Documentos para la historia de Bédar (3): vestigios documentales de la Oficina del antiguo poblado minero de El Pinar

En el poblado minero de El Pinar de Bédar se encontraban las oficinas y casas-dirección de la Compañía de Águilas, la Sociedad para la explotación de las minas de hierro de Bédar y la Unión Bedareña. Durante su larga existencia (1875-1940), llegaron a acumularse en oficinas y almacenes grandes cantidades de documentación, incluidos libros, catálogos, planos… Aparentemente todo se había perdido, salvo contados documentos milagrosamente conservados, aunque a veces la insistencia da sus frutos y encontramos algunas cosas interesantes. Veamos algunas.

Aquí tenemos un copiador de una factura emitida el 22 de mayo de 1938 por parte de la Unión Bedareña, firmada por quien en esos momentos estaba al cargo de las instalaciones: el ingeniero Ismael Fernández. Se trata de la venta a Amador Requena y Félix Rosa de una serie de objetos que, claramente, provienen del laboratorio y hospital minero instalados en El Pinar, sin duda destinados al hospital militar de Vera, ya que nos encontramos en plena guerra civil.

Tenemos que destacar los efectos vendidos del «Servicio Accidentes», que nos deja echar un vistazo al material con el que se contaba para los accidentes de los mineros. Así nos encontramos con pastillas de malvavisco, una planta medicinal conocida por sus efectos contra la inflamación y la tos. También contaban con quinina y vaselina. Se incluyen algunos utensilios como bombonas de esterilización y una damajuana. Otro elemento interesante son las bañeras de cristal para ojos, pequeñas copas de cristal adaptables a los ojos y que servían para dar baños para tratar ojos secos e irritados.

Otro elemento interesante es un tomo de la Estadística de Obras Públicas de 1895 y 1896. Curiosamente, alguien escribió a lápiz en su portada lo siguiente «recuperado de la carbonera de la Máquina del Desagüe», lo que indica claramente que, por algún motivo, acabó en la carbonera de la estación de desagüe principal del El Pinar, que contaba con una máquina Klein con balancín, y que algún empleado de la compañía minera recogió y devolvió a las oficinas. No cabe duda de que se trata de uno de los libros de la biblioteca que la Compañía de Águilas poseía en su oficina, porque en su interior se aprecia claramente el sello y fecha de la misma: «Compañía de Águilas. 27 Jun. 1898, Bédar».

Y acabamos con un documento no menos curioso, que da una idea de los interesantes volúmenes de los que debía estar provista la biblioteca de la Compañía de Águilas. En este caso es un precioso tomo de de las instalaciones mecánicas de la Exposición Universal de París de 1900, con interesantes ilustraciones. El sello no deja lugar a dudas de la procedencia de este bonito volumen.

La Sociedad de Explotación de las minas de Bédar en Segangan (Marruecos)

Se cree que tras la parada de la actividad en las minas de Bédar en 1923, las explotaciones fueron abandonadas. La tradición oral cuenta que las minas fueron, simplemente, abandonadas por sus explotadores, dejando todo el material allí, hasta que fue vendido o rapiñado por buscadores de hierros.

Mucho se difundieron estos rumores, sin duda favorecidos por el resentimiento que quedó en la población tras la parada de la actividad minera, imponiéndose un olvido de los hechos realmente acaecidos en toda esta época, una auténtica dammatio memoriae que casi tiene éxito. Pero la historia esta vez ha sido tozuda y hoy empieza a salir a la luz.

Aunque la actividad en las minas de Bédar se paralizó en 1923, a causa del estado del mercado de mineral de hierro, la compañía minera, la Unión Bedareña, había realizado tal inversión en el coto minero que durante muchos años realizó un mantenimiento de las instalaciones y minas, siempre con el objetivo de reabrirlas cuando el mercado volviese a ser favorable, hasta que finalmente el estallido de la guerra civil española vino a acabar con toda esperanza.

Mientras tanto, las empresas explotadoras bedarenses no perdieron oportunidad de invertir en otros cotos mineros, como es la conocida explotación del coto minero de Mazarrón, la explotación de minas en sierra de Gata, continuar explotando las minas de El Pinar por medio de partidarios, los proyectos de explotación de las minas de hierro del Chive o la participación en el proyecto del Consorcio de Almagrera.

