron positivas: se comunicó que se consiguió liquidez suficiente como para pagar los créditos pendientes y levantar los embargos que pesaban sobre los materiales y las minas. Se esperaba así reiniciar pronto los trabajos de las minas «Cuatro Amigos» y «Mi Bernardo».
Pero esta noticia también fue una ilusión. El 2 de octubre de 1903 se editó el anuncio oficial de la entrada en liquidación de la Garrucha Iron Mining. Aún así, corrió la noticia que se estaba intentando ceder las minas a otras sociedad minera; incluso se comentaba que el consejo de administración contaba con una suma de diez mil libras esterlinas para poder reactivar las minas. Pero como ya imaginaréis a estas alturas, nada de eso ocurrió.

La concesión más importante, la de «Cuatro Amigos», se encuentra muy cerca de la cortijada de Centinares (en la fotografía). Cerca de Centinares se pueden encontrar varios registros mineros que pertenencen también a esta mina.
El motivo principal del fracaso de esta compañía fue, tal y como expuso en sus trabajos el ingeniero José Prats y García-Olalla, que los propietarios iniciaron las labores con tanta generosidad, que en pocos años acabaron con todo el capital social. De ahí que en 1904 el personal solo se limitase a varios guardas (Soler, Gallardo y Ramón Meca) que vigilaban las herramientas y el material que quedaba, y un solo capataz, un tal Rodriguez. Parece que todo el material fue vendido para pagar las deudas que dejó la sociedad.