Uno de los proyectos más desconocidos son los trabajos realizados en las minas del Protectorado español de Marruecos entre 1927 y 1929, donde varios equipos de mineros de Bédar fueron destinados para la exploración de varias concesiones que la Sociedad de Explotación de Hierros de Bédar habían adquirido allí para aprovechar los medios de transporte que ya se habían instalado, como el ferrocarril de la La Compañía Española de Minas del Rif (CEMR). En este proyecto tuvo mucho que ver un bedarense que trabajaba en la Compañía Española de las Minas del  Rif: Leif Preus, hijo de uno de los directores de origen noruego que estuvo dirigiendo durante un tiempo las minas de la Compañía de Águilas.

Esta historia será contada de nuevo gracias a los últimos descubrimientos documentales, pero para ir haciendo boca, presentamos algunos de los documentos recuperados.

La vía Vulcano: una visita a lo más espectacular de la ruta minera de Bédar

Uno de los trazados más impresionantes de la ruta de la minería de Bédar es sin duda la Vía Vulcano. Esta antigua vía minera conecta el cargadero de San Manuel con el trayecto correspondiente a la vía Esperanza. El estrecho sendero discurre a cierta altura del barranco de Los Lobos, con algunas zonas bastante vertiginosas, atravesando también tres pequeños túneles.

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Las tolvas de Vulcano.

Lo abrupto de la sierra de Bédar dio más de un dolor de cabeza a los ingenieros que debían diseñar los transportes hasta las respectivas estaciones de carga. Una maraña de vías mineras, cables aéreos secundarios y planos inclinados aseguraban que todo el mineral de las minas que la Compañía de Águilas poseía en Serena, llegara al cargadero de San Manuel.

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Una de las tolvas conserva todavía las compuertas metálicas, en la que se pueden apreciar los restos del ultimo cargamento de mineral.

En el punto de conexión entre las diferentes vías (San Marcial, Esperanza y Vulcano) es donde se construyó más adelante, en una fecha que no conocemos, las famosas «tolvas de Vulcano». Estas tolvas aprovechan perfectamente la pendiente rocosa de la ladera del barranco y el desnivel entre la vía Esperanza y la de Vulcano. La mayor, con más de 30 metros de diámetro en su parte Superior, dispone de tres compuertas de carga, la más pequeña solo dos.

Su utilidad era la de poder almacenar el mineral y poder darle salida cuando los barcos de carga llegaban a Garrucha. Aunque sin datos que puedan comprobarlo, la hipótesis más factible es que se construyeron cuando el avance de las labores subterráneas procedentes del Hoyo Júpiter habían avanzado tanto que el coste de llevar el mineral por el camino habitual (por medio de la galería número 4 y el Plano Grande) resultaba demasiado costoso.

Los ingenieros deberion percatarse de la posibilidad de prolongar una de las galerías hasta conectar con la Vía Vulcano, la pendiente era favorable y resultaría muy cómodo y económico dar salida a toda esa parte de la mina. Esta nueva bocamina, de nombre socavón San Pablo o más conocida como el socavón de Los Lobos, se hizo efectiva en una época indeterminada, seguramente a principios del siglo XX. La Vía Vulcano se convertía así en el eje de transporte principal. Ya sin uso el pozo Y ni la vía de San Marcial, la vía Vulcano era la continuación de la Vía Esperanza.

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Interesantísimo fragmento de plano de finales del siglo XIX que muestra el origen de la Vía Vulcano antes de la construcción de las tolvas. El pozo «Y», representado por un rectángulo dividido, se conecta con la vía por medio de una galería. Un desdoblamiento de la vía al principio de la misma facilitaría el cruce de las vagonetas que llegaban vacías con las que partían llenas. Un pequeño ramal conectaba con el barranco de los Lobos, cuyo lecho a esa altura está muy próximo a la vía. Los barrancos fueron las primeras vías de transporte por excelencia, por lo que seguramente ese pequeño ramal facilitaba el ascenso hacia la Vía Vulcano del mineral procedente de las pequeñas canteras que existen a lo largo del barranco y, especialmente, la conocida por los mineros como «roza del tío Pepe». El plano nos muestra como llegan también la Vía Esperanza y la Vía San Marcial. Otra vía, la de San Alfonso, discurría a un nivel Superior, de la que desconocemos tanto su procedencia como su final.

Cuando la empresa minera Hierros de Garrucha volvió a abrir las minas en 1952, retomó los mismos sistemas de transporte que anteriormente se habían diseñado. El ingeniero Alfredo Dorn y el facultativo de minas Ovidio Fernández aportaron los planos y datos necesarios para poder retomar la explotación en el punto en el que se dejó más de veinte años atrás. Se rehabilitó el viejo Plano Grande, pero también la vía Vulcano, el socavón de San Pablo y como no, las tolvas de Vulcano.

El uso de estas tolvas-reguladoras quedaba más que justificado. El mineral procedente de la mina Esperanza podía descender a la vía Vulcano por medio de un plano inclinado o bien almacenarse en las tolvas, si es que era preciso por no haber en ese momento barcos de transporte en la rada de Garrucha. Una iniciadas las tareas de carga en el puerto, este mineral podía ser trasladado rápidamente hasta el cable aéreo cuyo cargadero Hierros de Garrucha instaló en el mismo sitio en el que se encontraba el antiguo.

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Dos vistas de la Vía Vulcano en su vertiginoso trayecto junto al barranco de Los Lobos. Esta es una de las secciones más pintorescas del recorrido por la ruta de las minas.

En el tiempo de las antiguas minas, las vagonetas de mineral se transportaban por la Vía Vulcano tiradas por mulas, esto es, se trataba de un «ferrocarril de sangre», y en los últimos años utilizaron una pequeña locomotora diésel de 6 HP capaz de arrastrar 8 vagonetas. Hierros de Garrucha decidió adquirir pequeños tractores diésel fabricados por Batignolles-Châtillon, modelo M 4115 BE. Estas pequeñas máquinas de 2,8 toneladas llegaron a Bédar en 1955, y resultaron perfectas para las pequeñas vías de montaña en las que quería usarse.

Diseñada para mulas arrastrando una o dos vagonetas, la Vía Vulcano es bastante estrecha. A pesar de que las tractoras M 4115 BE eran de pequeño tamaño, podían arrastrar bastantes vagonetas cargadas. Tal y como nos comentaba el caballista de Hierros de Garrucha Antonio Imbernón (QEPD), ver la pequeña locomotora arrastrando tal cantidad de vagonetas por la estrecha senda al lado del barranco era algo que no dejaba de impresionar. Ocurría muchas veces que las vagonetas traseras descarrilaban y caían al barranco, pero siempre los maquinistas eran lo bastante hábiles con sus pequeños artefactos para poder subirlas de nuevo a la vía. A pesar de lo peligroso del trayecto, no hubo desgracias que lamentar en la Vía Vulcano (no fue así en el Plano Grande).

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En la imagen superior observamos una ilustración representando a la pequeña locomotora diésel que podía arrastrar hasta 8 vagonetas Decauville por la vía Vulcano y que fue adquirida por la Unión Bedareña. Abajo tenemos una ilustración de una composición ante las tolvas de Vulcano a punto de ser arrastradas por una de las locomotoras adquirida por Hierros de Garrucha. Las pequeñas tractoras M4115 BE permitían transportar de manera rápida y eficaz gran cantidad de vagonetas. El maquinista debía ir con cuidado por la Vía Vulcano. Debía además mirar con frecuencia por los laterales para comprobar la buena marcha, ya que el compartimento motor quitaba bastante visibilidad frontal. Sin embargo los maquinistas adquirieron gran pericia en el uso de estas pequeñas locomotoras, incluso la usaban para desbloquear el Plano Grande cuando alguna vagoneta se quedaba atascada, con el riesgo que conllevaba subir por la gran pendiente de este plano. En la reconstrucción, una de estas tractoras en las operaciones de carga en las tolvas de Vulcano.

Desgraciadamente, hay muchos errores en lo que se cuenta sobre la ruta. Entre algunos de los que hemos visto es que todo este sistema de vías y tolvas fue diseñado por «los ingleses» o que el Hoyo Júpiter fue formado por filtraciones. A pesar de que sí había ingleses (la The Serena Iron Mining o Clifton G. Pecket), la mayor parte del patrimonio preservado tiene como origen a los ingenieros de la empresa francesa la Compañía y de Águilas y la bilbaína Chávarri, Lecoq y Cía. El Hoyo Júpiter debe su existencia única y exclusivamente a la minería: donde antes había una colina de hierro ahora hay un enorme Hoyo, y tengan mucho cuidado con acercarse mucho al borde del mirador, sobretodo si van con animales o niños, porque no hay protecciones. Hay muy pocos guías formados en la historia minera de Bédar que conozcan bien esta ruta, pero aún sin contar con nadie que la conozca, la visita merece la pena.

La desconocida (hasta ahora) tolva de Tres Amigos del ferrocarril Bédar-Garrucha: las últimas novedades

Hoy volvemos para dar a conocer el avance de la investigación y las últimas novedades concerniente a la historia minera de Bédar-Los Gallardos y en especial al icónico paraje conocido como los Tres Amigos, antigua estación de partida del ferrocarril Bédar-Garrucha (o Mojácar, para que no se enfade nadie).

Revisando lo realizado hasta ahora, no podemos menos que asombrarnos del hecho que se conozca mucho mejor el periodo entre 1850 hasta 1910 que el transcurrido entre esta última fecha y el cese total de la minería del hierro, hacia 1942. Los motivos de este agujero negro o periodo olvidado son muy variados, entre otros la falta de interés de casi todos los investigadores históricos en los periodos más recientes (como si el hecho de que no ocurriera en el siglo XIX lo hiciera menos interesante), la frustrante ausencia de documentación sobre la época y la concienzuda y sistemática destrucción de todo resto minero que sufrió la zona, especialmente desde 1990 hasta que la crisis del ladrillo puso fin a las proyectos mega-urbanísticos más megalómanos que realistas.

Interior de la tolva-depósito. Fue construida con la mezcla de cemento Portland y arena especificada por el ingeniero bedarense Francisco Nieto.

Observamos con cierta esperanza los esfuerzos por parte de algunos municipios por poner en valor su patrimonio minero y geológico, espoleados en gran parte por el tirón del gran éxito publicitario y económico que está cosechando la Geoda Gigante de Pulpí y por sus ambiciosos proyectos de poner en valor sus minas y patrimonio. Cuevas del Almanzora parece que empieza a tomar en serio el potencial de su enorme patrimonio minero y metalúrgico, aunque les queda mucho por hacer. Vera, por su parte, ha pasado de negar todo resto minero en su territorio a reconocer que cuenta con algunos de los restos metalúrgicos más impresionantes del levante y con su propio coto minero, por no hablar del hecho que fue el centro administrativo y formador de la minería levantina… ya solo falta que, además de saberlo, lo pongan en valor. Garrucha también parece despertar del letargo, aunque los problemas económicos por los que atraviesa dificultan toda iniciativa. En cuanto a Bédar… ¿qué vamos a contar de Bédar que no hayamos dicho ya? Es de destacar los esfuerzos por poner en valor la mina Mulata pero hoy en día existen impedimentos burocráticos (maldita burocracia) que impiden su avance. Esperemos que se solucionen pronto.

Afortunadamente, la investigación avanza satisfactoriamente y de la que ya hemos dado cuenta en lo que respecta al patrimonio metalúrgico, que analizamos y pusimos al día con el catálogo de fundiciones publicado recientemente.

Y vamos a por las novedades. De todos en Bédar y de sus visitantes es conocida la tolva de carga-regulación de Tres Amigos, antigua estación de partida del ferrocarril de Bédar y también punto de inicio de la ruta minera de Bédar. Raro es el día que no se vea coches e incluso autobuses en el aparcamiento junto la tolva. El edificio está asombrosamente bien conservado, con sus tolvas superiores y su doble sistema de carga, con un túnel interior y compuertas en su parte externa, del que hemos hablado en numerosas ocasiones.

Representación artística del aspecto de la tolva de Tres Amigos en su configuración inicial, antes de 1920.

Se daba por hecho de que tal configuración de la tolva era la original concebida por los ingenieros de la Chávarri, Lecoq y Compañía en 1896. No había motivos para pensar otra cosa, dada la calidad del resto de los faraónicos trabajos de obra de la línea del ferrocarril. Pero la documentación recuperada y que estamos analizando en estos momentos, que viene a cubrir el «periodo olvidado» entre 1910 y 1942, y entre otra muchas sorpresas y novedades, nos ha hecho comprender que, en realidad, lo desconocíamos casi todo referente a esta icónica tolva de Bédar. Aunque lo trataremos todo con la profundidad y el rigor documental que solemos exigirnos, vamos a avanzar algunos datos sorprendentes y totalmente desconocidos sobre este importante elemento patrimonial.

Hasta el momento, no se conocía ninguna fotografía histórica de esta tolva, y cuando finalmente y tras muchos años de esfuerzos conseguimos una, que data de 1903, resulta que nada era como lo pensábamos. Ya entraremos en lo que respecta a la tolva-embudo y el cargadero de Cuatro Amigos, pero casi no creíamos lo que veíamos. O más bien lo que no veíamos: nuestra icónica tolva, simplemente, no estaba. En su lugar solo había una simple trinchera delimitada por dos muros, con algunos contrafuertes, que se ubicaba en la parte inferior de una rampa-tolva, aprovechando la pendiente del cerro. La configuración es asombrosamente sencilla, sin compuertas que podamos apreciar ni muros que actúen como depósito. Adjuntamos unos esquemas sencillos que muestran las diferencias:

Configuración inicial de la tolva de Tres Amigos. Se trataba de una simple trinchera en la que se cargaban los vagones aprovechando la pendiente del cerro.
Ampliación de la tolva de Tres Amigos en 1920-1921. La instalación de una tolva en su parte superior y un doble sistema de carga en los vagones buscaba una mayor capacidad de almacenamiento y rapidez en la carga.

La pregunta lógica era ¿cuándo se construyó la icónica tolva-depósito que actualmente conocemos? Afortunadamente, no tardamos mucho en encontrar la respuesta, gracias a la documentación recuperada de la Compañía de Águilas y la Unión Bedareña.

Aunque se cree que, prácticamente, la actividad minera en Bédar tras la Primera Guerra Mundial fue poco importante y que no duró mucho, La documentación recuperada nos habla de una importantísima inversión tras la fusión de las compañías mineras existentes y la creación de la Unión Bedareña. Durante el conflicto se habían realizado las obras de mantenimiento necesarias para las minas y la vía férrea y se creyó necesario modernizar y actualizar el sistema de transporte, en especial desmantelar parte del cable aéreo, de menor capacidad, y redirigir el mineral de todas las minas hacia el ferrocarril. Estas obras comportaron la construcción de la monumental tolva de la trinchera Villalta, conexión entre lo que quedaba de cable para el mineral de Serena, la instalación de un plano inclinado y unas tolvas de carga al ferrocarril para la mina Pobreza (antes conectada por un cable aéreo), la adquisición de una pequeña locomotora-tractora diésel de la marca Austro-Daimler de 6 HP para la vía Vulcano y el transporte por el ramal de Santa Catalina, relevando así las tareas de una de las locomotoras gemelas de vapor, la «Angelita».

Escalera de servicio en un lateral de la tolva que permitía a los operarios el acceso a la parte superior.

Este cambio de configuración del sistema de transporte tuvo otra consecuencia lógica: la necesidad de ampliar la tolva de Tres Amigos, ya que la conexión de la mina Pobreza, que era entonces una de las más productivas, hizo necesario disponer de una tolva de más capacidad y que pudiera cargar dos convoyes a la vez.

Todos estos trabajos se hicieron en un tiempo récord, entre 1921 y 1922, dejando una configuración de transporte y unas instalaciones cuyos restos son los que han llegado a nosotros y que tan familiares nos resultan. Incluso sabemos quiénes fueron responsables de su concepción y construcción. Aquí nos encontramos con unos viejos conocidos en la historia minera de Bédar: Carlos Bahlsen y su hijo Alfredo, dueños de la Maquinista de Almería, que se encargaron de la fabricación e instalación de las nuevas tolvas metálicas, del cable aéreo para conectar con la trinchera Villalta y vías de transporte. El ingeniero de origen bedarense y empleado de Bahlsen, Francisco Nieto, dirigió las obras de ampliación de la tolva de Tres Amigos.

La modificación de la tolva consistió en aprovechar los dos muros de la trinchera originaria, añadiendo una bóveda que conformaría el actual túnel y en añadir unos muros de retención aprovechando la pendiente del cerro conformando así varias tolvas superiores. Se dispusieron dos hileras de compuertas de carga con sus respectivos sistemas de apertura. Una escalera de servicio en un lateral permitía a los operarios acceder a la parte superior. Tenemos así la tolva-reguladora tal y como la conocemos actualmente.

Modelo a escala 1:25 de una de las locomotoras de Bédar con uno de los vagones de carga que se mostró en la exposición Luces y Sombras de 2023.

Como resumen, y para ir finalizando, concluimos que la tolva-cargadero de Tres Amigos actual se conformaría de los muros de la base, que serían los originales construidos en 1896 por la empresa del industrial Víctor Chávarri, con una ampliación en 1921-1922 con la creación de la bóveda, tolvas y compuertas de carga (permitiendo cargar a la vez dos convoyes). Los responsables de la ampliación fueron los empleados de la Maquinista de Almería, Carlos y Alfredo Bahlsen y el ingeniero de Bédar Alfredo Nieto.

Llamamos la atención sobre estos personajes, tan importantes para la historia de Bédar y del que haremos de nuevo mención en próximas ampliaciones: Carlos Bahlsen, Alfredo Bahlsen y nuestro ingeniero local Francisco Nieto.

Atlas ilustrado de Fundiciones del Levante Almeriense

Ayer nos entrevistaron en el programa HOY POR HOY de la SER en Garrucha. Magda Navarro Arias habló de las exitosas visitas guiadas a Vera, participando también como coautora del libro «Atlas ilustrado de Fundiciones del Levante Almeriense, en la que también son autores José Berruezo García y Antonio González Jódar. La entrevista se puede escuchar con el enlace bajo la fotografía. Queremos agradecer a Marina Ginés, la cadena SER y a todos los promotores del programa la posibilidad de hablar de esta obra.

Se trata de un catálogo ilustrado (más de 600 imagenes en sus más de 400 páginas) de las fundiciones con las que contó la comarca del Levante de Almeriense: más de una treintena de fundiciones de plomo, plata, mercurio, cobre y hasta hierro, el único Alto Horno de fundición de hierro con el que contó la provincia. Estas fundiciones se distribuyen por la práctica totalidad de municipios de la zona: Cuevas del Almanzora, Vera, Pulpí, Garrucha, Turre, Antas, Bédar, Los Gallardos, Lubrín y Huércal-Overa.

El libro es de venta exclusiva por AMAZON (es suficiente con escribir «fundiciones levante almeriense), y para su elaboración no se ha contado con ningún promotor, siendo simplemente el retorno a los vecinos del levante (y a todo investigador y aficionado del patrimonio arqueológico-industrial) de un catálogo completo, claro y, esperamos, muy ameno, de esta parte poco conocida del enorme patrimonio almeriense. Todos los aspectos se han tratado con profundidad y seriedad: historia, tecnología, biografías, catálogo de restos conservados, rutas de senderismo, etc. No faltan numerosas novedades y curiosidades referente a estas fundiciones, como lingotes de plomo almeriense en barcos alemanes hundidos en la Segunda Guerra Mundial, fundiciones perdidas o sin nombre, célebres propietarios, tumbas desconocidas, etc.

El libro se presenta en tres versiones, la estándar (más económica, con tapa blanda y con color a calidad normal), la versión premium y que nosotros recomendamos para apreciar bien todas las ilustraciones (tapa blanda y color de gran calidad), y la versión de tapa dura, con color a gran calidad. Para su comprensión, presenta planos guía y cada fundición tiene un esquema básico de la configuración de la misma con un resumen en inglés.

Fundiciones del Levante almeriense

Hoy damos la exclusiva de la publicación prevista de una nueva obra sobre el rico patrimonio minero-industrial de nuestra comarca del Levante. El título de la obra es muy esclarecedor al respecto: «Atlas ilustrado de las fundiciones del Levante almeriense, ss. XIX-XX» y los autores son ya conocidos autores muy conocedores del patrimonio y la historia minera y metalúrgica: Juan Antonio Soler Jódar, Antonio González Jódar, Magda Navarro Arias y José Berruezo García.

Según nos indican los autores, estará disponible a partir del próximo mes de agosto, y consta de más de 400 páginas y más de 600 ilustraciones, entre gráficas, fotografías y reconstrucciones de las diferentes instalaciones. Se tratan los antecedentes históricos y se actualiza la información sobre todas las antiguas fundiciones instaladas en nuestra comarca desde 1839, con un catálogo de restos conservados, con su correspondiente interpretación tecnológica, sus propietarios y todo lo necesario para poder visitarlas (rutas incluidas), interpretarlas y conocer todos sus secretos.

El completo catálogo, profusamente ilustrado, recorre todas las fundiciones instaladas en Cuevas del Almanzora, Pulpí, Huércal-Overa, Vera, Garrucha, Turre, Los Gallardos y Vera. Es una historia muy ligada a la minería en la comarca, y una muestra evidente del gran dinamismo e iniciativa en el Levante almeriense en una época (mediados del siglo XIX y principios del XX) que se considera, generalmente, un periodo de miseria, penalidades y poco interés desde el punto de vista histórico. Nada que ver.

Sin duda, una obra que será indispensable para todo aficionado al patrimonio histórico-industrial y minero y, en general, a todo el que quiera saber un poco más sobre su comarca. Iremos informando en cuanto tengamos más detalles sobre las fechas de publicación.

Exposición «Montañas al Sur. Sierra Nevada en la mirada europea»

El pasado 15 de abril se inauguró en Granada la exposición «Montañas al Sur. Sierra Nevada en la mirada europea», una exposición conmemorativa del XXV aniversario de la declaración de Sierra Nevada como Parque Nacional (1999-2024). Esta exposición abarca un conjunto amplio y variado de relatos, impresiones, estudio e imágenes elaborados por viajeros, pintores y científicos procedentes de países extranjeros que viajaron al Reino de Granada, adentrándose en sus territorios y sierras y dejaron testimonio de su visita.

En esta importante exposición, que estará abierta hasta el mes de julio, el pueblo de Bédar ha hecho su pequeña aportación, prestando un álbum de fotografías de 1898 de la visita de una expedición minera al Sudeste español y Portugal promovida por la sociedad minera francesa Schneider y Compañía. La riqueza mineral del Sudeste español hizo muy habitual la organización de expediciones de prospección, integradas por ingenieros de minas y personal de las empresas interesadas en su explotación, que se hacían acompañar por guías locales. Las memorias técnicas que elaboraban solían acompañarse de un registro fotográfico más o menos amplio, que incluía no solo los yacimientos visitados, sino las localidades recorridas, las gentes que las poblaban y el recuerdo de las visitas turísticas que complementaban el viaje.

El álbum prestado a la exposición es particularmente rico en este tipo de material. Con más de 300 fotografías, realizadas en 1898, se muestran diferentes lugares desde Murcia hasta Moncorvo, en Portugal, incluyendo diferentes pueblos y grandes capitales como Almería, Granada, Córdoba, Sevilla y Madrid. Con excelentes fotografías, sobre todo de los pueblos de la Alpujarra Granadina, Motril, Berja, Rodalquilar… y por supuesto Bédar y Serena. Los ingenieros de la sociedad francesa buscaban yacimientos de hierro que poder explotar para alimentar sus fundiciones en Cette (la actual Sète), por lo que visitaron las minas de Clifton Pecket en la sierra de Bédar, incluidas las minas Mulata y Santa Catalina.

La minería en las nuevas calles de Vera: la Escuela de Capataces y Juan Pié

Con sana envidia recibimos la noticia de los nuevos nombres de calles aprobadas en la sesión ordinaria del Pleno del Ayuntamiento de Vera el 29 de septiembre pasado para el nuevo polígono industrial proyectado en el municipio. Con emoción, hemos visto como la pasada exposición “Luces y Sombras” ha despertado la memoria olvidada del patrimonio histórico-minero, proponiendo como nombres de las calles de la futura zona industrial los de prohombres de la industria minera relacionadas con la ciudad y, como principal, la Escuela de Capataces y Maestros Fundidores de Vera.

No podemos menos que aplaudir y felicitar al Ayuntamiento de Vera por la iniciativa, así como a todos los grupos políticos, que apoyaron por unanimidad el proyecto. Pero mejor véanlo ustedes mismos:

Una de las calles se dedicará muy merecidamente a Juan Pié y Allué, que también merecería una calle en Bédar. Juan Pié, nacido en 1858 en Zaragoza, completó de manera sobresaliente la carrera de ingeniero de minas, ingresando en el Cuerpo de Ingenieros a los 21 años. Tras realizar prácticas durante algunos meses en Almadén, pasó al distrito de Almería, donde trabajó en la enseñanza privada en La Compañía Peninsular Azucarera. Su llegada al levante almeriense fue de mano de la empresa The Union Bank of Spain and English Ltd para la explotación de algunas minas en sierra Almagrera, instalándose en la mina Guzmana, donde se encargó de la dirección técnica.

Juan Pié fue durante un corto periodo de tiempo jefe del distrito de Albacete hacia 1886, pasando a fundar la Escuela de Capataces en Vera, de la que fue nombrado subdirector en marzo de 1890, ocupándose también en empresas industriales de la localidad. En 1894 ascendió a ingeniero primero del cuerpo de minas y, tras ofrecerle el puesto de director de la Sociedad de explotación de las minas de hierro de Bédar, pidió licencia para ocupar el cargo, que mantuvo hasta 1897.

Juan Pié compaginaba su carrera de ingeniero con diferentes aficiones. Era músico y tocaba varios instrumentos; hablaba inglés y francés correctamente; era un buen fotógrafo; fue uno de los primeros en España en usar el taquímetro y la máquina de escribir, y a ratos perdidos ensayaba un excelente microscopio que había adquirido. Era además un agudo polemista que nos ha dejado numerosos escritos profesionales (entre ellas las conocidas Tablas Taquimétricas Universales, varios trabajos sobre los criaderos de hierro y plomo del Levante de España) y artículos de opinión en diferentes medios.

A pesar de la importancia del personaje, la falta de descendientes directos hizo que su enorme legado se perdiera inexorablemente, por lo que no ha sido hasta hace muy poco que han podido ser identificado (con una alta probabilidad) en dos fotografías, en las que por la fecha, lugar y posición que ocupa dicho personaje, nos hace pensar con una muy alta probabilidad de que se trate de este ingeniero. No hay que olvidar que se conservan fotografías bien identificadas de todos los directores de las minas de Bédar, de todos salvo de Juan Pié, Herman Leonhardt y Andrés López de La Presa. Hemos de añadir a esta lista de directores con fotografía a Juan Pié.

Juan Pié falleció relativamente joven en Madrid a causa de una enfermedad, en la madrugada del 23 de enero de 1900. La viuda de Juan Pié, Magdalena Benítez, falleció el 11 de diciembre en Almería y su única hija, Antonia Pié Benítez, falleció soltera y sin hijos, víctima de una enfermedad incapacitante. A raíz de su muerte, se entabló una pugna judicial por la enorme herencia que dejó este ingeniero, valorada en 200.000 pesetas de la época, que se disputaron la orden de los jesuitas y una tía de la mujer de Juan Pié, Antonia Benítez Cano.

Los efectos personales, escritos, fotografías, etc, fueron recogidos por los familiares de la oficina de Juan Pié en El Pinar de Bédar y desconocemos donde pudieron acabar. Y es aquí que le perdemos la pista a este ingeniero, aunque la huella que ha dejado es imborrable y se hace justicia dándole su nombre a una calle en Vera. ¡Qué menos!

Minería de Bédar en la Feria de Vera de 2023

Ha llegado nuestras manos un ejemplar del libro de la Feria de Vera de este año 2023. Este prestigioso libro de ferias contiene habitualmente muchos artículos de interés, fuente de información para muchos investigadores.

Este año queremos destacar un extenso artículo que recupera la minería específicamente veratense, en especial sus principales protagonistas, las fundiciones de plomo y la Escuela de capataces de minas, haciendo incidencia en el patrimonio que hay llegado hasta nosotros. Esta minería es indisociable de la la del levante almeriense, que incluye también el importante patriomio bedarense.

Asociado a este artículo, se incluye un extenso reportaje sobre la exposición «Luces y Sombras», de la que hemos hablado en diferentes ocasiones en este blog y de la que la asociación APAMIBE fue organizadora. Con una asistencia récord de más de 7000 visitantes, en esta exposición se mostraron diferentes joyas del patrimonio minero bedarense, algunas desconocidas, como es el caso del escritorio del ingeniero de la Compañía de Águilas, Afredo Dorn, una vagoneta Bleichert original del cable Serena-Los Gallardos o el Sagrado Corazón original de la iglesia minera de El Pinar de Bédar.

Entre los modelos a escala expuestos, destacaba uno de la fundición «La Española», el palacio de Juan Anglada en Madrid y una de las locomotoras del ferrocarril de la Compañía Chávarri, Lecoq y Compañía, la locomotora «Bédar», de la línea Bédar-Garrucha con un vagón de mineral.

Entre los centenares de objetos expuestos, se podían encontrar todo tipo de material minero original, mucho procedente de la minería de Bédar, como carburos, cascos, barrenas… hasta un martillo neumático, pasando por teodolitos, pantómetros y hasta un prisma topográfico original utilizado por los ingenieros de minas en Bédar.

No podemos dejar de dar las gracias al Ayuntamiento de Vera y a los organizadores, en especial a su comisaria Magdalena Navarro Arias.